El Castillo de Pambre se encuentra situado en las cercanías de la población de Palas de Rei en la provincia de Lugo (Galicia).
Sobre
un promontorio destacado, pero no muy prominente dominando el río
Pambre, se alza este soberbio ejemplar de castillo modesto, con una
torre del homenaje y un recinto exterior cuadrangular que la
envuelve, rematado por torres angulares cuadradas, en cada esquina.
Todo el conjunto, está rodeado por una barrera, adaptada a la
incipiente artillería, de época posterior y datable en el siglo XV.
Sobre
la alta torre, campea el escudo de los Ulloa, promotores y tenentes
de la fortaleza, durante la revuelta irmandiña del siglo XV y que
arrasó con casi todas las fortalezas y castillos gallegos. Pambre,
se salvó milagrosamente, más quizás por la habilidad negociadora
del de Ulloa, que por la remota ubicación del conjunto.
Posteriormente,
pasó a los condes de Monterrei, que ejercerán su posesión durante
siglos, hasta que la Casa de Monterrei, pasó a entroncarse con la
Casa de Alba. Así, antes y después, pasó por ser una extensa
explotación pecuaria, arrendada a la familia Moreiras durante
generaciones, hasta que a principios del siglo XX, el secretario de
la Casa de Alba, ejerció una venta fraudulenta de la propiedad,
castillo incluido, a un vecino de Palas de Rei. Esta venta, fue
impugnada por los Moreiras, que ganaron el litigio y recuperaron la
posesión del dominio. A mediados de siglo, uno de los Moreiras,
erudito y miembro de la Academia de las Letras Galegas, intentó sin
éxito, conseguir que las autoridades interviniesen en el castillo,
salvandolo del abandono y poniéndolo en valor.
A
su muerte, el castillo fue vendido a M. Taboada, Conde de
Borraxeiros, que lejos de continuar la labor protectora de Moreiras,
lo clausuró y abandonó a unos cuidadores, que utilizaron su recinto
de establo, pajar, semillero y cualquier uso, menos el que merecía
un edificio como este y menos BIC. A esto, se acompañaba, la
presencia de un temido mastín, que arremetía contra cualquiera que
intentara asomar la nariz sobre la barrera artillera, llegando alguna
de estas hazañas, a la prensa nacional.
A
la muerte del conde, el castillo y la hacienda, pasan a una
institución benéfica de Vigo, que tras bastantes tiras y afloja,
permite la compra por parte de la Xunta, de todo el dominio. Aunque
la cifra oficial es de 3 millones de euros, lo cierto es que la
finca, castillo incluido, había sido tasada a la muerte del de
Borraxeiros, en 10 millones de euros. Sea como fuere,
afortunadamente, el castillo es ahora propiedad de la Xunta, que ha
realizado una obra de dignificación y excavación del conjunto, que
muestran la enorme belleza de un edificio tan modesto, como
espectacular, por su aparente estado de conservación e integridad.
El
cuadrilátero exterior, muestra su grandeza, con una elaborada y
hermosa línea de matacanes corridos, que sujetaban una merlatura ya
inexistente, pero fácilmente imaginable, viendo la de la torre, que
se conserva casi íntegra. Ésta, se alza abrumadora, sobre todo el
conjunto, con una potencia rotunda, que hace que no pares de mirar
hacia arriba, para contemplar su prestancia. En todo el conjunto, la
elaborada disposición de los sillares, en hiladas regulares,
muestran en algunos sectores, el refinamiento y el detalle, como en
la base de una de las torres.
El
espacio entre ambos recintos (el cuadrilátero exterior y la torre),
está vacío y el color verdoso de las piedras, denota un secular
abandono, en el que hierbas, árboles y demás especies vegetales,
camparon a sus anchas, donde antes existieron pisos, con salones y
estancias, que a juzgar por las evidencias de ventanales,
festejadores y chimeneas, debían de conformar un conjunto de elevado
confort para sus moradores. La soberbia torre, es accesible y desde
su terraza superior, se disfruta de un paisaje tan bucólico, como
auténtico.
La
rehabilitación a la que la Xunta ha sometido al castillo, provoca
una sensación más dulce que agria. Podría decir agria, en el
sentido de que las pasarelas y estructuras metálicas, no son del
siglo XIV y provocan un impacto visual notable. Dulce, porque no es
intrusiva para y con las estructuras preexistentes, ya que aprovechan
mechinales y entras, para apoyarse. Además, esta intervención es
totalmente reversible e invita (vamos a ser optimistas), a que en un
futuro, esperemos que no muy lejano, la Xunta decida restituir
elementos desaparecidos muy evidentes y permitir una visita más
completa y auténtica.
Fuentes: Wikipedia
palasderei.org
Bego Junquera
Galería:
Fotos de Bego Junquera:
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