viernes, 17 de septiembre de 2021

Alcazaba de Tíjola la Vieja (Tíjola, Almería)

 


La Alcazaba de Tíjola la Vieja, junto a la Fortaleza de RagaSana que forman un único conjunto, se encuentran situadas en el municipio de Tíjola de la comarca del Alto Almanzora de la provincia de Almería (Andalucía). 

Tras la conquista musulmana, la comarca del río Almanzora se encontró ubicada en la kura de Yayyan (Jaén), entre la kura de Tudmir (Murcia y Alicante) y la cora de Ilbira (Granada). Podemos describir varias zonas de ocupación musulmana en el gran valle del río Almanzora con importantes castillos o “hussün”. La primera zona agrupa el valle del río, principal eje de comunicación, con varios hábitat fortificados citados con frecuencia en los textos, por autores andalusíes, como madinats (ciudades): Tíjola, (al-Hayyan y ibn al-Idrisi), Purchena (ibn al-Idrisi y ibn al-Jatib) y Cantoria (ibn al-Jatib). 

Durante los siglos VIII y IX, las citas referentes a estas comarcas (Almanzora y Vélez) dejan entrever que es un área mal controlada por el poder central cordobés, con abundante población mozárabe. El historiador ibn Hayyan relata como en el 896 el ejército omeya ataca los castillos de Guadix y avanza hacia los castillos de Huéneja, recibiendo los diezmos e impuestos de las Alpujarras. Después de varias jornadas de mal tiempo el ejército acampa en el Castillo-Fortaleza de RagaSana de Tíjola la Vieja y emprende la marcha hacia Baza el 16 julio. En el año 913, el mismo historiador cordobés, vuelve a citar la madinat de Tíjola en la rebelión de los muladíes de Umar b. Hafsun contra Abd al-Rahman III al-Nasir. 

En el Alto Valle del Almanzora los importantes hussün, citados por al-Udri, ibn Idari, ibn Hayyan, ibn al-Jatib y al-Idrisi, están construidos sobre restos íbero-romanos y visigodos. Esta zona tenía frecuentes luchas fronterizas y se organiza con una fortificación protegiendo una o varias alquerías. Los hussün como núcleos defensivos luchaban por no depender del poder central cordobés y cumplían una triple función: militar, de protección y administrativa. El gobernador o alcaide de cada uno de ellos se encargaba de su mantenimiento y defensa, con gran autonomía del poder central. Es asombrosa la densidad de fortalezas, Ibn al-Jatib hace una relación detallada de las aglomeraciones de los Filabres y Alto Valle del Almanzora, acompañando al monarca nazarí Yusuf I, en su viaje por la comarca, en el siglo XIV. 

En la Guerra de las Alpujarras la población de Tíjola y su comarca se refugiaron en esta antigua fortaleza inexpugnable, repararon los muros, se armaron y proveyeron de bastimentos suficientes en espera del ataque cristiano. Estaban ayudados por un numeroso grupo de turcos y dentro del fuerte se encontraba también parte de la población de Urrácal, Armuña y Bayarque. Dentro del fuerte había más de mil andalusíes de pelea y entre ellos tres mil escopeteros. El castillo y medina de Tíjola la Vieja fueron sitiados el 11 de marzo de 1570 y conquistados el día 24 de ese mes, después de tres días de fragoso combate, utilizándose, incluso, artillería, podemos ver los impactos en los muros de piedra. De esta hazaña se conserva carta, de D. Juan de Austria a su hermano Felipe II, en la que narra las circunstancias de la aspereza y dificultades del lugar. Los defensores del castillo de Tíjola, aprovecharon el mal tiempo que reinaba para huir de noche por la sierra a Bacares, a Purchena y atravesando el río Almanzora, hacia el norte; siendo muchos alcanzados y muertos. Posteriormente todo fue arrasado por las tropas cristianas, quedando unos pocos restos de murallas y torres. 

Tíjola la Vieja (Madinat Tágila) como la mayoría de las ciudades en la Edad Media de la Península Ibérica tenía su enclave fortificado, la Fortaleza de RagaSana. El sitio medieval de Tíjola la Vieja reúne cuatro cerros en línea, dominando el río Bayarque al Oeste y la actual ciudad de Tíjola al este. El espacio delimitado por la muralla es la medina, en el tercer cerro, con una muralla interior, al oeste, que rodea la zona palaciega y la fortaleza o alcazaba en el segundo cerro, también amurallada. Ambas construidas en piedra y tapial, jalonadas por torreones. Es evidente que la función más directa era la de controlar y proteger a los que allí vivían. La Alcazaba de Tíjola era el recinto fortificado, residencia de quien lo gobierna. Está ubicada en la zona más elevada, la que posibilita una mejor defensa a la vez que realza su carácter de dominio. 

En las ciudades musulmanas, una vez garantizados los recursos de suministro de agua, se elegía el lugar que iba a ocupar la alcazaba, y a partir de ahí, se trazaba el límite del perímetro amurallado; dejando claro así el importante papel que cumplía este edificio en las ciudades andalusíes. En el interior de la Alcazaba se situaba la residencia del gobernador y los edificios destinados al alojamiento del personal bajo sus órdenes; pero además había unos aljibes, imprescindibles para el abastecimiento de agua. 

En cuanto al sistema constructivo utilizado en las murallas, se usa el tapial y la piedra dispuesta en capas alineadas de mampuestos más o menos regulares. Ambos tipos constructivos quedan reflejados a lo largo de todo el perímetro de murallas y torreones. Asimismo en las diferentes torres y muros, se pueden observar los mechinales, reflejo de la técnica constructiva de tapial. 

La medina y fortaleza de Tíjola la Vieja (siglo VIII- IX) es la más antigua fortificación del Almanzora. Su poliorcética responde a varios espacios escalonados en tres altura: 

Una fortaleza o albacara, con muros de mampostería en la base y tabiya y piedra en las capas superiores, con los restos de un aljibe en el 2º cerro. Un hábitat fortificado, con muros de mampostería y tapial, provisto de una mezquita y su arrabal, con baños y molinos de mano y con una segunda muralla protegiendo la zona alta palaciega en el 3º cerro. En la zona nordeste del mismo había una fundición de armas. A cotas menores, en el cuarto cerro, un campo de silos y una maqbara. Son visibles los restos de parte de su necrópolis y viviendas de su etapa nazarí. 

Solo quedan las ruinas de la medina y el castillo. La fortaleza está situada en la parte más alta de la medina con dos torreones, cuadrados y macizos, controlando el valle del río y un aljibe. La fortificación está muy erosionada y los vestigios que subsisten son escasos: elementos discontinuos de la muralla con las dos torres medianamente proyectadas al exterior. La medina en el 3º cerro posee una puerta lateral con pendiente de acceso en L, una gran puerta en la muralla norte y una pendiente posterior de acceso a la sierra de los Filabres, junto a la fortaleza. En la parte superior noroeste, una crujía rectangular, restos de la zona palaciega. 

Los muros están realizados con piedras, lajas y ripios, calcáreas, silíceas y de esquisto local poco trabadas con mortero de barro, se apoyan sobre la roca sin cimentación y sin aportación de mortero de cal. Algunos tramos construidos de mampuestos están dispuestos a la soga con cantos de piedra cortada, más o menos regular y otros son de tapial de piedras y barro con cal. La distribución orográfica y la estructura de piedra, cortada más o menos regular y alineada, en varios tramos de muros es propia de los campamentos romanos. La construcción de tapial en otras partes de los muros es igual en los castillos de los Filabres y del Atlas marroquí. 

La estructura de los muros sigue totalmente las características topográficas de los 3 cerros. Primero una construcción amurallada de mampostería enripiada y una entrada en pendiente de unos 2 metros de anchura, paralela al muro. Esta puerta es típica de las fortalezas almohades, en lugar poco accesible, no visible, difícil de localizar y fácil de defender, con un pasillo en pendiente, recto de 10 metros y después con curva de 180º, como entrada en zigzag, para dificultar el acceso a la fortaleza. También herencia almohade es el emplazamiento de grandes torres en los ángulos exteriores del recinto amurallado. 

En la construcción de la cerca hay tramos de encofrado musulmán o tabiya, especialmente en las torres y muros de la fortaleza. Los mechinales, encontrados en los muros de tapial, nos hablan de agujas de madera y construcción anterior al siglo XI. Comprobamos varios tramos de calicanto, alguno de origen romano o bizantino. Toda la estructura de la fortificación se ciñe a la geografía del terreno y a las necesidades defensivas. Los tramos de muralla de piedra son de mampostería enripiada y careada, con las dos caras de los muros, interior y exterior, de mampuestos, y el centro relleno con una mezcla de barro y mampuestos más irregulares y pequeños que los usados en el exterior. La anchura de los muros es de 90 cm a 1 metro. 

Los abundantes restos de cerámica indican una ocupación anterior de la ciudad y una reutilización de parte de las murallas. En los siglos VIII y IX, una buena parte del sistema de comunicaciones, infraestructuras y fortificaciones hallaban su base en los restos visigodos, romanos y prerromanos, los cuales seguían caracterizando las cercas de las principales ciudades. Por los restos, cerámicos y numismáticos, defendemos la existencia de una construcción defensiva cartaginesa, luego ampliada por los romanos, bizantinos y visigodos. En el siglo VIII, la ciudad recibió las primeras obras islámicas. Hay documentados un conjunto de dírhams de plata, encontrados en la zona y fechados en los años 770, 771, 772 y 777 acuñados en Córdoba durante el reinado de Abderramán I. 

Más al sur la tercera loma, la más amplia estaba totalmente ocupada por la población medieval, hoy arruinada y de la cual no quedan más que una parte del recinto palaciego: unas pocas paredes muy erosionadas, una sala rectangular de dos plantas (8,65x2,45m., dimensiones interiores) con marcas de viguería y abundante cerámica con muchos tiestos tardíos. En el centro de la mitad noroeste de la medina encontramos los restos de un largo muro con torreón protegiendo la ciudad frente a la gran puerta de entrada Norte. También encontramos restos de fundición y escorias en la zona nordeste, que dan cuenta de un trabajo del metal en el interior del hisn. 

En la parte superior del segundo cerro de Tíjola la Vieja existe una fortaleza, de tabiya, de plano irregular y torres cuadrangulares (dos de ellas: 7,35x5,05 y 7,45x4,60 m.) y un aljibe, en el centro. Es la Fortaleza de RagaSana

La fortaleza es de planta topográfica, adaptada al terreno, creando ángulos para mayor defensa de la fortaleza y con un gran aljibe. La parte posterior la fortaleza es inaccesible por la altura del cerro y profundidad del rió. La poliorcética de la fortaleza y el uso de mampostería de piedra y tabiyya con los torreones macizos, accesibles desde el adarve, nos habla de una construcción emiral (siglo VIII-IX), sobre restos cartagineses, romanos y visigodos. 

Conserva un aljibe (4,21x2,22m., medidas interiores) de tapial hormigonado (siglo IX), mortero rico en cal, con abundante grava de mediano tamaño y gran dureza. Las paredes están recubiertas de abundantes graffiti cristianos del siglo XVI. Es de planta rectangular con bóveda de medio cañón ligeramente rebajada, con 2,50 m. de profundidad y 23 metros cúbicos de cabida. El aljibe abovedado está revestido de cal y almagra que lo hace impermeable. Su situación en la zona superior de la fortaleza impedía el abastecimiento privado. 

El depósito garantizaba el agua a los moradores de la fortificación en caso de asedio, forma parte de una tradición mediterránea milenaria, como lugar de almacenamiento de agua. Es una parte fundamental de la fortaleza para abastecimiento de las tropas, población y transeúntes. La cisterna o aljibe es siempre una nave abovedada, sin escaleras de acceso y con una lumbrera superior para extracción de agua y ventilación. 

En el cuarto cerro de Tíjola la Vieja hay siete silos troncocónicos de 1,70 metros de diámetro en la boca, romanos, descritos por Varron para el depósito del grano y una mina de cobre antigua llamada Cueva de la Paloma, explotada desde época prehistórica hasta principios del siglo XX. También hay una zona de casas de época nazarí y la maqbara en el lado suroeste, junto a la medina, en el perímetro inferior, habiendo restos de varias tumbas junto a los silos. 

Restos casi desaparecidos. Solo quedan vestigios de las murallas, torres, zona palaciega, silos, sepulturas y aljibe. Las construcciones fueron arrasadas después de la rebelión de los moriscos. 

Fuentes: Wikipedia
               castillos.net
               castillosdeandalucia.org

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