El Castillo de Castrovido es una fortaleza que se encuentra en la población homónima de la provincia de Burgos (Castilla-León).
Fue
construida en el siglo IX y usada, al menos, hasta el siglo XIV. En
la primera década del siglo XXI sus milenarias ruinas fueron
restauradas para darlas un uso lúdico-cultural y de divulgación de
la historia de la comarca.
Ya
desde la más remota antigüedad, al parecer, estuvo fortificado este
cerro (1.081 metros de altitud). En época romana debió ser un
puesto de defensa y vigilancia de la calzada que discurría a sus
pies: Clunia-Tritium Magallum (actual Tricio, en la Rioja). Siglos
más tarde, con el avance de la Reconquista cristiana sobre los
musulmanes, se fueron adelantando las fronteras hacia el Sur. Es a
finales del siglo IX cuando el Rey Alfonso III el Magno (866-910)
amplía el avance, la conquista y la repoblación de la cuenca del
Arlanza; para ello necesitaba formar una línea defensiva de
castillos que impidieran las incursiones musulmanas, como pudieron
ser los de Castrovido, Hacinas, Castrillo de la Reina, Carazo.
El
topónimo “Castrovido” aparece por primera vez documentado en el
Fuero de Salas (año 974), teniendo el significado de Castro de Vito
o Víctor, compañero de Gonzalo Gustios, el repoblador de Salas de
los Infantes. Son escasas las referencias que de él se hacen;
aparece en un diploma del Rey Alfonso VI de 1094, el de la Jura de
Santa Gadea, y en posterior documentación del reinado de Alfonso
VIII en 1170. Almanzor con sus huestes consiguió forzar el paso de
Castrovido en la terrible aceifa del año 1002, llegando a destruir
Canales, San Millán de la Cogolla y otros lugares. Pero ya de vuelta
de su campaña riojana, Almanzor sufrirá su primer descalabro serio
en Castrovido, cuya infantería no pudo domeñar la resistencia de
los arqueros de este cerro fortificado.
Con
la muerte del temible caudillo musulmán llega la paz a la comarca,
renace la vida campesina en el valle del Arlanza y vuelve a aparecer
mencionado Castrovido en una donación de la noble Juliana Fortúnez
al monasterio de San Millán de la Cogolla, fechada el 28 de febrero
de 1094. En el año 1156 nuevamente figura relacionado
Castrovido en una donación de un tal Sancho Ruiz al monasterio de
San Pedro de Arlanza.
Será
en los siglos XIV y XV, a consecuencia de las contiendas civiles y
del afianzamiento de una poderosa nobleza nueva, cuando van a volver
a recobrar su protagonismo los viejos castillos y torres
altomedievales. El 30 de enero de 1380 Pedro Fernández de Velasco,
hijo de Dª Mayor de Castañeda, funda mayorazgo para su hijo Juan
Fernández de Velasco sobre la casa de Salas, figurando, entre los
diversos lugares que lo integran, “Castrovido con su casa, con todo
lo que a ella pertenece”. Va a ser ahora cuando los Velasco,
señores de la villa y tierra de Salas, llevan a cabo la
reconstrucción del castillo, tal cual ha llegado hasta nuestros
días. Una nueva fundación de mayorazgo tiene lugar el 14 de abril
de 1458 otorgada por Pedro Fernández de Velasco, primer conde de
Haro e hijo de Juan Fernández de Velasco, a favor de su hijo Pedro
Fernández de Velasco, futuro condestable de Castilla.
La
estructura del castillo, observamos cómo la construcción consiste
en un torreón cuadrangular asentado sobre un afloramiento rocoso de
areniscas, cuyo espacio interno mide 10’95 por 8’45, alcanzando
los muros casi dos metros de grosor en la base, en paulatina
disminución conforme ganan altura. Estaba dotado de sótano, tres
plantas y la terraza del adarve bordeada de almenas. Las ventanas
eran muy escasas, tal vez una en cada lienzo, perdurando un solo
ventanal completo, con arco mixtilíneo, en la fachada sur y restos
de arranque de otros. La puerta se situaba a unos tres metros de
altura, colocada al Este; se accedía a ella por medio de una rampa
de madera que en caso de ataque se retiraba al interior del castillo.
Excepto
en las esquinas y en el encuadre de los vanos, que son de sillarejo,
el paramento de los muros es de mampostería, con relleno interior de
argamasa de piedra, tierra y cal. Parece ser que este relleno es muy
terroso, al tener una alta proporción de arena y por lo tanto baja
de cal, lo que le da una calidad mediocre. Se aprecian distintas
etapas constructivas conforme varía la calidad de los materiales, a
medida que ganan altura los lienzos de la torre, la cual estuvo
rodeada por una cerca en forma de barco, adaptándose a la cima del
cerro, de la que aún perdura la cimentación.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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