Los restos de las Murallas de Illescas se encuentran situadas en la población homónima de la provincia de Toledo (Castilla-La Mancha).
Se
cree que datan del siglo XI y el resto más significativo lo
constiyuye el denominado Arco de Ugena, también
conocido como “Puerta de Ugena”. Su construcción se atribuye a
Alfonso VI, rey que recuperó la villa para la cristiandad en el año
1.085.
Este
monarca comenzó la repoblación y colonización del lugar. Debido a
la inestabilidad del momento y al crecimiento del número de
habitantes, dispuso una fortificación de carácter defensivo que,
además, permitía la fiscalización y control de las mercancías y
personas procedentes del territorio señorial circundante. Con este
objetivo, rodeó la zona de una muralla con cinco puertas de acceso: la “Puerta de Madrid”; la “Puerta de Toledo”; la “Puerta de
Talavera”; la “Puerta del Sol” y la “Puerta de Ugena”,
conservada esta última parcialmente y, cuyo aspecto actual,
corresponde a la restauración llevada a cabo en el año 1995.
Este
recinto amurallado del que conocemos, además, la construcción de un
alcázar en el siglo XIV junto a la “Puerta del Sol”, sufrió
desperfectos durante los siglos posteriores, en las revueltas de
Álvaro de Luna y en la Guerra de las Comunidades, motivando que en
el siglo XVIII ya no quedasen apenas restos de la fortificación.
Es
una edificación singular, de estilo gótico – mudéjar, en su
primera fase de gestación, por la morfología y el entorno histórico
en que se desarrolló la construcción. Es un cuerpo de edificación
de planta cuadrada, abierto por dos arcos, apuntado en su cara norte
y de medio punto en la cara sur que abre hacia la villa, habiéndose
perdido la bóveda entre ambos; cierra por los otros dos costados en
su orientación este y oeste. La fábrica es de ladrillo y
mampostería. También llamada Puerta de Peregrinos, es una de las
puertas del recinto amurallado que construiría el rey Alfonso VI en
el año 1.085. De unos 2.300 metros de perímetro, cada veinte o
veinticinco metros se levantaba una torre, bien almenada con una
elevación de diez metros y espesor de tres.
La
muralla, construida en mampostería de ladrillo y piedra, alternando
con tapiales de tierra, fue objeto de restauraciones diversas, la
primera por el Rey Sancho IV (1284 – 1295), más tarde por D. Pedro
Tenorio (1377 – 1399, en tiempos del Arzobispo de Toledo), se
reconstruyó la Puerta del Sol. Posteriormente, las murallas fueron
gravemente dañadas en las luchas de Álvaro de Luna, y reparadas en
1503 por orden del Cardenal Cisneros.
También fueron dañadas
durante las revueltas de las guerras de las comunidades. Renovadas,
después, en algunas de sus partes por un muro de piedra, que con el
paso del tiempo, se desmoronó a finales del siglo XVII. En 1788 todavía
quedaban vestigios de las murallas y de las puertas de Ugena y
Madrid, y restos de las de Toledo y Talavera. La Puerta del Sol se
destruyó durante la guerra de la Independencia.
Fuente: Castillos del Olvido
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