domingo, 29 de marzo de 2020

Torre de Masegoso (Pozoalmuro, Soria)


La Torre de Masegoso se encuentra situada en el despoblado del mismo nombre, perteneciente a la población de Pozoalmuro, en la provincia de Soria (Castilla-León). 

El torreón esta datado en la primera mitad del siglo X, tras la toma de Agreda por Sancho Garcés de Navarra y el momentáneo abandono de la ciudad por los árabes, formando parte del sistema de autodefensa de varías poblaciones situadas en la comarca del Araviana. En el despoblado de Masegoso nos encontramos con esta torre exenta y aislada en la vega del Rituerto, al estilo de otras muchas de la zona como Noviercas, La Pica o Aldealpozo. Al igual que éstas, se trata de una torre de origen bereber y con las típicas características de este tipo de construcciones defensivas. 

Pascual Madoz, en el siglo XIX, no da noticia de la torre, si bien dice que la aldea cuenta con “algunos manantiales de buenas aguas” y no la da como despoblado. Esto nos recuerda la leyenda que dice que la población de esta aldea se extinguió al ser envenenada el agua por un vengativo joven. La Leyenda del Fantasma, novelada por el escritor decimonónico Manuel Ibo Alfaro, cuenta la desaparición del pueblo. Según ésta leyenda, vivían aquí dos familias, una ganadera y otra agricultora, enemistadas por la posesión del torreón. 

Sin embargo, dos de sus hijos, Manuel y Adela, se enamoran pero son descubiertos y delatados ante sus respectivos padres, cortando el romance de raíz. Manuel contrata a Tía Avedícula para que interceda por ellos ante el cura, quien finalmente convence a las familias para celebrar el matrimonio. Mientras tanto retorna al pueblo Lázaro, nieto de Avedícula, quien se enamora de Adela. Junto a su abuela maquina un plan para suspender la boda, haciendo que del torreón salga todas las noches un fantasma que amedrenta al pueblo. Manuel decide salir armado al paso del fantasma, pero es asesinado por el espectro, que en realidad era Lázaro disfrazado y que, antes de ser detenido por la justicia, envenenó las aguas del manantial y obligó a la gente a abandonar el pueblo. 

El torreón, de 18 metros de altura, presenta planta rectangular y silueta troncopiramidal muy inclinada. Está construido con tendeles de mampuestos y mortero alternados con hiladas de lajas para mejorar su estabilidad. Los muros se levantaron con la ayuda de andamios de madera anclados en la pared mediante almojayas. El basamento es macizo con pronunciada escarpa hasta casi los 3 metros. 

A partir de esta altura las esquinas se redondean para entorpecer la zapa. En el interior, los cuatro pisos más la terraza quedan remarcados por retranqueos donde se apoyaban las vigas de las techumbres, actualmente desaparecidas. La comunicación entre ellos y con el exterior se realizaba mediante escaleras de mano. 

La entrada, que atraviesa el muro por medio de una bóveda de cañón, está realizada a base de sillares, formando un arco de medio punto. La fachada muestra un estrecho ventanal al sur. Cuatro plantas tuvo esta torre, que no cuenta con bóvedas, sino que conserva la original disposición de los mechinales y apoyos para las vigas de los suelos. 

La planta baja, totalmente cerrada, se utilizaba como almacén o calabozo improvisado. En el primer piso, que servía de cuerpo de guardia a una pequeña guarnición, se abre la puerta de acceso hacia el sureste, constituida por un arco de medio punto en sillería. El veno se arma con una bóveda de cañón, igualmente de sillería.

En el segundo piso, una aspillera orientada al oeste facilita su ventilación e iluminación. La terraza, desde donde se harían las funciones de vigilancia y comunicación, no conserva restos de sus almenas. 

El estado de conservación es lo suficientemente bueno como para que merezca la pena una restauración, aunque sea básica. Requiere trabajos urgentes para proteger su fachada oeste, que presenta la piedra más suelta, y el contorno de la torre en su base, incluida la puerta de acceso. 

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