La Fortaleza Nazarí de Iptuci se encuentra situada en la cumbre amesetada del llamado Cabezo de Hortales, de unos 470 m. de altura, al sur de la localidad de Prado del Rey en la provincia de Cádiz (Andalucía.
Desde
la cumbre se controla y domina estratégicamente una amplia zona de
la vertiente del río Guadalete y de su afluente, el Majaceite, así
como las vías de comunicación entre la sierra y la campiña
arcense-jerezana.
En
el municipio de Prado del Rey, perteneciente a la Ruta de los Pueblos
Blancos, las huellas humanas se remontan al tiempo del paleolítico,
siendo frecuentes los hallazgos de hachas, flechas y otros objetos
elaborados en sílex, de orígenes Neolítico, de la Edad del Bronce
y de la Edad Hierro II (íberos y púnicos).
Pero su legado
histórico más emblemático es el yacimiento de Iptuci. Situado en
la cumbre de la Cabeza de Hortales, fue en el período ibero-púnico
cuando se ubica en el lugar la ciudad de Iptuci, iniciándose la
explotación de las salinas cercanas (motivo principal para que el
cerro haya estado habitado desde la prehistoria) y llegando a acuñar
moneda propia ya desde el siglo II a.C.
Alcanzó
todo su esplendor en la época romana, especialmente durante los
siglos I y II d.C., con el levantamiento sobre la antigua ciudad
indígena de la Colonia Ituci Virtus Iulia, fundación colonial
debida a César o Augusto, siéndole concedida la latinidad por
Vespasiano; dan fe de su importancia citas de Plinio y otros
historiadores romanos. Esta etapa de dominación romana comienza en
tiempos republicanos (siglo I a.C.) y llega hasta la época
bajoimperial (siglos III-IV d.C.).
Posteriormente pasó a
poder de los árabes (con una presencia que rondaría desde el final
del Califato hasta alrededor del siglo XIII d.C.) que levantaron,
aproximadamente en el centro del lado oeste de la cima, una sólida
fortaleza. La ciudad sería casi totalmente destruida, según
reflejan tanto crónicas musulmanas como cristianas, por una rápida
incursión de tropas de Alfonso VII de Castilla realizada entre los
años 1113 y 1114. Comenzó entonces la decadencia de Iptuci, que
pudo seguir habitada por un pequeño grupo humano hasta el siglo XV.
En
la planicie del cerro resalta la fortaleza islámica, recientemente
puesta en valor. Su planta, a diferencia de otras estructuras
próximas (Aznalmara, Pajarete...) que responden a la tipología de
simple torre fortificada, es la de un verdadero castillo-fortaleza:
un recinto amurallado perfectamente definido, cuadrangular, con una
superficie exterior de unos 1.600 metros cuadrados e interior de unos
1.000, con torres semicirculares macizas en sus ángulos suroeste y
sureste, y rodeado de una segunda muralla a modo de barbacana.
El
acceso a la fortaleza, situado en el lateral norte, se realiza
mediante la típica entrada defensiva en codo con doble portada,
flanqueada por dos torreones, uno cuadrado y otra rectangular, ambos
construidos con relleno de piedra maciza y con terraza en su parte
superior. Todo el conjunto está realizado a base de materiales
reutilizados de edificios romanos anteriores y su técnica
constructiva sigue los modelos orientales de los siglos VIII al X
d.C., a base de piedras irregulares y relleno de mortero y
ripios.
Toda la cima amesetada estaba rodeada por un muro que
convertía el asentamiento de Iptuci en un auténtico "oppidum",
similar a los de otras ciudades ibéricas de la zona como Ocuri en
Ubrique o Saepo en el Cerro de La Botinera (Algodonales), aunque
también aparecen restos esparcidos por toda la ladera norte, donde,
además, se localiza una de las necrópolis del asentamiento. La otra
necrópolis, de 15.000 metros cuadrados, se encuentra al sureste de
la ciudad con cámaras hipogeas talladas en la roca arenisca con
bancos corridos en su interior, para enterramientos de incineración
y sus correspondientes ofrendas, y con enterramientos de inhumación
en fosa simple.
Fuera del perímetro urbano se localizarían,
definiendo el área de influencia cercana de la ciudad, algunos
sectores o barrios industriales de carácter artesanal, básicamente
alfarero (hornos, alfares...). El yacimiento, pues, ocupa en su
totalidad unas 13 hectáreas, existiendo documentación y restos que
confirman períodos de población continua desde la Edad del Bronce
(mitad del IV milenio antes de nuestra era) hasta época medieval.
Se
encuentra en estado de ruina progresiva; la maleza extendida gracias
al total abandono del yacimiento invade toda la superficie, rodeando
especialmente la fortificación islámica y haciendo casi imposible
la localización de los restos sacados a la luz por las distintas
excavaciones realizadas.
De la fortaleza nazarí de Iptuci
quedan los restos más que notables sacados a la luz en las
excavaciones de 1994: destacan especialmente de las murallas que
conforman su planta, a pesar del avance de la maleza de los últimos
años, el lienzo sur, la torre semicircular del ángulo sureste,
algunos tramos del lado este y buena parte del conjunto de la entrada
del lado norte. Del recinto murado del oppidum de Iptuci en la
actualidad puede encontrarse algún tramo de la muralla antigua
exterior. La superficie de todo el yacimiento presenta gran cantidad
de restos de material cerámico de distinta tipología y
cronología.
Se han descubierto vestigios de la necrópolis de
la ladera norte, destacando varios mausoleos turriformes, aunque muy
deteriorados. Los trabajos realizados en 1993 localizaron las cámaras
hipogeas talladas en la roca de la necrópolis del sureste de la
ciudad. Y en la última actuación sobre el yacimiento, efectuada
bajo el programa Arqueosierra de la Mancomunidad de Municipios de la
Sierra de Cádiz, se ha localizado la necrópolis hispano-musulmana
de la ladera sureste, documentándose hasta 47 enterramientos,
realizados siguiendo el rito islámico, en fosas excavadas en la
marga.
Se han excavado también cisternas y aljibes de gran
tamaño que podrían corresponder a los sectores o barrios
industriales extramuros. Además se conserva una tábula de cobre del
31 d.C. grabada con un "hospitium" (un Tratado de Hospitalidad) entre
la colonia de Ucubi (actual Espejo, en Córdoba) y el municipio de
Iptuci. En la fachada de la iglesia de la localidad de Prado del Rey,
hay incrustado un cipo funerario del siglo II d.C. (con una
inscripción honoraria en la que se nombra al Ordo Iptucitanorum, el
senado local, que confirma que Iptuci en esa fecha había dejado de
ser ciudad estipendiaria y ya poseía la municipalidad plenamente
romana).
Durante las excavaciones de 1993 se recuperaron
cerámicas de época califal y almohade, destacando dos grandes
jarrones de abluciones, vidriados y con decoración estampillada
fechados en el siglo XII.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
Ayto. de Prado del Rey
L.C. Margallo (Fotos)
Galería:
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