La Torre del Congosto, también llamada Castillo de Alcorlo o Castillo de Corlo, es el resto actual de este castillo situado en la localidad de La Toba, en el término municipal de San Andrés del Congosto, del que toma el nombre, en la provincia de Guadalajara (Castilla-La Mancha).
Para
llegar a ella hay que salir de la localidad de San Andrés del
Congosto por la calle que, frente a la fuente junto al frontón,
lleva a pie de la presa del Congosto, y enseguida se podrá ver la
fortificación a nuestra izquierda.
El
castillo de Alcorlo se levantó sobre una antigua torre de vigilancia
árabe que comunicaba visualmente con la Torre de Membrillera. Estas
dos construcciones pertenecían al sistema defensivo de la Marca
Media que el Califato creó en esta zona para defenderse de los
ataques del Reino de Castilla.
Del
actual castillo de Alcorlo se tiene constancia documentada desde el
siglo XV, cuando su dueño, don Juan de Tovar, traicionó al rey de
Castilla aliándose con las tropas del Rey de Navarra durante la
Guerra de los Infantes de Aragón. Cuando el rey de Castilla expulsó
a los Navarros de estas tierras, desposeyó a don Juan de Tovar de su
castillo, donándolo junto a la villa de Jadraque y los Sexmos del
Henares y del Bornova, a su sobrina, doña María de Castilla, con
motivo de su boda con don Gómez Carrillo.
Los
lugares de la jurisdicción de Alcorlo pertenecían a Juan de Tovar a
mediados del siglo XV, mas por haberse pasado a la parcialidad del
Rey de Navarra fueron confiscados sus bienes, siendo dados la villa y
fortalezas de Alcorlo más los lugares de su tierra con los sexmos
del Bornova y Henares así como la villa de Berlanga, al arzobispo de
Toledo D. Alfonso Carrillo. Por entonces o algo antes, los navarros
que ocupaban Atienza, saquearon la tierra y se apoderaron por fuerza
de armas de la fortaleza de Alcorno (Alcorlo) causando en ella no
pocos desperfectos; este es el único episodio bélico registrado por
las Crónicas en cuanto a Alcorlo se refiere.
Según
se refleja en documentación antigua y en los testimonios de los
vecinos de Alcorlo, existió otro castillo en el cerro que hay junto
al desaparecido pueblo. Las ruinas de este otro castillo se
encontrarían también bajo las aguas del embalse de Alcorlo. En las
famosas Relaciones Geográficas de Felipe II no se cita su
existencia, pero sí la del torreón: “...A los treinta é tres
capítulos dixeron: que á poco sitio de la Villa de Xadraque é á
legua é media del dicho lugar de Alcorlo, ay vn castillo é
fortaleza mui fuerte é buena que sus edificios son de cal y
canto...Ubicada sobre las rocas de la margen derecha, a la salida del
Congosto y muy cerca del puente, quedan restos de una atalaya o torre
de senales y vigilancia...”.
Esta
enclavada en el término municipal de San Andrés, (no es cierto la
linde va por debajo del puente romano, el puente es de Alcorlo), pero
no es mencionada para nada en la relación enviada a Felipe II, lo
mismo que el castillete del pueblo vecino, seguramente por su ruina
completa en aquel tiempo; en cambio hay muchas noticias en documentos
antiguos de la torre y castillo del Corlo, siendo tan importante este
lugar nacido y crecido al amparo de su enriscada fortaleza, que dio
nombre a un extenso territorio dependiente de Atienza en la Edad
Media y que más adelante constituyó la mayor parte de la llamada
«tierra de Jadraque».
Castillo
y torre son de antigüedad imprecisa pero quizá anteriores a la
reconquista dada su necesidad estratégica para cerrar el paso al
valle del Henares; se trata de construcciones meramente defensivas,
en las que para nada se tuvieron en cuenta las comodidades de la
corta guarnición, sirviendo más de presidio que de vivienda.
Apenas
quedan vestigios del castillo de Alcorlo; en cuanto a la torre, su
planta fue cuadrilátera, de unos seis por diez metros, dividida en
tres pequeños compartimientos la planta baja y formando quizá una
sola estancia la principal, sobre la que habría una plataforma
almenada. En la actualidad sólo queda un paredón a poniente y los
cimientos sin que pueda adivinarse donde estaba la puerta; con
seguridad a buena altura del suelo siendo precisa una escalera de
mano para subir a ella y para pasar a la estancia superior a través
de un agujero practicado en el techo.
Por
el lado de la meseta, no se advierten señales de foso ni de otra
obra exterior de defensa, consistente quizá en una sencilla
empalizada: por el lado del barranco, la temerosa e inaccesible
cortadura ponía a la torre a cubierto de cualquier agresión.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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