El Castillo de Narboneta se encuentra situado en las cercanías de la población del mismo nombre en la provincia de Cuenca (Castilla-La Mancha).
La
historia de Narboneta va inmersa en la historia del propio marquesado
de Moya. Su creación como núcleo urbano nace de la época
repoblacional a comienzos del siglo XIII. No hay duda, que por la
existencia de su fortaleza, fuese un punto estratégico en la raya
fronteriza del periodo de la reconquista castellana, formando línea
defensiva junto a los fuertes de Serralla, Mira y Aliaguilla, en esas
grandes disputas entre los reinos de Albarracín y Requena.
Buscar
la raíz etimológica de su término nos hace indagar en el carácter
semántico de la palabra Narboneta y nos conduce hasta Narbonne, en
la Gascuña francesa, región situada al suroeste de Francia que
estaba muy vinculada al rey Alfonso VIII. La rivalidad entre el
monarca castellano y Ricardo Corazón de León por las posesiones
francesas, las cuales formaban parte de la dote de su esposa Doña
Leonor, determinó que numerosos soldados gascones se enrolasen en
las tropas castellanas y participasen activamente en la reconquista
cristiana.
En
la dura conquista de Cuenca, el rey Alfonso VIII, recompensó con
donadíos y repartos de tierras a aquellos soldados franceses que
habían participado en ella, comenzando así la repoblación de los
mismos. Después de tomar las fortalezas de Moya, Sierra, Serrezuela
y Mira, castillos que fueron donados por el Arzobispo de Toledo, D.
Diego Jiménez de Rada, el rey concedió a un grupo de soldados
gascones la fortaleza de Narboneta con todos sus predios baldíos y
tierras de pan llevar, dando origen a la población de la villa al
rededor del 1223.
En
los sucesos de 1473, cuando la villa de Moya y su tierra paso por
ciertas vicisitudes, al ser perseguida por muchos nobles que querían
usurpar un rico y floreciente Señorío, hubo duros enfrentamientos.
En aquellos difíciles momentos, el Maestre de Santiago y D. Diego
López Pacheco, su hijo y marques de Villena, obligaron a los moyanos
a no seguir fieles a la obediencia de la princesa castellana.
La
edificación está enclavada sobre el tajo de una elevada risca,
dominando todo el valle. Fue
un lugar estratégico en la raya fronteriza del periodo de la
reconquista. Formaba parte de la línea defensiva de los fuertes de
Serralla, Mira y Aliaguilla, por los altercados de los reinos de
Albarracín y Requena.
Probablemente
fue conquistado por el arzobispo Don Rodrigo Giménez de Rada cuando
conquistó el castillo de Mira en su cruzada hacia Requena en el año
1.219. En
las turbulencias nobiliarias de poder habidas cuándo el gran
Marquesado de Villena aspira a dominar el trono castellano, el
Maestre de Santiago por un lado y Don Juan Pacheco, el marqués por
otro, obligarían a no seguir fieles a la princesa Isabel en su
enfrentamiento contra la Beltraneja.
Don
Juan de Heredia, Señor de Mora, decide apoyar a los moyanos y con
poderes de la propia princesa entrará en Moya, con doscientos
hombres a caballo y quinientos a pie para defenderla, no sin antes
mantener un enfrentamiento en la fortaleza de Narboneta. Nunca
se ha realizado ninguna intervención para su conservación por lo
que su estado es lamentable. Hundimiento total de lo que queda de su
estructura.
Constaba
de un segundo recinto de entrada y otro primero interno con acceso
retranqueado en la muralla del mediodía, y bajo ésta la entrada a
un foso-aljibe. Su construcción es de sillarejo con piedra fuerte de
las canteras de Cardenete y su estructura formaba un rectángulo de
unos 27 por 17 metros quedando restos de un cubo al noreste. Hace
unos años se encontraron restos de otra muralla en la parte norte,
lo que hace pensar que posiblemente fuera una construcción más
grande. Solo quedan los restos mínimos de murallas y parte del cubo
del principal recinto.
Actualmente
la fortaleza se encuentra debido a su punto estratégico en malas
condiciones y su deterioro va en aumento. Hace varios años el
ayuntamiento coloco en lo más alto del enclave una cruz.
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