El impresionante Castillo de Biar está situado en una colina cercana al casco medieval urbano de la población homónima de la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana).
Sobre
la cima de una loma a 745 metros de altitud, dominando la cercana
población de Biar, se encuentran los restos de un imponente castillo
que controla el cercano y fronterizo paso en los históricos límites
meridionales de los territorios asignados a la Corona de Aragón y el
inicio de la llanura castellana en el entorno de Villena.
El
castillo tiene doble recinto amurallado, siguiendo el desnivel del
terreno. Uno, el inferior, identificado con la barbacana, está
definido por un antemural formado por los lienzos de mampostería y
por torres de planta semicircular en saliente con base alamborada
sobre los que se dispone un estrecho adarve con almenado cúbico y
troneras de cruz y orbe por debajo de la línea de merlatura (Simón
García, Segura Herrero, 2001). Al interior del recinto se accede por
un estrecho pasillo o liza, hasta un arco de medio punto en sillería,
restaurado en los años 70 del pasado siglo. En este espacio, otrora
repleto de nichos funerarios pertenecientes al primer cementerio
municipal de Biar, se observa la presencia de algún proyectil de
piedra para bombarda y un aljibe de planta rectangular, excavado en
la roca y falto de su bóveda de cierre. El cementerio municipal
estuvo en el interior buena parte del siglo XIX, tras la guerra de la
Independencia hasta la década de los setenta del mismo siglo, siendo
vaciado en las obras de restauración , quedando como prueba algunas
laudas sepulcrales conservadas en el Museo municipal y azulejos
funerarios que aparecieron en el transcurso de las excavaciones
realizadas en el año 1.999.
Tras
salvar un importante desnivel mediante rampas en zig-zag, se llega al
amurallamiento del recinto superior, realizado en tapial de
mampostería, que muestra una sucesión de lienzos y torres
circulares que cierran en su punto más alto con la Torre del
Homenaje o Torre Maestra, conformando un reducido patio de armas,
comunicado con el recinto inferior a través de una puerta con arco
en medio punto en sillería que está adosada a la gran torre, que
parece que debió ser parcialmente condenada y sustituida por otra.
Una nueva puerta debió abrirse por el noreste, documentada gracias a
los trabajos de excavación en 1.999. Ambas puertas son conocidas en
dicha documentación como Puerta Salca (1.478) y Puerta Ferrada o
Ferrenya (1.551). La más antigua está dotada de un cuerpo de
guardia, que se restauró en el año 1.999 (Rey Ainat, Gallud
Martínez, 2010), que permite acceder al interior del castillo.
Alrededor
del patio se cree que se dispondrían una serie de dependencias
destinadas a asegurar la defensa del castillo, así como a dar cobijo
al alcaide y su familia. En el siglo XV (Hinojosa Montalvo, 1995),
aparece mencionada la habitación de vigilancia o cuerpo de guardia,
situado encima de la casa baja; la casa de fora, utilizada como
pajar; el palau nou, entendido como un edificio de mejor fábrica que
el resto destinado a albergar al alcaide; el rebost o despensa para
almacenar víveres; la cuina con una gran chimenea llamada casa dels
forns; el establo, encima del cual había una privada o lanterna; la
capilla o iglesia, situada junto a la torre bajo la advocación de
Santa María Magdalena, sobre la que situaba el comedor. Todas estas
estancias estarían techadas a un agua, de teja curva, que permitían
a través de tuberías de cerámica, recoger el agua de lluvia para
almacenarla en el aljibe excavado en la roca y construido con
anterioridad al siglo XV, puesto que sufre reparaciones y limpiezas
en 1.419 y 1.420.
La
gran Torre Maestra era la “cambra pus alta y segona cambra”,
habitaciones destinadas a guardar armas y pertrechos del castillo.
Realizada en tapial sobre un zócalo alamborado de mampostería con
encofrados que presentan unas dimensiones de 1,35 metros de longitud
por 0,90 metros de altura, tiene una altura total de 19 metros, y
está distribuida en tres alturas interiores comunicadas por una
escalera lateral. A la torre se accede a pie llano a través de una
puerta o vano de sillería a la que le falta el arco de medio punto.
La primera planta se haya cubierta por una bóveda de cañón con
rosca de ladrillo macizo presentando sus paredes enfoscadas. La
segunda planta se cubre mediante una bóveda formada por una bóveda
de escayola formada por ocho arcos apuntados formando nervios
entrelazados cuyos arranques imitan falsas ménsulas de cuarto de
bocel entrecruzados alternativamente enmarcando con sus claves una
roseta o pátera en el centro de la bóveda (Azuar Ruiz, 1981, Ferre
de Merlo, 2000). El estudio del trazado y desarrollo de esta singular
bóveda de arcos entrecruzados ha permitido encuadrar la totalidad
del edificio en un horizonte cronológico fijado entre los finales
del siglo XII y principios del XIII, y en concreto en el último
cuarto del siglo XII, que corresponde a una fábrica almohade, que
daba protección a la población que residía en la alquería de
“Biyar”, ya mencionada por el historiador andalusí al-Udrï en
el siglo XI. Por otra parte, el castillo parece que formaba parte de
la frontera estipulada el 20 de Marzo del año 1.179 entre las
Coronas de Castilla y de Aragón en la ciudad de Cazola (Cuenca)
(Azuar Ruiz, 1995).
Con
la conquista cristiana el castillo es asediado por el rey Jaime I en
septiembre de 1.244, encontrando una fuerte oposición, por lo que
mantuvo su sitio desde el 29 de septiembre de ese año hasta febrero
de 1.245, rindiendo finalmente la plaza el qa´id de Biyar, Muça
Almoravit. Sabemos que en junio de 1.254 es nombrado alcaide del
castillo Fernando Garcés de Roda al que le sigue Arnau de Montsó
(1.259) y Gil Sánchez de Alagón (1.261). En la segunda mitad del
siglo XIII, el castillo se convierte brevemente en cárcel de la
Orden del Temple, dirigida por el maestre Pere de Montcada. En este
momento parace que comienzan las obras de transformación del
castillo andalusí en la fortaleza medieval que hoy conocemos. Hay
noticias de ciertas obras en 1.262 ( “in opere dictorum castrorum”)
que se extienden a las alcaidías de Domingo de Vilanova y Soriano de
Montagut ( 1.276-1.280 ), cuando el castillo y la población se
convierten en villa real en el año 1.287, aunque los restos del
castillo caen en abandono y la ruina.
Durante
el conflicto de la Guerra de los dos Pedros en el año 1.348, el rey
Pedro IV nombra a Pere Avin, obrero de los trabajos a realizar en el
castillo. En 1.370, la reina Leonor manda a Antonio de la Madre de
Dios que con el producto de las rentas , reparase el castillo, obras
que serían visionadas y supervisadas por Gerardo Domenech y que
afectan a la torre del portal, las cubiertas de la cocina, las
almenas y el pavimentado del terrado para el agua del aljibe
(Hinojosa Montalvo, 1995).
Durante
el siglo XV, entre los años 1.429-1.430, con la Guerra con Castilla
hay enfrentamientos en Biar. Por último sabemos de un terremoto en
el año 1.536 en la villa que afecta gravemente al castillo, con una
Memoria de reparaciones a realizar fechada en el año 1.551. El
abandono del castillo se produce en el siglo XVI, con el consiguiente
deterioro. El castillo es declarado Monumento Histórico-Artístico
Nacional en 1.931, iniciando en los años 70 del pasado siglo XX una
serie de intervenciones por la Dirección General de Bellas Artes en
el recinto exterior de la muralla y más recientemente la
restauración de la torre por la Consellería de Cultura de la
Generalitat Valenciana, hasta dejar el monumento en las condiciones
actuales.
Fuentes: Wikipedia
Castillos de Alicante
Guardianes de piedra
Ximo G. Rico (Fotos)
Galería:
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