El Castillo de Ódena se asienta sobre una colina de yeso dominando la población del mismo nombre en la comarca de Anoia de la provincia de Barcelona (Cataluña).
A
comienzos del siglo IX, un siglo después de la llegada de los
musulmanes a la península Ibérica, y tras largos años de luchas y
enfrentamientos, se constituyó la llamada Marca Hispánica, una zona
fronteriza entre los musulmanes del Emirato de Córdoba y los
cristianos del reino franco. Las tierras catalanas pasaron a formar
parte de este territorio de frontera, y organizadas por el imperio
Carolingio en condados gobernados por condes.
Para garantizar
su frontera meridional frente a los musulmanes, los condados
catalanes construyeron entre los siglos IX y XI, y reaprovecharon
otros musulmanes, una amplia red de castillos, atalayas y torres de
defensa por toda la Marca, fortificando con más de cien castillos un
territorio muy extenso que se extendía desde Barcelona hasta el
Pallars, en tierras de Lérida. Así nacerían los castillos de
frontera catalanes. La Marca quedó estabilizada durante tres siglos
entorno al Llobregat, Cardener, y el Montsec. A mediados del siglo
XI, con la disgregación del Califato de Córdoba en los diferentes
reinos de taifas, los condados catalanes pasaron a ser territorios de
avanzada y conquistadores.
El Castillo de Ódena, documentado
en el siglo X (986), formaba parte de este amplio sistema defensivo,
donde también figuraban en esta parte sur de la Marca Manresana los
castillos de Montbui, Claramunt, Orpí, Miralles, Jorba y Castellolí,
todos ellos comunicados visualmente. Perteneció al linaje de la
familia Òdena quienes a su vez eran señores del castillo de
Pontons. Formó parte del condado de Manresa. En el año 1287 pasó a
manos de los Cardona, y posteriormente a la baronía de la Conca
d'Ódena.
En el siglo XV (1463), durante la guerra contra Joan
II, la Diputación General de Cataluña acordó la demolición del
castillo, afectando a las puertas y la muralla, siendo la torre el
único elemento que siguió en pie hasta la época de Fernando VII,
en que se derrumbó parte de la torre. En la década de los ochenta
del siglo XX la torre fue restaurada, debido al estado de ruina que
presentaba.
La
fortificacion de Ódena se organizó en dos terrazas, adaptándose a
la orografía del terreno. La primera línea de muralla seguía los
acantilados del cerro por tres de sus lados, que dan directamente a
la Cuenca del Ódena, aprovechando así las posibilidades defensivas
naturales que ofrecía el lugar. Por el lado sur la pendiente es más
suave y el acceso más fácil, por lo que, para una mejor defensa, se
levantó una torre como refuerzo de la muralla. Esta torre es el
único elemento que perdura del antiguo recinto fortificado.
La
torre es de planta poligonal de once lados iguales por el exterior, y
circular por el interior. Se accedía por una puerta situada a unos
tres metros de altura, mediante una escalera móvil, que en caso de
peligro podía ser retirada. Interiormente estaba dividida en cuatro
pisos, la planta baja se utilizaba como aljibe, el primer piso
coincidía con la puerta de entrada, y el segundo, mediante una
escalera de caracol, llegaba hasta el ultimo nivel, una terraza.
Entre unas casas próximas en ruinas, se pueden ver gruesos muros, el
principio de un arco y una pequeña ventana o aspillera, que quizá
formaran parte del castillo.
Cerca de la torre que se
conserva, al atravesar las ruinas del pueblo viejo de, hubo una
iglesia en lo que fue el recinto del castillo, en su parte más alta,
documentada en el siglo X y hoy día desaparecida. La torre presenta
actualmente un buen estado, tras su restauración y consolidación.
El resto prácticamente desaparecido.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
Ricard Ballo (Fotos)
Galería:
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