jueves, 13 de febrero de 2020

Murallas de Moya (Cuenca)


Las Murallas de Moya, llamadas también de forma genérica la "Coracha de Moya", se encuentran situadas en el antiguo pueblo abandonado de Moya, circundando su castillo, en la provincia de Cuenca (Castilla- La Mancha). 

Las Murallas de Moya empezaron a construirse a principios del siglo XIV, tras la repoblación que Alfonso VIII realizó en la zona, y se ampliaron hasta el siglo XVI. La fortaleza de Moya es anterior, del siglo XII, y la coracha de las murallas se construyó con posterioridad. 

La villa de Moya fue donada en 1448 por Juan II al poderoso marqués de Villena, Don Juan Pacheco. En 1463 Enrique IV realizó una nueva donación de la población a Don Andrés de Cabrera. Los moyanos se opusieron en ambos casos, y no fue hasta 1475 cuando la reina Isabel la Católica confirmó la última de ellas. Fue sólo entonces cuando la familia Cabrera pudo tomar posesión de la villa y el señorío de Moya se convirtió en marquesado en 1480. 

Aunque la decadencia de Moya comienza en el siglo XVIII, su historia parece terminar cuando participa en las guerras carlistas y sufre una destrucción casi total en 1835. A mediados del siglo XX el pueblo queda totalmente abandonado al desplazarse la escasa población que lo habitaba a barrios y pueblos cercanos. 

El conjunto monumental de Moya consta de cinco recintos.

El Albacar, o I recinto, que fue construido a partir del año 1183 y constituye la parta alta de la fortaleza de Moya. 

El II recinto, que es una ampliación hacia el este de la peña realizada a partir del año 1213. 

El recinto de la Puerta de la Villa, o III recinto, que es una ampliación hacia el este realizada ya en el siglo XIV. 

El recinto de la Puerta de Carros, o IV recinto, debajo del castillo como ampliación hacia el sur, también del siglo XIV. 

Por último, el recinto de La Coracha, o V recinto, del siglo XIV, que es una ampliación en el extremo norte de la fortaleza, con una muralla doble y paralela que protegñia la fuente para la provisión de agua, y defendida por dos torres del siglo XIII: la Torre de San Roque y la Torre del Agua o de la Fuente. 

La Torre de San Roque, además de "puerto seco", servía para defender la Torre del Agua, situada en una posición inferior y verdadera razón de ser de La Coracha. A ella se accede desde el recinto amurallado por un arco de medio punto, cuya clave se ha desmoronado, desde el que se puede bajar hasta el manantial, que estaba situado bajo una enorme bóveda de ladrillo, similar a la Torre de San Roque. 

El abrevadero de La Coracha se halla al pie de la Torre del Agua, de la que surge el agua del manantial por un caño de hierro. El aguadero está formado por un pilón y su balsa basada en grandes losas verticalmente dispuestas. Fuente y abrevadero sirvieron durante siglos a los vecinos de El Arrabal de Moya, para la bebida y el aseo de personas, animales de labor y corral. El recinto del abrevadero está circundado por un murete de piedra en seco y el piso original se ha elevado, rellenándolo de gravilla. En el paraje hay una hilera de añosos chopos, desde donde se divisa una estupenda vista de la Vega, con el caserío de Santo Domingo de Moya al fondo norte. 

No obstante el deterioro general que afecta al complejo, La Coracha es una de las estructuras mejor conservadas de él, precisando, sin embargo, de una actuación urgente en algunas partes del mismo, especialmente el arco recto de la entrada a la Torre de San Roque y el de entrada a la Torre del Agua, cuyo adintelado se está desmoronando de forma muy alarmante. 

El recinto amurallado de Moya conserva ocho puertas en su doble recinto: la de la Albacara, del siglo XIII; la de Carros, del siglo XIV; la de San Juan (siglo XIII); la de San Diego (siglo XIII); la de la Calzadilla (siglo XIII); la de Ojos, del siglo XII y reformada en el siglo XV, y la Puerta de la Villa del año 1589 (siglo XVI), formada por dos accesos acodados, siendo de estilo renacentista, pues su entrada inferior se asemeja a un arco de triunfo romano. 

Aunque se están realizando restauraciones parciales, tanto en los lienzos de la muralla como en las puertas, el estado general es ruinoso, y esperamos que en un futuro este recinto quede de forma esplendorosa como lo fue en su tiempo.

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