jueves, 6 de febrero de 2020

Castillo de Alarcón (Cuenca)


El Castillo de Alarcón, también denominado Castillo de las Altas Torres, se encuentra situado en las cercanías de la población de Alarcón, en la provincia de Cuenca (Castilla-La Mancha). 

El castillo forma parte del conjunto de fortificaciones establecidas en torno a la villa de Alarcón. Esta plaza fuerte consta de un recinto amurallado que alberga el núcleo poblacional y el castillo propiamente dicho, y de cinco torres exteriores exentas y estratégicamente dispuestas para la defensa del conjunto. 

De origen árabe, dependió inicialmente del Emirato de Córdoba, y tras la descomposición del califato cordobés y la formación de los reinos taifas, se subordinó a la Taifa de Toledo. Durante su permanencia en poder de los musulmanes sirvió de bastión defensivo en sus pugnas internas. En el año 1184, Fernán Martínez de Ceballos, capitán de las tropas de Alfonso VIII, asedió la fortaleza durante nueve meses y la ganó finalmente para su rey el día de San Andrés. Se vio recompensado con el privilegio de tomar el nombre de la villa por apellido, cosa que hizo, pasando a llamarse Martínez de Alarcón y dando con ello origen a este nuevo linaje. 

Desde entonces el castillo mereció la atención de los sucesivos reyes de Castilla que lo engrandecieron y reforzaron, a la par que le dotaron de un fuero propio ( 1186) y le otorgaron al señorío amplios territorios circundantes, en el que se incluyeron Albacete, La Roda, Villarrobledo, Belmonte, Castillo de Garcimuñoz, etc, hasta un total de 63 aldeas, todo ello puesto en manos de la Orden de Santiago por Alfonso VIII el 18 de octubre de 1194, cuando el rey efectúa en Alarcos, la donación definitiva e incluyendo Alconchel, Villasila, Gascas y Villamelendro, aparte de otras heredades. Cuando en el año 1212 se libra la trascendental batalla de las Navas de Tolosa, el Concejo de Alarcón concurre a la misma sumando sus tropas a las del rey. 

A principios del siglo XIV, el infante don Juan Manuel recibió de Fernando IV el señorío de Alarcón, castillo incluido, el 23 de marzo de 1305. En este noble retiro escribió alguna de sus obras literarias. A la muerte del infante, lo heredó su hijo Fernando Manuel de Villena y después su nieta Doña Blanca. Posteriormente lo recuperó Pedro I y lo retornó al patrimonio real. Enrique II se lo concede a Alfonso de Aragón el Viejo, al que nombra marqués de Villena en el año 1372, pero Enrique III los destituye en 1395 y de nuevo regresa a la corona. 

Finalmente, en el siglo XV se le concede a don Juan Pacheco el marquesado de Villena y las posesiones de éste. El nuevo marqués, y su hijo don Diego López Pacheco, toman partido por Juana la Beltraneja y se enfrentaron a los Reyes Católicos. En esta porfía lograron mantener los castillos de Belmonte, Garcimuñoz, Alarcón y el ducado de Escalona. 

Superada la Edad Media, el castillo sufrió el deterioro propio de un inmueble abandonado y en desuso. En el año 1712 llega a manos del marqués de Aguilar, y los alarifes hacen un informe en el que mantienen que era necesaria una reforma urgente para que no se derrumbara, y así se realizó una gran rehabilitación para la nueva residencia de los Aguilar. En el año 1720 el castillo estaba gobernado por Alejandro de Alarcón y la duquesa Julia de Alarcón, y ambos refugiaron a mucha gente durante los conflictos en el país llegando a ser héroes d ela región. El duque de Frías, José María Bernardino Fernández de Velasco le vendió a don Rafael Lázaro Álvarez de Torrijos por 20.000 reales el 5 de junio de 1863. 

En el año 1963, justo un siglo después, el gobierno franquista y su ministro Fraga Iribarne se lo expropió a la familia Álvarez Torrijos Torres, naturales de La Almarcha y dueños del castillo y una vez rehabilitado se convirtió en el actual Parador Nacional de Turismo "Marqués de Villena", inaugurado en marzo del año 1966. 

El castillo tiene planta cuadrada y está rodeado por un doble recinto amurallado, en el que cabe destacar su magnífica Torre del Homenaje, de aspecto renacentista y con almenas rematadas en punta de flecha. Se trata, en general, de una fortificación de gran volumen, unida por la propia piedra al resto de sus murallas y fortificaciones adyacentes, constituyendo en conjunto uno de los más bellos castillos de la provincia de Cuenca y de toda la península.

Fuente: Castillos del Olvido

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