El Castillo de Caudilla se encuentra situado en la población de este nombre de la provincia de Toledo (Castilla-La Mancha).
El
castillo de Caudilla fue construido en el siglo XV (1449-1450) por
Hernando de Rivadeneyra, mariscal de Castilla. En los revueltos
tiempos de Juan II permaneció fiel al rey, enfrentándose a las
huestes de Don Álvaro de Luna. De este castillo partió Enrique IV
con cien caballeros para someter a la ciudad de Toledo, que era
partidaria del infante Don Alfonso. Aparece este castillo, ejemplo
típico de castillo señorial, en las inmediaciones de la localidad
de Caudilla, al Sur de la misma, en un terreno llano.
Las
primeras noticias que poseemos de Caudilla se remontan al año 1216.
Con esta fecha aparece el topónimo Cabdela en los documentos
mozárabes. Se trataba de una alquería próxima a Val de Santo
Domingo. González Palencia entiende que este topónimo debe ser
Caudilla. El señorío de los Ribadeneyra tiene su origen en la
figura de Fernando de Rivadeneyra, mariscal de Castilla y alcalde
mayor de Toledo. Su fortuna la debe a Álvaro de Luna, del que fue
mozo de Cámara y luego Chambelán con el nombre de Femando de
Valladolid. En 1447 llevaba ya el nombre de Femado de Ribadeneyra en
recuerdo de su origen gallego. En ese año compra la villa de
Caudilla a don Femando Alvarez de Toledo, primer conde de Alba y muy
pronto comienza la construcción de una fortaleza. Entre 1449 y 1450
el rey le confirma el señorío jurisdiccional sobre Caudilla.
Aunque su señorío es pequeño, durante el reinado de Enrique IV
figura entre los “cinco grandes” toledanos.
Se
trata de una construcción de planta rectangular cuya fachada
principal mira al Norte. Tenía tres torres redondas en las esquinas
NE, SE y SO. El ángulo NO disponía de una torre de planta
cuadrada, la torre del homenaje. Todo el perímetro del castillo
estuvo circuido por un foso o cava, hoy colmatada. La puerta se
abría en el lienzo N. De la fortaleza señorial de los Rivadeneira
solo queda la fachada N. y una mínima parte de las laterales. Ha
desaparecido totalmente la cortina S.
La
torre mayor, cuadrada, destaca de la fachada N. y avanza hacia el
frente protegiendo la puerta de entrada al recinto. En su parte
superior presenta el hueco de lo que fue una garita. Muy
probablemente esta torre tuviera garitas en todas sus caras. La parte
inferior de la torre es de aristas vivas y a la altura de la última
planta pasan a ser redondeadas por medio de remates semipiramidales.
En la parte superior de la misma quedan restos de canecillos.
En
la fachada de la torre restan las trazas de dos ventanas de arco
escarzano de ladrillo y jambas del mismo material, con poyos o bancos
de piedra empotrados en las dos paredes laterales. La planta baja se
cubria con bóveda de cañón, mientras que las dos superiores lo
hacían con techos de madera, quedando en el muro el hueco de los
mechinales.
La
única torre circular que queda, sobresale del muro norte,
completando la defensa de la entrada. Su parte superior está
culminada por un almenaje, bien conservado, dispuesto sobre una
cornisa, también de piedra. Alguna de esas almenas dispone de
estrecha mirilla o saetera. Todas se remataban en piramidiones, de
los que se conservan unos pocos. Sobre uno de ellos se colocó una
imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
En
el adarve, del que quedan rastros en la cortina N., seabre una puerta
de aparejo de ladrillo, de medio punto, que da paso al interior de la
torre. Por debajo de ella y en el interior del edificio se conserva
una trompa construida en ladrillo. La parte inferior de esta torre es
maciza. En la parte superior se conservan dos aspilleras de piedra
con sendos orificios de “palo y orbe”. Todavía por encima, al
nivel del piso superior, se practicaron orificios con sus
correspondientes canalillos de piedra para la evacuación de las
aguas de lluvia.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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