viernes, 15 de noviembre de 2019

Castillo de Arbeteta (Guadalajara)



El Castillo de Arbeteta se encuentra localizado en las inmediaciones de la población homónima de la provincia de Guadalajara, en la Comunidad de Castilla-La Mancha.

Situado sobre el barranco que forma el arroyo de la Rambla en la localidad de Arbeteta, se trata de un alcázar roquero de planta cuadrangular con una gran torres. La edificación interior corría sobre los muros, con un patio central en cuyo suelo se conserva un aljibe tallado en la roca.

Se encontraba rodeado por un foso lo que hacía que el acceso tuviera que hacerse mediante un puente levadizo. El estrecho paso por el que hoy día se accede al castillo fue antaño cortado para rodear al castillo de un foso y hacerlo sólo accesible a través de puente levadizo. De cara al barranco existe una poterna. 

Al primer Duque de Medinaceli se debe, sin duda alguna, la profunda reforma de la fortaleza -probablemente la única de cierta envergadura que este vetusto edificio ha sufrido-, que delatan los muros del lado norte, es decir los que caen sobre el barranco del río de La Rambla, en los que se abrieron grandes ventanales con poyos laterales, y algunos pretiles perforados para uso de las armas de fuego. Queda también de aquella obra una tosca garita, con su tronera también guarnecida. 

A este castillo se le reconocen orígenes remotos: a juzgar por su fábrica, la fortaleza de Arbeteta debe datarse en el siglo X cuando menos, quizá sobre la base de un castro más antiguo. En todo caso, la baja mampostería del aparejo, las labores constructivas y la planta de toda la parte sur, en que se enclava la torre del homenaje que defiende el acceso al castillo, delatan un origen árabe. 

Ello confirmaría que se trata de una fortaleza secundaria dentro del cinturón de fortificaciones que defendía por el norte el Califato de Córdoba, dependiendo de la Marca Media cuya capital se hallaba en la no muy lejana Medinaceli. Notemos que Arbeteta se encuentra en el pleno escenario territorial de la confrontación entre el Califato de Córdoba y el Reino de Castilla, en los siglos clave de la plena Edad Media, y particularmente en el periodo que transcurre entre la conquista de Toledo (1085) y la batalla de las Navas de Tolosa (1212). 

La intención de sus constructores parece clara: la defensa de uno de los escasos pasos que atravesaban sobre el Alto Tajo y la serranía de Cuenca, comunicando esta ciudad –y a su extensa cabaña de ovejas merinas- con el norte de Castilla, especialmente con los pastos y las tierras sorianas y riojanas. 

Dejando aparte algunas leyendas que atribuyen la posesión de la fortaleza a los freires hospitalarios de larden de San Juan, las primeras noticias documentales que mencionan por su nombre este lugar datan, como señalábamos antes, del siglo XII, cuando el Rey Don Alfonso VIII concedió como término al Concejo de Cuenca, por su privilegio rodado datado en aquella ciudad el 17 de enero de 1190, las aldeas de Mantiel, Cereceda, La Puerta, Viana, Solanilla, Peralveche, Arbeteta -Arbetetam-. 

Desde el mismo momento de la repoblación cristiana del territorio, Arbeteta y su castillo pasaron, pues, a pertenecer al poderoso Concejo de Cuenca, uno de los grandes concejos reconquistadores y repobladores más clásicos del sur del Duero –como Segovia o Ávila-, caracterizados por una gran fuerza militar y colonizadora, y por esta razón dotados de un extenso alfoz regido desde la ciudad reconquistada en el 1177. 

A mediados del siglo XIII, la expansión repobladora de Cuenca se detuvo, y poco después la nobleza allí establecida -las poderosas familias Carrillo, Albornoz, Mendoza y Acuña, entre otros linajes menores- comenzó un largo proceso de presiones y luchas para apropiarse de tierras y derechos concejiles, en especial en la zona septentrional de la Sierra -por sus imprescindibles pastizales de invierno-, viéndose Cuenca forzada a dedicar gran parte de su atención a resistir esas presiones para defensa de sus territorios. 

Estos conflictos alcanzarán su auge durante el siglo XV, al socaire de las luchas civiles y de la debilidad del poder político en Castilla, que aprovecharán sobre todo tres destacados potentados: Pero Carrillo de Albornoz, Lope Vázquez de Acuña y el Conde de Medinaceli. El siglo XV será, para toda la serranía conquense, un periodo de continua tensión. 

Tras muchos años de turbulencias en la región, y muerto aquel quinto Conde y primer Duque de Medinacelien 1501, la villa de Arbeteta hizo pleito homenaje a su nuevo Señor, don Juan de la Cerda, segundo Duque de Medinaceli, el día 13 de noviembre de 1501. Sin embargo, villa y castillo no llegaron apenas a integrarse en la poderosa Casa de Medinaceli, toda vez que a instancias de la ciudad de Cuenca, la Corona y el segundo Duque de Medinaceli llegaron a una concordia mediante la cual, a cambio de otras compensaciones, Arbeteta retornaba al realengo, es decir al dominio del Concejo conquense. 

La fortaleza pertenece hoy en día al Marqués de La Floresta, Grande de España, descendiente colateral en trigésimo séptimo grado del primer Duque de Medinaceli, que desde hace algunos años está llevando a cabo la restauración del edificio.

Fuente: Castillos del Olvido

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