El Castillo de Inesque se encuentra situado en el término municipal de la población de Angón, en la provincia de Guadalajara (Castilla-La Mancha).
Con
la importancia que el río Henares y los demás valles que a él
afluyen, especialmente por su orilla derecha, tuvieron en la época
de la dominación árabe en la península. Porque en esa zona se
estableció la parte oriental de la Marca Media de Al-Andalus, o
auténtica y definitiva frontera del califato omeya contra los reinos
cristianos del norte peninsular.
Guadalajara
ciudad, el burgo de Al-Faray, era capital del territorio. Y
distribuidos a lo largo del río Henares aparecían otros castillos,
como los de Hita, Jadraque, Sigüenza, etc., que reforzaban esta
línea principal, pero a su vez estaban apoyados estratégicamente
por una larga serie de torreones y atalayas, una de las cuales,
vigilante sobre el río Angón, era este castillo de Inesque.
Controlaba
el paso entre los valles más importantes del Cañamares y el Salado,
y por lo tanto con el Henares. En definitiva, podemos decir que este
paso del Angón venía a ser un nudo de comunicaciones entre los dos
valles que con más facilidad ponían en contacto de caminos a las
dos mesetas castellanas. En el mismo valle del Cañamares los árabes
pusieron torreones en Castilblanco, en Pálmaces y en la Torrubia de
Miedes. Sobre el Salado, con recordar la fortaleza de la Rubia de
Santiuste, ya tenemos suficiente.
Se
encuentra Inesque presidiendo el valle de Angón, rodeado en su
basamenta por densas arboledas, y protegido por dos arroyos que le
circundan, sobre uno de los cuales hay un pequeño y remotísimo
puente que nos sirvió para cruzarlo. En lo alto del cerrete se
encuentran las ruinas, que en todo caso se vislumbran a gran
distancia. Podemos apreciar todavía un núcleo central, estrecho y
alargado con muros casi intactos y cuatro torreones de planta
circular en sus esquinas.
Estos
restos nos permiten colegir muy aproximadamente la forma que tuvo la
fortaleza. Aún
por fuera del recinto descrito, se aprecia un nivel de murallón, que
más ampliamente circuía al castillete, y que vendría a ser el muro
exterior de la fortaleza propiamente dicha. Pero aún más afuera, y
en la zona que cae, suavemente, hacia el río Angón, se aprecia una
tercera línea defensiva, mucho más erosionada que las anteriores, y
que es lo que me hace colegir que en este lugar hubiera población, y
esta última fuera precisamente la cerca que la protegía por el
lugar más accesible.
Indudablemente
los restos que aparecen hoy en Inesque, y que para cualquiera que los
visite le hablan con elocuencia de la forma y proporciones que tuvo
el castillo, son remotísimos, pertenecientes a la Edad Media plena.
Pavón dice que uno de los paramentos, de tosco sillar, del recinto
central, es árabe. Tanto no podríamos asegurar nosotros, pero en
cualquier caso sí es factible asegurar que al menos una antigüedad
de 900 ó 1.000 años tienen aquellas venerables ruinas, las de
Inesque, a las que recomiendo el viaje para todos los amigos de
descubrir cada día los restos, silenciosos, pero elocuentes a la
vez, del pasado de nuestra provincia.
Aunque
por supuesto Inesque fue construcción primitiva de los árabes, tras
la reconquista de esta zona en el año 1085 fue reforzado y protegido
por los castellanos, que lo modificaron y posiblemente pusieron en su
derredor una pequeña población de colonos repobladores. Lo que si
es seguro es que Inesque quedó dentro de la jurisdicción de
Atienza, incluido en su Común de Villa y Tierra, y esto durante
largos siglos, pues así como en la Baja Edad Media las tierras del
Tajo se desgajaron para formar el Común de Cifuentes, y las de en
torno, al Henares para crear otro Común independiente con cabeza en
Jadraque, el caso es que Inesque quedó siempre en jurisdicción de
Atienza, hasta hoy mismo, en que aún pertenece a su término
municipal, a pesar de estar, entre otros, dos diferentes (Angón y
Pálmaces) y encontrarse a bastantes kilómetros de su cabeza
jurisdicciona.
Se
menciona Inesque en diversos textos antiguos, siempre como lugar de
poca entidad, un poco de paso y referencia caminera. Así lo refiere
el rey Alfonso XI en su Libro de la Montería y así lo dicen las
Relaciones Topográficas enviadas a Felipe II por los de Angón, que
decían en los años finales del siglo XVI textualmente: «que a
poco más de media legua está un sitio que se llama e nombra el
castillo de Ynesque, y en aquella parte e lugar está un castillo que
se llama según dicho es, Ynesque, e no dicen ni han oído que haya
sido población». La verdad es que por el lugar en que está
enclavado sí que parece muy posible que la fortaleza se hubiera
rodeado, en su parte baja, de un pequeño burgo o aldehuela, pues el
lugar era de tránsito, fácil y de alcanzar y cómodo para la vida.
Preside
la antigua fortaleza el mínimo vallejo que desde Angón baja al
Cañamares por Pálmaces. Subiendo desde este pueblecito, no tiene
pérdida encontrarle. Supone, en cualquier modo, una agradable y
siempre reconfortante excursión a pie, contemplando un paisaje de
dimensiones domésticas y características serranas, donde los
roquedales pelados alternan con los bosquecillos de jaras y escasas
manchas de carrascales o algunos robles sueltos. Por el fondo de)
valle surgen algunas arboledas de chopos y se van encontrando mínimos
arroyos que bajan desde los montes circundantes.
Fuente: Castillos del Olvido
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