El Castillo de Baños de la Encina se encuentra situado en la población del mismo nombre, en la provincia de Jaén (Andalucía).
La
impresionante silueta del castillo de Bury al-Hamman,
cuyo significado es el de Castillo de los Baños, domina el paisaje
rural de la villa de Baños de la Encina, ubicada en Sierra Morena,
cerca del río Guarromán, y evidencia, ya desde la lejanía, la
belleza de su intrincado urbanismo y la riqueza de su patrimonio
cultural. El castillo de Baños de la Encina es también conocido con
el nombre de "la fortaleza de los siete reyes", pues por
ella pasaron en diferentes épocas, Alfonso VII, Alfonso VIII,
Alfonso IX, Pedro II, Sancho VII, Fernando III y Fernando el
Católico.
Mandada
levantar por el califa cordobés Al-Hakam II, hijo y sucesor de
Abderramán III, y finalizada en el año 968 d.C., la fortaleza
califal de Baños de la Encina es una de las fortalezas musulmanas
mejor conservadas de Europa, pues mantiene prácticamente el recinto
original al haber sufrido pocas transformaciones en época cristiana.
El
castillo se encuentra sobre el Cerro del Cueto visible desde decenas
de kilómetros, en el antiguo camino del Puerto del Muradal, que se
usaba antes de que Despeñaperros se convirtiera en el paso desde La
Mancha a Andalucía a finales del siglo XVIII.
En
el castillo se ha encontrado un epitafio sepulcral que se encuentra
en el Museo Arqueológico Nacional y una lápida fundacional, y la a
fecha que aparece en la inscripción se corresponde con el año 357
después de la Hégira del calendario musulmán, por lo tanto se
trata del año 968 del calendario cristiano. Los almohades reforzaron
las defensas levantando un doble cerco de murallas para resistir el
acoso cristiano que este castillo árabe, como otros del valle del
Guadalquivir, sufrió en los siglos XI y XII.
El
castillo fue conquistado por Alfonso VII en 1147, aunque, tras su
muerte, volvió a manos de los musulmanes. De nuevo, en 1189, sería
tomada la fortaleza de Baños de la Encina, aunque también de forma
efímera, por las tropas de Alfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de
León. En el año 1212, después de la batalla de las Navas de
Tolosa, es conquistado de nuevo por los reyes Alfonso VIII, Pedro I
de Aragón y Sancho el Fuerte de Navarra, sin embargo la conquista
definitiva fue realizada por Fernando III en 1225, incorporándola a
la ciudad de Baeza.
En
la segunda mitad del siglo XV, la villa y su castillo tuvieron gran
importancia durante los enfrentamientos entre los partidarios de
Enrique IV y los del Marqués de Villena y don Pedro Girón, primer
señor de Utrera y Osuna, que pretendió casarse con la que sería
más tarde reina de Castilla, doña Isabel la Católica. Durante el
reinado de Enrique IV, el castillo se convierte en escenario de
continuos enfrentamientos entre los partidarios del rey comandados
por don Miguel Lucas de Iranzo, y los maestres de Calatrava y
Santiago, partidarios del príncipe Alfonso.
En
1458, por decisión regia, junto con Linares, Baños de la Encina
pasó a ser señorío del Condestable Iranzo, aunque por poco tiempo.
Durante la guerra de la independencia el castillo sufrió las
consecuencias de su ocupación y desde entonces hasta 1828, el patio
del castillo serviría de cementerio parroquial. Desde 1969 tiene el
privilegio de ondear en su torre del homenaje la bandera azul
coronada de estrellas del Consejo de Europa, privilegio otorgado con
motivo de la celebración del milenio de la construcción del
castillo, y del que sólo dos castillos europeos tienen este
privilegio, el de Baños de la Encina y el de Florencia en Nápoles.
El
castillo ocupa la cumbre de un monte con una forma elíptica y está
construido en "tabiyya" o tapial rojizo, material típicamente árabe
realizado a base de una mezcla de arcilla, arena, cal y piedras muy
menudas, un procedimiento de construcción mucho más rápido y
barato que las cuidadas obras de mampostería o sillares, lo que
evidencia su originaria función eminentemente militar, destinado al
acuartelamiento de las tropas bereberes alistadas para las campañas
anuales contra los cristianos, cuyo lugar de concentración final, ya
en la frontera, era la fortaleza de Gormaz (Soria). Dispone de
catorce torreones rectangulares y uno pentagonal, que adopta esta
forma por la necesidad de adecuarse al quiebro que realiza la muralla
en esta zona. Las torres apenas sobresalen de la silueta de la
muralla.
Sobre
una de las torres originales se introdujo la principal modificación
cristiana, la Torre de Homenaje, también conocida como Almena Gorda,
de la que carecen los castillos musulmanes, y que fue construida en el siglo
XV. La torre, de estilo gótico, está construida en mampostería
irregular y tiene forma semicilíndrica al exterior, está
estructurada en dos cuerpos cubiertos por bóveda de cañón apuntada
y esquinas exteriores redondeadas para eludir los efectos de la
artillería. La torre no mira hacia la campiña sino hacia el
interior de la población para su control e intimidación, lo que
indica su transformación con el discurrir de los años en un
edificio señorial.
Las
torres, muy salientes, son de planta rectangular casi cuadrada,
cubiertas con bóveda de cañón y tres pisos: el primero a la altura
del patio de armas y el más elevado a la del adarve, con otro
intermedio. Las torres están huecas aunque se piensa que
originalmente eran macizas, siendo en época cristiana cuando se les
abrieron huecos. Cada planta tiene su puerta independiente, mientras
que desde la planta superior se podía subir a la terraza mediante
una escalera interior. El suelo de cada piso debía ser de madera
apoyada en vigas, como se deduce de las hendiduras visibles ahí
donde descansaban. En cada planta se abren saeteras, faltando a veces
en la planta baja.
Al
gran patio de armas se accede por una puerta que mira al este y que
se abre entre dos grandes torres que la defienden. Está cubierta por
un gran arco de herradura y protegida por un gran matacán que la
reforma realizada durante la restauración ha ocultado. En su patio
interior se contempla un aljibe dividido en dos naves separadas por
pilares y cubierto por una bóveda de medio cañón. Igualmente, se
observa la otra modificación de la época cristiana: la construcción
de un alcazarejo mediante la creación de una muralla interior
compuesta por un poderoso torreón circular, del que hoy sólo se
conserva la base, y dos lienzos que unían ésta con los muros
laterales, de los que hoy sólo queda parte de uno de ellos.
El
conjunto estaba enlucido con mortero de arena y cal sobre el que se
grabaron pinturas que recubrían los muros, imitando fuertes sillares
de piedra, con el fin de ocultar su pobre material e impresionar al
enemigo. Todo el recinto iba coronado de almenas, de las que quedaron
algunas en las torres y también en los lienzos, de tipo prismáticas,
sin remates piramidales y sin saeteras debajo de los merlones.
El
castillo de Baños de la Encina dispone de dos accesos, uno en cada
frente. En el noroccidental se abre un postigo de poca altura, sólo
para el paso de personas, del que había que descolgar alguna
escalera de mano para salir y entrar. La puerta principal está en el
frente opuesto, hacia el sureste, es recta, flanqueada por las dos
torres más apretadas del castillo, con las que forma unidad. Se
abría hacia el exterior con un gran arco de medio punto, actualmente
de herradura, a modo de hornacina, de dovelas con despiece radial.
Se sigue con la falsa idea que este castillo era el castillo de Burgalimar, pues nada más lejos de la realidad, puesto que éste está situado al norte de Baños de la Encina lindando con la provincia de Ciudad Real, y que corresponde al Castillo de Hortezuelas.
Fuente: Wikipedia
castillos.net
Consideraciones acerca del Castillo de Baños de la Encina
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario