sábado, 22 de febrero de 2020

Castillo de Pambre (Palas de Rei, Lugo)


El Castillo de Pambre se encuentra situado en las cercanías de la población de Palas de Rei en la provincia de Lugo (Galicia). 

Sobre un promontorio destacado, pero no muy prominente dominando el río Pambre, se alza este soberbio ejemplar de castillo modesto, con una torre del homenaje y un recinto exterior cuadrangular que la envuelve, rematado por torres angulares cuadradas, en cada esquina. Todo el conjunto, está rodeado por una barrera, adaptada a la incipiente artillería, de época posterior y datable en el siglo XV. 

Sobre la alta torre, campea el escudo de los Ulloa, promotores y tenentes de la fortaleza, durante la revuelta irmandiña del siglo XV y que arrasó con casi todas las fortalezas y castillos gallegos. Pambre, se salvó milagrosamente, más quizás por la habilidad negociadora del de Ulloa, que por la remota ubicación del conjunto. 

Posteriormente, pasó a los condes de Monterrei, que ejercerán su posesión durante siglos, hasta que la Casa de Monterrei, pasó a entroncarse con la Casa de Alba. Así, antes y después, pasó por ser una extensa explotación pecuaria, arrendada a la familia Moreiras durante generaciones, hasta que a principios del siglo XX, el secretario de la Casa de Alba, ejerció una venta fraudulenta de la propiedad, castillo incluido, a un vecino de Palas de Rei. Esta venta, fue impugnada por los Moreiras, que ganaron el litigio y recuperaron la posesión del dominio. A mediados de siglo, uno de los Moreiras, erudito y miembro de la Academia de las Letras Galegas, intentó sin éxito, conseguir que las autoridades interviniesen en el castillo, salvandolo del abandono y poniéndolo en valor. 

A su muerte, el castillo fue vendido a M. Taboada, Conde de Borraxeiros, que lejos de continuar la labor protectora de Moreiras, lo clausuró y abandonó a unos cuidadores, que utilizaron su recinto de establo, pajar, semillero y cualquier uso, menos el que merecía un edificio como este y menos BIC. A esto, se acompañaba, la presencia de un temido mastín, que arremetía contra cualquiera que intentara asomar la nariz sobre la barrera artillera, llegando alguna de estas hazañas, a la prensa nacional. 

A la muerte del conde, el castillo y la hacienda, pasan a una institución benéfica de Vigo, que tras bastantes tiras y afloja, permite la compra por parte de la Xunta, de todo el dominio. Aunque la cifra oficial es de 3 millones de euros, lo cierto es que la finca, castillo incluido, había sido tasada a la muerte del de Borraxeiros, en 10 millones de euros. Sea como fuere, afortunadamente, el castillo es ahora propiedad de la Xunta, que ha realizado una obra de dignificación y excavación del conjunto, que muestran la enorme belleza de un edificio tan modesto, como espectacular, por su aparente estado de conservación e integridad. 

El cuadrilátero exterior, muestra su grandeza, con una elaborada y hermosa línea de matacanes corridos, que sujetaban una merlatura ya inexistente, pero fácilmente imaginable, viendo la de la torre, que se conserva casi íntegra. Ésta, se alza abrumadora, sobre todo el conjunto, con una potencia rotunda, que hace que no pares de mirar hacia arriba, para contemplar su prestancia. En todo el conjunto, la elaborada disposición de los sillares, en hiladas regulares, muestran en algunos sectores, el refinamiento y el detalle, como en la base de una de las torres. 

El espacio entre ambos recintos (el cuadrilátero exterior y la torre), está vacío y el color verdoso de las piedras, denota un secular abandono, en el que hierbas, árboles y demás especies vegetales, camparon a sus anchas, donde antes existieron pisos, con salones y estancias, que a juzgar por las evidencias de ventanales, festejadores y chimeneas, debían de conformar un conjunto de elevado confort para sus moradores. La soberbia torre, es accesible y desde su terraza superior, se disfruta de un paisaje tan bucólico, como auténtico. 

La rehabilitación a la que la Xunta ha sometido al castillo, provoca una sensación más dulce que agria. Podría decir agria, en el sentido de que las pasarelas y estructuras metálicas, no son del siglo XIV y provocan un impacto visual notable. Dulce, porque no es intrusiva para y con las estructuras preexistentes, ya que aprovechan mechinales y entras, para apoyarse. Además, esta intervención es totalmente reversible e invita (vamos a ser optimistas), a que en un futuro, esperemos que no muy lejano, la Xunta decida restituir elementos desaparecidos muy evidentes y permitir una visita más completa y auténtica.

Fuentes: Wikipedia
                palasderei.org
                Bego Junquera

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