El Castillo de San Esteban se encuentra situado en las cercanías de la población de Santiesteban del Puerto, en la provincia de Jaén (Andalucía).
El
castillo se situó en un cerro amesetado, de perímetro amurallado
casi rectangular, con 820 metros de altura y unos doscientos de
diámetro. Su sistema defensivo alcanzaba parte de la población.
Desde la fortaleza se conectaban los castillos de Vilches, Torre
Alver, Iznatoraf y Chiclana.
Como
es habitual en el Alto Guadalquivir, el origen de Santisteban se
remonta a un antiguo poblado ibérico, así, en época del emperador
Adriano había un oppidum conocido con el nombre de Ilugo, ubicado
cerca de la actual población. La romanización entró en crisis en
los siglos II y III de nuestra era y, durante la etapa visigótica,
cambió el primitivo nombre de Ilugo por el de San Esteban.
En
época musulmana el municipio se conoció con el nombre Sant Estiban,
siendo cabecera de un “Iqlim” o distrito, según distintas
crónicas árabes. Desde el principio de la invasión árabe, esta
zona será en distintas ocasiones subyugada como lugar estratégico
de paso hacia Toledo. El trazado por la comarca de importantes vías
romanas (Augusta o Camino de Aníbal) provocó que fuera una ruta
habitual durante la ocupación árabe.
El
ser arteria de comunicaciones y plaza fuerte por su orografía, le
valió también ser protagonistas de las luchas entre los Banu Habil
contra el poder central del omeya. En 914, el castillo de Santisteban
fue ocupado por los cuatro hermanos Banu Habil. Uno de ellos, Habil,
fue atacado por un ejército cordobés. El rebelde llegó a un
acuerdo con Abd al-Rahman, mediante el cual prometía servir al emir
y participar con su gente en las expediciones que éste realizara,
pero a condición de que se le permitiera continuar viviendo en Sant
Astiban.
En
924 Abd el-Rahman III durante veinticinco días cercó estrechamente
el castillo de San Esteban e hizo construir hasta seis fortines en su
entorno para estrechar el cerco y, no pudiendo proseguirlo
personalmente, encargó a sus generales que rindieran la fortaleza.
El asedio rescató esta plaza para los omeyas. Su sistema defensivo,
al hundirse el Califato de Córdoba, se hizo más complejo y eficaz.
Se reestructuró la fortificación dotándola de murallas con tapial
de argamasa, se ensanchó el arrabal, se mejoró la canalización de
aguas, se dotó a la población de fuentes y de aljibes y se
construyó una fuerte alcazaba en la cumbre del cerro.
Este
castillo fue sitiado en 1225 por Fernando III el Santo, al que se le
rindieron los musulmanes en 1226. Santisteban se entregó a cambio de
una suma de dinero y acémilas. Con ello quedaba subsanada una grave
deficiencia: hasta entonces las conquistas andaluzas de Castilla
habían estado unidas a ella por un estrecho cordón umbilical (el
territorio comprendido entre las cuencas de Jándula y el Guarrizas).
Con la adquisición de Iznatoraf y Santisteban se aseguraban los
caminos de Úbeda y Baeza.
Aunque,
en principio, el rey le dio rango de tierra de realengo, a partir de
1254, Alfonso X lo donó a Úbeda, si bien por mandato de Sancho IV,
en 1285, recuperó su condición de villazgo de realengo
asignándosele la custodia del puerto de Montizón. Esta situación
se mantuvo hasta que Fernando IV, en 1300, lo concedió en señorío
a la Orden de Calatrava, aunque sólo tres años después volvió a
recuperar su condición de tierra de realengo.
El
papel preponderante de la capital del Condado, en la baja Edad Media,
hizo que se dotara el castillo de una torre rectangular, actualmente
muy deteriorada, que abría con puerta de arco gótico, cubierta en
su interior con bóveda de medio cañón apuntada y, en 1337, Alfonso
XI consolidó el conjunto de la fortificación, al levantarse una
nueva y sólida muralla que discurría por lo que después sería el
palacio de los duques de Medinaceli, con accesos como las puertas
nombradas como Ojo de la Villa, los Tiradores del Salteadero, la de
Baeza y la Nueva o del Espíritu Santo.
A
partir de 1371, Enrique II convirtió Santisteban en señorío a
favor de Men Rodríguez de Benavides, incluyendo además Navas y
Castellar. En 1473 Enrique IV concedió a Díaz Sánchez de Benavides
el título y privilegio de Condado de Santisteban y así lo
confirmaron los Reyes Católicos.
En
torno al escarpe de la meseta se organizaron sucesivamente el oppidum
y el castillo altomedieval. Sobre este asentamiento construyeron los
bereberes un recinto de calicanto muy empedrado que coronaba el
cerro en tornos a los siglos XI y XII. Para asentarlo hubieron de
excavar parcialmente el borde del escarpe y luego, concluido el muro,
rellenaron el espacio interior, contribuyendo con ello a la
nivelación de la meseta natural. Esta obra se completó con otra
cristiana en el siglo XIII en cuyo recinto cabían holgadamente más
de dos mil personas.
El
castillo, con unas medidas de 62 por 140 metros, contaba con
torreones tanto macizos como huecos. El único torreón que queda en
la actualidad, cuya función básica era la de proteger y vigilar el
acceso al castillo, es de planta rectangular, y mide 6,10 por 5,30 m
de lado. La entrada a la torre se hacía por una puerta rematada por
un arco apuntado. En una de las jambas de la entrada, cerca del
suelo, un mampuesto presenta una cruz potenzada toscamente labrada.
El aposento interior se cubría con bóveda de medio cañón
apuntada.
Aparte
del castillo, hubo murallas construidas en 1337 de las que aún
quedan vestigios en el pueblo, así, en el lado Norte se pueden
apreciar restos de una muralla que bajaba por la ladera hasta otro
pequeño cerro conocido como La Torrecilla, en la que existía un
torreón que desapareció totalmente y que cerraba la población por
el oeste; o también se puede destacar una torre albarrana
rectangular que es hoy día el campanario de la iglesia de Santa
María.
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