domingo, 23 de febrero de 2020

Murallas de Guadalajara (Guadalajara)


Los restos actuales de las antiguas Murallas de Guadalajara se encuentran diseminadas por el casco urbano de la capital provincial de Guadalajara (Castilla-La Mancha). 

De todo el antiguo recinto amurallado de la ciudad de Guadalajara tan sólo han llegado a la actualidad algunos torreones diseminados por él, entre los que destacan de manera especial el Torreón de Alvar-Fáñez y el Torreón del Alamín. De las antiguas puertas quedan los restos de la Puerta de Bejanque. 

El origen de las murallas de Guadalajara se traslada a la época califal y constituyen una de las defensas de la ciudad. Posteriormente en 1085, Guadalajara quedo incluida en el territorio de Toledo que Alfonso VI conquistó para Castilla, y es a partir del siglo XII cuando se construye la muralla que amplía la de los árabes. Esta se conserva hasta el siglo XVI en buenas condiciones y es en el siglo XVIII, cuando se produce su paulatino deterioro, hasta desaparecer casi por completo en el siglo XX. 

La muralla partía desde el antiguo puente sobre el río Henares y a la altura del Alcázar Real y junto a éste, se abría la Puerta de la Alcallería. Esta puerta en mayo de 1950, y con el fin de mejorar la fluidez del tráfico rodado de la ciudad, se cerró para abrir la nueva puerta de acceso llamada Puerta de Bradamarte, que posteriormente pasaría a llamarse Puerta de Madrid. 

Seguía el trazado de la muralla la línea del Barranco de San Antonio, para abrirse sobre él la Puerta-postigo del Cristo de la Feria, que tenía un carácter secundario ya que no llegaba ningún camino principal a ella, siendo operativa hasta que los cementerios musulmanes y judíos estuvieron en uso. De su estructura sólo ha quedado hoy el Torreón de Alvar-Fáñez. 

Éste se sitúa en lo que era el extremo suroeste de la muralla, encajonado en el barranco del Coquín, muy cerca del Alcázar Real y junto al Palacio del Infantado, y a su pie hoy se encuentra el Parque de la Huerta de San Antonio, diseñado siguiendo la traza de un jardín árabe. Actualmente se encuentra en su interior un centro de interpretación en torno al origen del escudo de la ciudad. 

Este vano se abría en el flanco occidental de la ciudad, en el barranco de San Antonio. En él los cronistas y tradiciones quisieron ubicar el acontecimiento histórico de la entrada de ese héroe castellano en el momento de la reconquista de Guadalajara; aunque, con toda seguridad, la torre conservada vino a sustituir a la omeya preexistente. La referencia documental más antigua que identifica una puerta con el nombre del capitán castellano se remonta a abril de 1174, año en que el rey Alfonso VIII cedió unos baños circa “portam albaro fanez” a Cerebruno, obispo de Toledo. 

La muralla prosigue alejándose del barranco, rodeando el ábside de la antigua parroquia de Santo Tomé, hoy el santuario de la Virgen de la Antigua. Siguiendo por la cuesta del matadero se accede a la gran explanada donde antaño se celebraban el mercado semanal y las ferias anuales,  hoy plaza de Santo Domingo, se abría la Puerta del Mercado. El diseño de esta puerta seguía el mismo modelo que la de Alvar-Fáñez. En el siglo XVI se abrió aledaña a esta, una puerta monumental con arco de medio punto, entre con dos cubos semicirculares con un gran escudo imperial (siguiendo el modelo de la puerta de la Bisagra de Toledo). Ambas puertas se demolieron en 1845. 

De esta puerta, la muralla se alzaba hacia el norte para enlazar con el Barranco del Alamín. En su camino se erigía la actual Puerta de Bejanque, que servía de entrada a la ciudad desde Zaragoza. Era la puerta más espectacular tanto por su grandeza como por los materiales que la conformaban. Desde esta puerta, la muralla se extendía hacia el barranco citado, uniéndose con la torre este del Arrabal de Budierca y desplazándose paralela al barranco hasta la desaparecida Puerta del Postigo, que estaba guardada por el actual Torreón del Alamín. 

El torreón es una torre de la antigua muralla, parte de la que era la Puerta del Postigo, de la ciudad de Guadalajara. Se sitúa en lo que era el lado norte de la muralla, sobre el Barranco del Alamín y detrás de la Concatedral de Santa María. Originalmente vigilaba el acceso a la ciudad desde el Arrabal del Alamín. Actualmente se encuentra en su interior un centro de interpretación en torno a la muralla de la ciudad. 

Forma parte un conjunto constituido por el propio torreón y por el puente de las Infantas. Es un torreón de planta cuadrada, de unos veinte metros de altura desde la base en el fondo del barranco. Está construido en argamasa y mampostería y los muros tiene casi dos metros de anchura. 

Tiene dos pisos, comunicados a través de una estrecha escalera de caracol. Se accede por el lado sur, a pie de calle, por una sencilla puerta adintelada. En piso superior se abre por el mismo lado una puerta en arco de medio punto, que era el acceso original al torreón. También el piso superior, pero en el lado norte, mirando a El Alamín, se abren dos pequeños balcones de vigilancia. En los muros se abren algunas aspilleras hacia extramuros. 

El Torreón del Alamín formaba parte de las murallas reforzadas y renovadas entre los siglos XIII y XIV. Daba acceso a través del puente de las infantas a El Alamín, el principal arrabal musulmán de la ciudad, situado al noreste. En el siglo XVIII, perdido su carácter militar, fue sede de un hospital. El 23 de mayo de 1921 fue declarado Monumento Nacional y en 2004 se reabrió al público como Centro de Interpretación de las Murallas de Guadalajara.


Fuente: Castillos del Olvido

Galería:

TORRE DE ALVAR-FÁÑEZ







TORRE DEL ALAMÍN







PUERTA DE BEJANQUE



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