El Castillo de Canena está situado en la población homónima de la provincia de Jaén, en la Comunidad de Andalucía.
Canena
está situado en la ladera noroccidental de La Loma de Úbeda junto
al arroyo de La Yedra. Cuenta con un término municipal relativamente
pequeño y un extraordinario castillo que, al igual que el Calahorra,
en la provincia de Granada, ofrece uno de los más bellos paradigmas
de arquitectura militar renacentista de Andalucía.
El
singular castillo se distingue por su armónica proporcionalidad tan
característica de la arquitectura de mediados del XVI, por un
clasicismo canónico y una singular elegancia. Los refinamientos
estéticos se dan en el marco de la tipología militar y el carácter
palaciego se superpone a la función castrense.
El
castillo simboliza perfectamente el perfil político de su promotor,
don Francisco de los Cobos, Secretario de Estado de Carlos V,
que compró Canena en 1538, y la singularidad creativa de su autor,
Andrés de Vandelvira, uno de los grandes artífices de la
arquitectura renacentista. Contó además con los trabajos de un gran
cantero, Francisco del Castillo, el Viejo, y del escultor Esteban
Jamete.
La
primera ocupación del municipio se remonta a los romanos,
interesados en reforzar rutas mineras a partir de Cástulo y en
colonizar el territorio agrícola próximo a Baeza. El nombre de
Canena se vincula a los Banu Kinana, tribu árabe que según ibn Hazm
fue una de las que entraron en Al-Andalus en la época de la
conquista, que levantaron una fortaleza en Canena sobre un oppidum
romano. En ella pudo refugiarse en 1079 el rey de la taifa de Toledo,
al-Qadir banu Di-l-Nun, al escapar de una sublevación.
La
conquista cristiana se atribuye a Fernando III y se data hacia 1226.
Por decisión de Alfonso X, el municipio quedó repartido hacia
finales del siglo XIII entre la Orden de Calatrava y la Orden de
Santiago, por lo que existían dos parroquias, administradas por cada
una de las órdenes. En 1302 Fernando IV lo expropió a la Orden de
Calatrava para cederlo a la ciudad de Úbeda como recompensa por
haber apresado al comendador Gutiérrez, que había sido desleal con
el monarca.
En
1473, don Sancho de Benavides se apoderó de Canena e inició la
construcción del castillo bajomedieval por lo que fue denunciado por
el Concejo de Baeza ante los Reyes Católicos por incumplir la orden
de no levantar nuevas fortalezas. A finales de 1538, don Alonso de
Baeza, en virtud del poder que tenía del Emperador, vendió a don
Francisco de los Cobos las villas de Torres y de Canena. Cuando hacia
1577, el señor de los Cobos, sin permiso real, decidió levantar un
nuevo castillo con la excusa de defenderse de los Molina, sus
tradicionales enemigos ubetenses, lo que en realidad perseguía era
dar un paso más para inmortalizar su nombre con el patrocinio de
otra portentosa obra arquitectónica. Don Francisco de los Cobos no
pudo ver terminadas las obras del castillo, pero sí su viuda, doña
María de Mendoza y su hijo, don Diego de los Cobos que se casó con
doña Francisca de Luna y emparentó con la casa de los marqueses de
Camarasa.
Su
aspecto exterior, compacto y de gran sobriedad constructiva,
ejecutado en mampostería de piedra irregular unida con mortero,
ofrece un orden tectónico de clara tradición militar dando lugar a
la concreción de un espacio poliorcético, dominador del conjunto
urbano que preside.
Las
proporciones de la planta del castillo de Canena se rigen por el
cuadrado y enfatizan sus esquinas torres cilíndricas, dos de ellas,
las de la fachada principal, de mayor calibre y altura; las otras
dos, las de la parte opuesta, de menor envergadura al cortarse a la
altura de la terraza. Entre ellas sobresale la imponente torre del
Homenaje, de planta cuadrada, y ubicada en el ángulo Noroeste del
patio.
La
torre del homenaje contiene una habitación utilizada como biblioteca
y una habitación con cubierta abovedada utilizada como dormitorio.
De la fachada principal destaca la portada que muy en línea con el
gusto plateresco presenta una gran simplicidad, sin embargo, está
catalogada como uno de los elementos de mayor nobleza del edificio.
La
portada está realizada enteramente en cantería de piedra caliza y
abre con arco de medio punto peraltado, flanqueado por columnas
corintias sobre plintos con entablamiento arquitrabado, friso con
grutescos y cornisa sobre la que se levanta un arco de medio punto
que acoge los escudos de don Francisco de los Cobos y de su esposa,
doña María de Mendoza, rematados con casco y cimera y, a sus lados,
fantásticas figuras tenantes con la mitad inferior de sus cuerpos
transfigurados.
El
castillo siempre contó con un foso y un puente levadizo, del que las
muescas y aberturas para las cadenas que lo levantaban y abatían,
aún se observan en la portada. Estos elementos sufrieron el
deterioro infligido por el paso del tiempo. Actualmente se ha
restituido el foso en su fachada Este y el puente, aunque ya no es
levadizo, pero en su tipología y materiales se asemeja bastante al
mismo.
En
el interior del castillo de Canena es donde un artista tan exquisito
como Vandelvira muestra todo un repertorio de proporciones, ritmos y
armonías, de órdenes arquitectónicas, ornatos y emblemas propios
de la arquitectura civil y palaciega renacentista. La zona más noble
del edificio es un bello patio porticado, de planta cuadrada, que
viene a ocupar el centro del edificio, aunque ligeramente desplazado
hacia el Este. En torno a él se disponen todas las dependencias del
mismo.
El
patio cuenta con una escalera más propia de un convento que de un
castillo, cinco arquerías de medio punto en cada lado para remarcar
la simetría y galerías cubiertas que lo circundan, tanto a nivel
inferior como superior. En la galería inferior, las arcadas se alzan
sobre columnas jónicas, menos estilizadas que las de los palacios
ubetenses, con capiteles dispuestos a través, intrados con rosetas,
ménsulas en las claves y medallones con mediorrelieves bien labrados
en las enjutas que representan rostros humanos.
La
galería superior, asimismo jónica, bordeada por barandilla de
balaustres, tiene estructura adintelada, con la peculiaridad de
grandes zapatas sobre columnas que apoyan en plintos decorados. En el
friso que recorre el patio por encima de las zapatas, y en los
intercolumnios, aparecen unos motivos decorativos consistentes en
tondos con casquetes esféricos de cerámica vidriada oscura, motivo
característico de la arquitectura Vandelvira.
Otro
de los elementos más destacables del castillo es el balcón o
solarium, espacio que gracias a su orientación, garantiza un alto
nivel de soleamiento y excelentes vistas. Estaba destinado al ocio y
descanso, inusual en este tipo de edificaciones de carácter
defensivo. Consiste en un total de cuatro arcos escarzanos apoyados
sobre una balaustrada. En el interior, muestra un espacio rectangular
pavimentado con losetas cerámicas alternadas con olambrillas,
mientras que la cubierta es de viguetas de madera y bovedillas entre
las mismas.
El
castillo cuenta con una terraza pavimentada con piedras irregulares a
un lado de la torre del homenaje. Una de las torres mantiene su
superficie superior como prolongación de la terraza. Para acceder a
la parte superior de los dos torreones principales existe en el
castillo un pasillo que recorre todo el perímetro del mismo y
permite el paso de las aguas pluviales mediante un sistema
consistente en una canaleta registrable que a través del interior de
la cubierta, desvía toda el agua de lluvia al patio donde es
recogida por cuatro sumideros y va a un aljibe enterrado.
Fuente: Wikipedia
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario