El Castillo de Alcolea de las Peñas se encuentra situado en las cercanías de la población homónima de la provincia de Guadalajara (Castilla-La Mancha).
La
localidad de Alcolea de las Peñas, ha estado ocupado desde la
prehistoria, ya que está documentado el asentamiento humano al
menos desde el Calcolítico. Durante la Alta Edad Media va a tener
un protagonismo significativo al formar parte de la frontera media de
Al-Andalus. En las fuentes documentales de la época aparecen
referencias a varias de las algaradas o razzias sobre este territorio
por parte de los reinos cristianos, además Alcolea
de las Peñas es un municipio localizado al norte de la provincia de
Guadalajara, junto al límite con la vecina provincia de Soria.
Dentro
de este contexto surge el aprovechamiento de la eminencia rocosa de
Alcolea como punto fortificado, cuya función sería la de
controlar el paso del valle del río Alcolea, itinerario secundario
para alcanzar el valle del Henares, dejando de lado los puntos
fortificados más importantes como Riba de Santiuste y Atienza, pues
se trata de uno de los pocos pasos que permiten cruzar la sierra en
sentido norte- -sur, esquivando el control de estos otros enclaves.
Atienza, que según rezan las fuentes fue centro del poder andalusí
en esta época, habría de ejercer el control de todos los pasos
del entorno, sirviendo como primer “cortafuegos” ante
cualquier incursión norteña. Este control, y la posible dotación
de estos enclaves, debió ser poco efectiva a juzgar por las
diversas razzias antes comentadas.
El
conjunto fortificado está localizado al este del casco urbano de
Alcolea de la Peñas, configurándose como una eminencia de roca
arenisca orientada hacia el valle del río Alcolea. Este punto
fortificado, ofrece un alto nivel de control visual sobre el espacio
circundante, al tiempo que supone un hito topográfico en el
paisaje, ejerciendo su dominio sobre uno de los escasos pasos
naturales de la sierra hacia el sur. La fortificación se compone de
dos espacios diferenciados, uno exterior, localizado en la parte
superior de la roca, y otro interior, horadado en el afloramiento de
arenisca, bajo el primero.
Exteriormente
se observa como todos los bordes de la roca han sufrido
modificaciones para acentuar su verticalidad, lo que pone de
manifiesto un objetivo predominantemente defensivo. En el ámbito de
estas actuaciones sobre la roca encontramos en el lado oeste del
conjunto un acceso escalonado orientado a la plataforma superior, que
se interpreta como el ingreso primitivo, ya que el otro acceso
existente, que es directo al espacio interior, se ha efectuado en
época contemporánea.
La
plataforma superior del conjunto está caracterizada por la
localización de diversos sistemas de apoyo de construcciones de
tipo perecedero, fundamentalmente huellas para el encastre de
grandes postes distribuidos a lo largo de los bordes exteriores del
afloramiento, fundamentalmente en su lado occidental. La función de
estos postes sería la de servir como apoyos fundamentales de una
empalizada de madera que, junto a otras obras construidas en
mampostería, supondría elevar la capacidad defensiva del sitio.
Los
restos conservados de muros de mampostería son muy escasos,
encontrándose los más antiguos sobre el borde este de la roca.
Por otro lado también se conservan modificaciones de la roca
que han servido como cimentaciones para muros aparejados en
mampostería. Además de las obras de compartimentación, tanto
muros como empalizadas, cabría destacar en la superficie de la roca
las “sendas” excavadas que permiten el tránsito por el borde
exterior del conjunto. Además, una de estas sendas conduce al
acceso histórico que comunica con el interior del conjunto
fortificado.
El
espacio interior se compone de dos niveles excavados en la roca,
comunicados entre si por un corredor descendente. El nivel superior
(Nivel 1) presenta una planta irregular compuesta de una gran
estancia, desde la que parten varios pasillos: dos de ellos comunican
este espacio con el exterior, mientras que un tercer pasillo
desciende hacia el nivel inferior o Nivel 2, conocido como
popularmente como “El Calabozo”. Este Nivel 2 está compuesto
por una única estancia, de planta más regular y reducidas
dimensiones, que presenta un único punto de luz, excavado en la
pared de la estancia. De la misma manera, en el extremo opuesto, se
abre un orificio en el suelo a modo de letrina.
La
adcripción cronología altomedieval para este conjunto se
fundamenta tanto el topónimo Al-qula’ya, (diminutivo de al-qal’a,
castillo o fortaleza), que relaciona este enclave con el periodo
andalusí, documentado por las fuentes y otros hallazgos
arqueológicos. También se puede fundamentar esta cronología en
la razón de ser de esta fortificación en este lugar determinado,
puesto que su clara funcionalidad se adivinaría obsoleta a partir
de que esta zona dejara de ser fronteriza a partir de finales del
siglo XI, al no existir a priori la necesidad de proteger y
fortificar todos los pasos norte-sur y, en especial, un paso
secundario como este.
En
cuanto a su tipología y sus aspectos constructivos, como ocurre con
todos los ejemplos de edilicia rupestre, es difícil hacer
aproximaciones, puesto que la adaptación de la construcción a los
recursos disponibles es crucial y condiciona enormemente la
configuración de tipologías. Existen otros sitios de tipología
similar localizados fundamentalmente en el Alto Aragón que, sin ser
exactamente iguales, ya que carecen de fases subterráneas,
presentan características análogas que apoyan esta aproximación
cronológica.
Fuente: Castillos del Olvido
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