El Castillo de Peñafiel se encuentra situado en la población del mismo nombre en la provincia de Valladolid (Castilla-León).
Peñafiel
constituyó junto con su castillo un punto fundamental en la línea
defensiva del Duero, tanto para cristianos como para musulmanes allá
por los siglos IX y X. Desde el cerro el castillo dominaba los valles
de los ríos Duero, Duratón y Botijas, y protegía la población.
Está
situado en la antigua frontera cristiano-árabe y controlaba la línea
del Duero y el final de la ruta del río Duratón, camino medieval
que venía desde tierras segovianas. El origen de la fortaleza se
remonta al siglo X, quedando constancia documental de su existencia
en 943, cuando era rey de León Ramiro II.
En
983 se apoderó de ella Almanzor, hasta que en 1013, fue
reconquistada por el conde castellano Sancho García; a él parece
que se debe el cambio del primitivo nombre de Peña Falcón por
el de Peñafiel (en latín Penna Fidele); cuando el
conde Sancho García lo toma a los árabes y pronuncia la célebre
frase “desde hoy en adelante esta será la peña más fiel de
Castilla”.
Las
desavenencias matrimoniales entre Urraca de Castilla y Alfonso I el
Batallador dieron lugar a que éste se viera sitiado en el Castillo
de Peñafiel en 1112 por las tropas de su esposa y, en otra ocasión,
por las de su suegro Alfonso VI. Por entonces había sido alcaide de
la fortaleza el burgalés Álvar Fáñez, primo hermano de Rodrigo
Díaz de Vivar y personaje celebrado también en el Cantar del Mio
Cid.
Fernando
III el Santo instituyó el señorío de Peñafiel para su hijo
Alfonso X el Sabio, el cual lo transfirió a su sobrino, y nieto del
rey santo, el infante don Juan Manuel. Éste fue quien se ocupó de
la reedificación del castillo y del recinto amurallado en la primera
mitad del siglo XIV. Algo después, siendo rey de Castilla Pedro I el
Cruel, se suprimió el señorío y pasaron sus bienes a propiedad
regia.
De
Juan I pasó el castillo a manos de Fernando de Antequera, y de las
de éste a su hijo Juan II de Aragón. Siendo Juan todavía infante
residió en el castillo durante algún tiempo, de forma que en él
nació (1421) su primer hijo, Carlos, príncipe de Viana. En él
también protagonizó una revuelta contra Juan II de Castilla, quien
lo tomó en 1451 y ordenó su demolición. No obstante, en 1456
concedió a don Pedro Téllez Girón, Maestre de la Orden de
Calatrava, los derechos sobre los restos del castillo, incluido el de
su reedificación.
Su
trazado en planta posee forma muy estrecha y alargada (unos 35 m de
anchura frente a 210 m de longitud). El conjunto está defendido por
una primera muralla exterior de lienzos lisos que puede datar del
siglo XI y ser, por tanto, la parte más antigua de la construcción.
En
su lado oriental se abre una única puerta de acceso flanqueada por
sendos torreones circulares y coronada por un matacán del que sólo
quedan los modillones. Una segunda formación de murallas delimita el
recinto interior. Está constituida por 28 cubos almenados que se
intercalan equidistantemente en el prolongado cerramiento definiendo
una sucesión de cortinas también almenadas y transitables en su
cumbre a través de un adarve.
En
el centro aproximado de este espacio se levanta la Torre del Homenaje, prisma rectangular de unos 34 m. de altura que alberga tres
plantas abovedadas. El resto queda dividido por ella en dos zonas
cuyos primitivos forjados han desaparecido; servirían de alojamiento
para la tropa y acogerían los almacenes y áreas de servicio. Sus
terrazas harían función de patios elevados. En una de esas alas, la
sur, se encuentra ahora el Museo Provincial del Vino.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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