Los restos actuales de las antiguas Murallas de Guadalajara se encuentran diseminadas por el casco urbano de la capital provincial de Guadalajara (Castilla-La Mancha).
De
todo el antiguo recinto amurallado de la ciudad de Guadalajara tan
sólo han llegado a la actualidad algunos torreones diseminados por
él, entre los que destacan de manera especial el Torreón de
Alvar-Fáñez y el Torreón del Alamín. De las antiguas puertas quedan
los restos de la Puerta de Bejanque.
El
origen de las murallas de Guadalajara se traslada a la época califal
y constituyen una de las defensas de la ciudad. Posteriormente en
1085, Guadalajara quedo incluida en el territorio de Toledo que
Alfonso VI conquistó para Castilla, y es a partir del siglo XII
cuando se construye la muralla que amplía la de los árabes. Esta se
conserva hasta el siglo XVI en buenas condiciones y es en el siglo
XVIII, cuando se produce su paulatino deterioro, hasta
desaparecer casi por completo en el siglo XX.
La muralla partía desde el antiguo puente sobre el río Henares y a la altura del Alcázar Real y junto a éste, se abría la Puerta de la Alcallería. Esta puerta en mayo de 1950, y con el fin de mejorar la fluidez del tráfico rodado de la ciudad, se cerró para abrir la nueva puerta de acceso llamada Puerta de Bradamarte, que posteriormente pasaría a llamarse Puerta de Madrid.
Seguía el trazado de la muralla la línea del Barranco de San Antonio, para abrirse sobre él la Puerta-postigo del Cristo de la Feria, que tenía un carácter secundario ya que no llegaba ningún camino principal a ella, siendo operativa hasta que los cementerios musulmanes y judíos estuvieron en uso. De su estructura sólo ha quedado hoy el Torreón de Alvar-Fáñez.
Éste se sitúa en lo que era el extremo suroeste de la muralla,
encajonado en el barranco del Coquín, muy cerca del Alcázar Real y junto
al Palacio del Infantado, y a su pie hoy se encuentra el Parque de la
Huerta de San Antonio, diseñado siguiendo la traza de un jardín
árabe. Actualmente se encuentra en su interior un centro de
interpretación en torno al origen del escudo de la ciudad.
Este
vano se abría en el flanco occidental de la ciudad, en el barranco
de San Antonio. En él los cronistas y tradiciones quisieron ubicar
el acontecimiento histórico de la entrada de ese héroe castellano
en el momento de la reconquista de Guadalajara; aunque, con toda
seguridad, la torre conservada vino a sustituir a la omeya
preexistente. La referencia documental más antigua que identifica
una puerta con el nombre del capitán castellano se remonta a abril
de 1174, año en que el rey Alfonso VIII cedió unos baños circa
“portam albaro fanez” a Cerebruno, obispo de Toledo.
La
muralla prosigue alejándose del barranco, rodeando el ábside de la
antigua parroquia de Santo Tomé, hoy el santuario de la Virgen de la
Antigua. Siguiendo por la cuesta del matadero se accede a la gran
explanada donde antaño se celebraban el mercado semanal y las ferias
anuales, hoy plaza de Santo Domingo, se abría la Puerta
del Mercado. El diseño de esta puerta seguía el mismo modelo
que la de Alvar-Fáñez. En el siglo XVI se abrió aledaña a esta,
una puerta monumental con arco de medio punto, entre con dos cubos
semicirculares con un gran escudo imperial (siguiendo el modelo de la
puerta de la Bisagra de Toledo). Ambas puertas se demolieron en 1845.
De esta puerta, la muralla se alzaba hacia el norte para enlazar con el Barranco del Alamín. En su camino se erigía la actual Puerta de Bejanque, que servía de entrada a la ciudad desde Zaragoza. Era la puerta más espectacular tanto por su grandeza como por los materiales que la conformaban. Desde esta puerta, la muralla se extendía hacia el barranco citado, uniéndose con la torre este del Arrabal de Budierca y desplazándose paralela al barranco hasta la desaparecida Puerta del Postigo, que estaba guardada por el actual Torreón del Alamín.
El torreón es una torre de la antigua muralla, parte de la que era la Puerta del
Postigo, de la ciudad de Guadalajara. Se sitúa en lo que era el lado
norte de la muralla, sobre el Barranco del Alamín y detrás de la Concatedral de Santa María. Originalmente vigilaba el acceso a la
ciudad desde el Arrabal del Alamín. Actualmente se encuentra en su
interior un centro de interpretación en torno a la muralla de la
ciudad.
Forma
parte un conjunto constituido por el propio torreón y por el puente
de las Infantas. Es un torreón de planta cuadrada, de unos veinte
metros de altura desde la base en el fondo del barranco. Está
construido en argamasa y mampostería y los muros tiene casi dos
metros de anchura.
Tiene
dos pisos, comunicados a través de una estrecha escalera de caracol.
Se accede por el lado sur, a pie de calle, por una sencilla puerta
adintelada. En piso superior se abre por el mismo lado una puerta en
arco de medio punto, que era el acceso original al torreón. También
el piso superior, pero en el lado norte, mirando a El Alamín, se
abren dos pequeños balcones de vigilancia. En los muros se abren
algunas aspilleras hacia extramuros.
El Torreón del Alamín formaba parte de las murallas reforzadas y
renovadas entre los siglos XIII y XIV. Daba acceso a través del
puente de las infantas a El Alamín, el principal arrabal musulmán
de la ciudad, situado al noreste. En el siglo XVIII, perdido su
carácter militar, fue sede de un hospital. El 23 de mayo de 1921 fue
declarado Monumento Nacional y en 2004 se reabrió al público como
Centro de Interpretación de las Murallas de Guadalajara.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
TORRE DE ALVAR-FÁÑEZ
TORRE DEL ALAMÍN
PUERTA DE BEJANQUE
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