El Castillo de Blanca está situado cerca de la población del mismo nombre en la Región de Murcia. La fortificación
se encuentra enclavada en un cerro elevado de la Sierra del Oro que
domina el centro de la actual población de Blanca, la cual se
extiende sobre la ladera sur-sureste de la cumbre acastillada. El
lugar donde se sitúa permite el control de buena parte de la vega
alta del río Segura y el valle de Ricote, así como las vías de
comunicación con las tierras de Jumilla.
El acceso al
castillo se efectúa entonces desde el casco urbano del pueblo, por
una senda escalonada que nos llevará a los restos monumentales de la
fortificación. Los orígenes de la fortificación de Blanca se
pueden remontar a época islámica, probablemente en torno al siglo
XII, cuando se produce un proceso de fortificación generalizada de
diversos puntos estratégicos alrededor de zonas con gran presión
poblacional. En este caso, los productivos campos del valle de
Ricote. Durante época cristiana, el castillo se convirtió en el
símbolo del poder señorial de la Orden de Santiago, en cuyos
territorios quedó enclavada la población en la redistribución
administrativa que se produce a finales del siglo XIII en el reino de
Murcia.
La fortificación
de Blanca remonta sus orígenes a época islámica, cuando se
construye una estructura fortificada sobre la llamada Peña Negra,
que le dio la denominación original a la población musulmana.
Levantada en un punto estratégico del valle de Ricote, tuvo un papel
destacado en el levantamiento de Yusuf Ibn Hud, el rey musulmán de
Murcia, contra los invasores almohades.
Con el pacto de
Alcaraz (1243), por el cual daba comienzo el llamado protectorado
castellano sobre el reino de Murcia, todo el valle ricoteño pasa a
manos del noble castellano Enrique Pérez de Arana, y bajo la tutela
directa de su gobernador, Pedro Peláez de Contreras. Muy poco
después, Alfonso X el Sabio incorporaba el territorio a la
jurisdicción del concejo de la ciudad de Murcia.
Durante el siglo
siguiente, la antigua denominación islámica de Negra trocaría por
la actual de Blanca. El lugar, inserto ya plenamente en la encomienda
santiaguista, se hubo de beneficiar de la política de potenciación
de la agricultura que llevaron a cabo los freires de la orden a
través del asentamiento de agricultores mudéjares.
El castillo,
convertido en el símbolo del poder señorial de la orden sobre el
valle y sus pobladores, había de protagonizar un sonoro hecho de
armas a mediados del siglo XV, en el contexto de la guerra civil
murciana y los enfrentamientos entre el adelantado don Pedro Fajardo
y su cercano pariente don Alonso Fajardo "el Bravo". Así,
en 1448, se dirigió una acción bélica contra la fortaleza en la
que se utilizaron algunos ingenios de artillería pirotécnica,
alimentados con ocho arrobas de pólvora comprada en Orihuela.
Y aquel fue el hecho más notorio que iba a protagonizar el castillo de Blanca mientras conservó su actividad. Más tarde, el asentamiento de colonos cristianos durante finales del siglo XVII y su consolidación en el XVIII, que recuperó la zona tras la expulsión de los moriscos, condujo al abandono de la fortaleza, que perdía su razón de ser en un ambiente con menor conflictividad interna, y en un nuevo modelo de estado que intentaban estructurar los monarcas de la recién instaurada dinastía borbónica.
Los restos más
destacados del conjunto fortificado están formados por tres
torreones unidos por dos cortinas donde el cubo de en medio es de
menores dimensiones que sus flanqueantes. Este sistema cerraba el
recinto por uno de sus lados, y alberga en su interior un posible
aljibe excavado en la roca. A partir de estas estructuras se pueden
apreciar los arranques de una muralla apenas conservada, que confiere
una planta irregularmente rectangular cuyos lados más largos se
extendían en sentido noreste suroeste.
Los restos
conservados, y perfectamente visibles en estos tres torreones, fueron
levantados con tapiales. También son aún visibles los mechinales
que alojaron los tablones que formaron los módulos de la
construcción del muro, que tiene un espesor aproximado de 90 cm.
Según Alonso Navarro, las torres pudieron alcanzar los doce metros
de altura, y presentan señales de haber tenido dos cuerpos y la
terraza almenada. Igualmente presentan ciertos vanos en su parte
superior que una vez quizá fueron saeteras.
Hacia el este de
la fortificación, en el lado más alto del cerro, se aprecian
también restos constructivos que pueden indicar una construcción
defensiva adscrita a un periodo cronológico previo a la hoy
conservada.
Fuente: Wikipedia
regmurcia.com
Ximo G. Rico (Fotos)
Galería:
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