El Castillo de Arenas de San Pedro, también conocido como Castillo de la Triste Princesa o Castillo de Don Álvaro de Luna, se encuentra situado en la población homónima de la provincia de Ávila, Comunidad de Castilla-León.
Se
trata de uno de los símbolos de la villa de Arenas de San Pedro,
apareciendo en el escudo heráldico de esta, en llamas, aunque
probablemente el castillo no sufriera los incendios a los que alude
el lema de «Siempre incendiada y siempre fiel».
El
castillo fue ordenado construir en el año 1400 por el Condestable
Ruy López Dávalos, para plasmar su dominio sobre los territorios
que le fueron entregados por Enrique III tras obtener Arenas la carta
de villazgo en 1393, además de la posterior independencia del
Concejo de Ávila. En un principio el noble sopesó la posibilidad de
construirlo en el Colmenar —actual Mombeltrán—, por tratarse de
una localidad mejor comunicada, gracias a su cercanía al paso del
puerto del Pico, pero se encontró con la oposición de los
habitantes de la villa, que interpretaban la construcción del
castillo como un signo de opresión y provocación, por lo que se vio
en la necesidad de optar por la alternativa arenense.
La
situación del castillo contrasta con la de muchas otras
fortificaciones de la época, al no hallarse sobre terreno elevado
sino en una de las zonas más bajas de la villa. Esto pudo deberse a
una construcción apresurada y poco planificada por parte del
Condestable, tras recibir la negativa de Mombeltrán. Su construcción
se financió a través de una serie de impuestos exigidos a los
habitantes de las villas y aldeas del señorío, entre las que se
encontraban La Adrada, el Colmenar, Candeleda, Castillo de Bayuela,
Puebla de Naciados —hoy en ruinas, en la actual provincia de
Cáceres — y la propia Arenas. En 1422 su construcción parecía
haber finalizado, año en el cual Rodrigo Alonso Pimentel, segundo
conde de Benavente, se hizo con el castillo tras el destierro de
López Dávalos.
En
1430 el conde entregó el castillo como dote nupcial a su hija doña
Juana Pimentel, tras su matrimonio con don Álvaro de Luna, quien
residiría puntualmente en el castillo Don Álvaro fue una figura de
gran importancia en aquella época, en la que alcanzó grandes cuotas
de poder, terminó siendo víctima de una confabulación de la
nobleza castellana, siendo finalmente decapitado en Valladolid el 2
de junio de 1453. Su esposa Juana a partir de entonces se ganaría el
sobrenombre de «la Triste Condesa», denominación con la que se
conoce al castillo en la actualidad. En 1460 María de Luna, hija de
los anteriores, sería casada en el castillo con don Íñigo López
de Mendoza, II Duque del Infantado, con el objetivo de evitar su boda
con Diego López Pacheco —favorito del monarca Enrique IV — con
lo que la fortaleza y la villa pasaron a formar parte del ducado del
primero. En 1461 nació en el castillo don Diego Hurtado de Mendoza.
A
lo largo de los siglos XVI y XVII el castillo continuó ejerciendo
sus funciones, a pesar de la progresiva ruina y deterioro a la que se
veían sometidos los castillos señoriales en aquellos siglos,
acogiendo a diversas generaciones de los Duques del Infantado. Cuando
a finales del siglo XVII el Infante Don Luis llega a la ciudad se
considera que el castillo ya no era habitable.
En
el siglo XIX la villa sufrió incendios tanto en la guerra de
Independencia como durante la primera guerra carlista, aunque es muy
posible que el castillo no se viera involucrado. Durante este siglo
se proyectó que su patio fuera convertido en cárcel, en 1849, así
como se llevó a cabo su transformación en cementerio, en 1812,
situación esta última ante la que protestaría el entonces
propietario, el duque don Pedro de Alcántara. En 1853 fue cedido al
ayuntamiento de Arenas de San Pedro por Manuel Álvarez de Toledo,
XII Duque de Pastrana, hijo del mencionado don Pedro. En la década
de 1960 se estudió su conversión en Parador de Turismo, proyecto
que no se llevaría a cabo.
La
edificación muestra características típicas tanto de fortaleza
militar como de residencia palaciega, como era común en los
castillos señoriales del siglo XV. El castillo está construido en
granito y tiene una planta cuadrada de 51 metros de lado, con
cuatro torreones circulares de unos 16 metros de altura, en cada una
de las esquinas, algunas almenadas. El elemento más llamativo del
conjunto es una torre del homenaje rectangular, de cuatro plantas,
junto a la entrada principal, con una altura de 26 metros El patio de
armas aparecía rodeado de dependencias varias: cuadras, almacenes,
cocinas, estancias de los servidores; la planta alta estaba destinada
a residencia de la nobleza. Tiene puertas y ventanas de arco
apuntado, de medio punto y escarzano, así como matacanes.
Fuente: Castillos del Olvido
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