El Castillo de Arbeteta se encuentra localizado en las inmediaciones de la población homónima de la provincia de Guadalajara, en la Comunidad de Castilla-La Mancha.
Situado sobre el barranco que forma el arroyo de la Rambla en la localidad de
Arbeteta, se trata de un alcázar roquero de planta cuadrangular con
una gran torres. La edificación interior corría sobre los muros,
con un patio central en cuyo suelo se conserva un aljibe tallado en
la roca.
Se
encontraba rodeado por un foso lo que hacía que el acceso tuviera
que hacerse mediante un puente levadizo. El estrecho paso por el que
hoy día se accede al castillo fue antaño cortado para rodear al
castillo de un foso y hacerlo sólo accesible a través de puente
levadizo. De cara al barranco existe una poterna.
Al
primer Duque de Medinaceli se debe, sin duda alguna, la profunda
reforma de la fortaleza -probablemente la única de cierta
envergadura que este vetusto edificio ha sufrido-, que delatan los
muros del lado norte, es decir los que caen sobre el barranco del río
de La Rambla, en los que se abrieron grandes ventanales con poyos
laterales, y algunos pretiles perforados para uso de las armas de
fuego. Queda también de aquella obra una tosca garita, con su
tronera también guarnecida.
A
este castillo se le reconocen orígenes remotos: a juzgar por su
fábrica, la fortaleza de Arbeteta debe datarse en el siglo X cuando
menos, quizá sobre la base de un castro más antiguo. En todo caso,
la baja mampostería del aparejo, las labores constructivas y la
planta de toda la parte sur, en que se enclava la torre del homenaje
que defiende el acceso al castillo, delatan un origen árabe.
Ello
confirmaría que se trata de una fortaleza secundaria dentro del
cinturón de fortificaciones que defendía por el norte el Califato
de Córdoba, dependiendo de la Marca Media cuya capital se hallaba en
la no muy lejana Medinaceli. Notemos que Arbeteta se encuentra en el
pleno escenario territorial de la confrontación entre el Califato de
Córdoba y el Reino de Castilla, en los siglos clave de la plena Edad
Media, y particularmente en el periodo que transcurre entre la
conquista de Toledo (1085) y la batalla de las Navas de Tolosa
(1212).
La
intención de sus constructores parece clara: la defensa de uno de
los escasos pasos que atravesaban sobre el Alto Tajo y la serranía
de Cuenca, comunicando esta ciudad –y a su extensa cabaña de
ovejas merinas- con el norte de Castilla, especialmente con los
pastos y las tierras sorianas y riojanas.
Dejando
aparte algunas leyendas que atribuyen la posesión de la fortaleza a
los freires hospitalarios de larden de San Juan, las primeras
noticias documentales que mencionan por su nombre este lugar datan,
como señalábamos antes, del siglo XII, cuando el Rey Don Alfonso
VIII concedió como término al Concejo de Cuenca, por su privilegio
rodado datado en aquella ciudad el 17 de enero de 1190, las aldeas de
Mantiel, Cereceda, La Puerta, Viana, Solanilla, Peralveche, Arbeteta
-Arbetetam-.
Desde
el mismo momento de la repoblación cristiana del territorio,
Arbeteta y su castillo pasaron, pues, a pertenecer al poderoso
Concejo de Cuenca, uno de los grandes concejos reconquistadores y
repobladores más clásicos del sur del Duero –como Segovia o
Ávila-, caracterizados por una gran fuerza militar y colonizadora, y
por esta razón dotados de un extenso alfoz regido desde la ciudad
reconquistada en el 1177.
A
mediados del siglo XIII, la expansión repobladora de Cuenca se
detuvo, y poco después la nobleza allí establecida -las poderosas
familias Carrillo, Albornoz, Mendoza y Acuña, entre otros linajes
menores- comenzó un largo proceso de presiones y luchas para
apropiarse de tierras y derechos concejiles, en especial en la zona
septentrional de la Sierra -por sus imprescindibles pastizales de
invierno-, viéndose Cuenca forzada a dedicar gran parte de su
atención a resistir esas presiones para defensa de sus territorios.
Estos
conflictos alcanzarán su auge durante el siglo XV, al socaire de las
luchas civiles y de la debilidad del poder político en Castilla, que
aprovecharán sobre todo tres destacados potentados: Pero Carrillo de
Albornoz, Lope Vázquez de Acuña y el Conde de Medinaceli. El siglo
XV será, para toda la serranía conquense, un periodo de continua
tensión.
Tras
muchos años de turbulencias en la región, y muerto aquel quinto
Conde y primer Duque de Medinacelien 1501, la villa de Arbeteta hizo
pleito homenaje a su nuevo Señor, don Juan de la Cerda, segundo
Duque de Medinaceli, el día 13 de noviembre de 1501. Sin embargo,
villa y castillo no llegaron apenas a integrarse en la poderosa Casa
de Medinaceli, toda vez que a instancias de la ciudad de Cuenca, la
Corona y el segundo Duque de Medinaceli llegaron a una concordia
mediante la cual, a cambio de otras compensaciones, Arbeteta
retornaba al realengo, es decir al dominio del Concejo conquense.
La
fortaleza pertenece hoy en día al Marqués de La Floresta, Grande de
España, descendiente colateral en trigésimo séptimo grado del
primer Duque de Medinaceli, que desde hace algunos años está
llevando a cabo la restauración del edificio.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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