La Torre de El Cañavate se alza sobre un espolón que forma el curso del río Júcar en el municipio de Alarcón, en la provincia de Cuenca (Castilla-La Mancha).
Los orígenes de Alarcón se pierden en los tiempos. Hay vestigios de la presencia de asentamientos íberos y romanos, aunque su nombre actual procede de tiempos de la dominación árabe. En el año 780 se refugió en Alarcón, fingiéndose ciego, Muhamed el Feheri, hijo del depuesto reyezuelo de Toledo. También prestó asilo a Abderramán, y escondite de Omar Ibn Hafsun, azote de los emires cordobeses.
Después de la conquista de Cuenca en 1177, Alfonso VIII dirigió sus tropas hacia Alarcón, y en 1184, tras nueve meses de asedio, las tropas formadas por caballeros extremeños y capitaneadas por el asturiano de origen real Martín de Ceballos entraron en la ciudad, después de que, según se cuenta, Martín de Ceballos escalara las paredes de la muralla apoyándose sobre dos dagas vizcaínas. Más tarde se anexionan a Alarcón todos los territorios conquistados en buena parte de la Mancha conquense y albaceteña, y se le concedió fuero propio. La Orden de Santiago construyó en Alarcón un Hospital de Peregrinos.
Alfonso VIII estableció su corte en Alarcón durante casi todo el año 1211, preparando la decisiva batalla de Navas de Tolosa (1212), en la que se destacó el Consejo de Alarcón, con su propio ejército. A principios del XIV las tierras de Alarcón fueron cedidas al infante Juan Manuel, quien escribió al abrigo de sus muros la mayor parte de su obra literaria, y restauró la fortaleza.
Finalmente pasó a ser dominio del marquesado de Villena, con el que los Reyes Católicos tendrían numerosas disputas en su intento por reducir el poder feudal de la época. En esta época Alarcón fue protagonista de sus últimas batallas, ya que se convierte en el centro de la resistencia del marquesado frente a los monarcas. En el año 1471, el marqués buscó refugio entre los muros de esta fortaleza a causa de su enfrentamiento con las tropas de los Reyes Católicos. El desenlace de tal pugna terminó con la imposibilidad de los reyes de tomar el castillo, por lo que se firmó un tratado. Ya en el siglo XIX, sufrió las guerras carlistas. A partir de entonces, comenzó la restauración del castillo.
Esta torre, que perdió la puerta del mismo nombre y buena parte de la muralla árabe, controlaba el único punto en que el río Júcar permite acceder al cerro donde se ubica la fortaleza. Se encuentra en aceptable estado de conservación y es propiedad del Ayuntamiento de Alarcón.
Fuente: Castillos del Olvido
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