El Castillo de Brihuega, también llamado Castillo de Peña Bermeja, se halla situado en la localidad de Brihuega en la provincia de Guadalajara (Castilla-La Mancha).
A
diferencia de otros castillos, construidos en la parte más alta de
un cerro o de un promontorio rocoso, el castillo de Brihuega se
edificó en la parte más baja del pueblo, separado de este por un
foso. Sin duda alguna, el interés de sus constructores radicaba más
en la posibilidad de convertirlo en un lugar de placer, que en una
fortaleza sin más, ya que desde él se disfruta de la idílica
perspectiva de la vega del Tajuña, con sus huertos, sus árboles y
su arroyo. Si además, todo esto lo unimos a la edificación en su
interior de bellos jardines, albercas y fuentes, podremos deducir que
fue concebido como lugar de recreo más que como lugar de defensa,
aunque su historia está jalonada de gloriosos hechos militares.
El
castillo, propiamente dicho, ocupa un espacio rectangular y de él
partían fuertes y torreados muros que le rodeaban y defendían de
posibles atacantes, complementado en su flanco sur por un profundado
y cortado peñón rojizo, que da nombre al castillo por el que es
conocido como Castillo de Peña Bermeja. En su muro norte se abren
varias puertas de acceso, conocidas como Puerta del Juego de Pelota y
Puerta de la Guía o de Santa María, abierta esta en una de sus
cuadradas torres. Y al sur se abre la puerta o Arco del Cozagón,
puerta principal de la villa, ya que desde ella se salía hacia
Toledo.
Dentro
de este amplio reciento, que le separa del pueblo, encontramos la
fortaleza y su patio de armas convertido después en jardín y hoy en
día cementerio, y un gran patio exterior conocido como “Pradillo de
Santa María”. En este gran espacio se edificaron la iglesia de
Santa María, de origen protogótico y el edificio barroco del
convento de San Francisco.
La
construcción de este palacio-fortaleza se realizó en el siglo XI,
siendo Almamún rey de Toledo quien levantaría la alcazaba que luego
sería reformada por los arzobispos de Toledo, en especial, durante
el siglo XIII, una vez que tanto la villa de Brihuega como su
fortaleza pasasen a sus manos tras su conquista por Alfonso VI, en
1085. De la reforma cristiana de este palacio-fortaleza destaca un
fuerte torreón redondo, de planta trapezoidal, en el que se abrieron
ventanales abocinados y sobre sus muros laterales se abren sus bellas
ventanas tripartitas y sus zócalos mudéjares.
Dentro
de las leyendas que rodean a este castillo y a sus moradoras
destacamos la de la princesa Zulima, hija del rey Almamún y de una
cristiana, a quien un día se le apareció la Virgen con el niño en
brazos, en una gruta situada bajo el castillo, en la peña bermeja.
Esta contó el suceso y encontraron la imagen de la Virgen donde ella
había dicho. Allí levantó la primitiva iglesia de la Virgen de la
Peña, patrona de la villa. Cuenta la leyenda que la princesa se
convirtió al cristianismo.
Fuente: Castillos del Olvido
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