El Castillo de Torrebuceit, llamado también Torre del Aceite, se encuentra localizado en la localidad de Villar del Águila, en la provincia de Cuenca (Castilla-La Mancha).
Se trata de una antigua fortaleza de origen islámico, convertida en la actualidad en caserío y vivienda privada, transformando así su estructura interna. Este castillo sirvió de refugio a Zeyt Abu Zeyt, último rey y gobernador de la taifa de Valencia, vasallo de Fernando III, que adoptó el nombre cristiano de Vicente Belvís, y casado con una cristiana, y que tal vez escribiría allí mismo su bella Historia de los Animales.
Torrebuceit es nombre que los entendidos en cuestiones históricas atribuyen a una deformación modernista de Zeit Abu Zeit destronado por los cristianos, como fue cosa normal en aquellos tiempos, sólo que el monarca depuesto, en vez de ponerse a llorar lastimeramente como siglos después haría su homólogo Boabdil, aplicó una sabia norma de política práctica al situarse bajo la protección del rey cristiano (incluso dicen que llegó a bautizarse, pero en estas cosas hay que ser prudentes, pues nunca se sabe con certeza donde acaba la verdad y comienza la leyenda) y así encontró acomodo en este dorado retiro, con sus fincas agrícolas, su caserío, sus aguas y un pequeño, sobrio, pero audaz castillo, en el que vivió plácidamente, dedicado al estudio de las ciencias.
La rica finca pasó a ser propiedad de la Orden del Hospital de Santiago de Cuenca y por ello mismo entró abiertamente en la liquidación promovida en el siglo XIX bajo el eufemismo de desamortización, con lo que quienes ya eran ricos pudieron serlo aún más, sin que haya noticias de ningún pobre que abandonara su delicada situación y así la propiedad pasó a manos de Lucas Aguirre, rico donde los haya, aunque también es justo reconocer su posterior y definitiva generosidad, en un raro ejemplo de filantropía.
Es una sólida construcción de mampostería trabada con cadenas de sillar, con gruesos contrafuertes y torres en las esquinas. Tres de éstas son cuadradas, una semicircular y otra de arco abierto. Todavía conserva la torre del homenaje y el arco de entrada de medio punto.
La antigua fortaleza sigue ofreciendo la orgullosa imagen que mantiene desde el siglo XII. Es una construcción muy sencilla, voluminosa y rotunda, dentro de sus escasas dimensiones, sin ningún lujo aparente hacia el exterior, con dos torreones, uno semicircular y otro cuadrado en las esquinas de la fachada principal. Varias cruces de Santiago recuerdan la antigua pertenencia.
Abajo, en la huerta, aún se puede contemplar, en apreciables buenas condiciones, un antiguo acueducto, ejemplo vivo y visible de la notable habilidad musulmana para transportar el agua, ese bien tan precioso, antes y siempre.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario