Las Murallas de Almazán se encuentran diseminadas por el casco urbano antiguo de la ciudad del mismo nombre en la provincia de Soria (Castilla-León).
El
término de Almazán estuvo poblado desde muy antiguo, como lo
atestiguan los restos del asentamiento celtíbero de la edad del
Hierro del monte Cinto, y el campamento romano del cónsul Nobilor de
la época de la conquista de Numancia. En el año 1088 Abderramán
III fundó la población, pero su fortificación fue destruida y
abandonada por los árabes 10 años más tarde, y tomada por Alfonso
VI, quien inició su repoblación.
Desde comienzos del siglo
XII, Almazán adquirió una gran importancia al encontrarse en la
línea fronteriza entre los reinos de Castilla y Aragón. En el año
1128l el rey aragonés Alfonso I el Batallador fortificó la plaza y
se refugió en ella, al verse empujado por los avances del rey
castellano Alfonso VII. Durante los siglos siguientes continuó la
disputa por la zona entre los reinos de Castilla y Aragón, que
incluso se vio atacada por Sancho el Fuerte en el año 1196.
Los
enfrentamientos entre Sancho el Bravo de Castilla y Pedro de Aragón
en 1288, la toma de la zona por la familia Cerdá en 1296, la entrega
de la plaza al reino de Castilla en 1305, el establecimiento en 1359
de la corte de Pedro I el Cruel con motivo de las hostilidades con el
reino de Aragón propiciadas por sus hermanastros, los Trastamara, la
entrega de la plaza a Beltrand Duguesclin en pago por sus servicios a
los Trastamara después del fraticidio de Pedro I, y la firma en 1375
del tratado entre Castilla y Aragón conocido como la paz de Almazán,
son algunos de los avatares acontecidos en esta población y su
fortificación por rivalidades entre los reinos de Castilla y
Aragón.
En 1395 Enrique III entregó el señorío de Almazán,
como recompensa por los servicios prestados, a la familia Hurtado de
Mendoza, quienes en el siglo XV abandonaron el castillo y se
trasladaron a su nuevo palacio, el actual palacio de los condes de
Altamira. Almazán hospedó en numerosas ocasiones a reyes y
príncipes, como los Reyes Católicos, el príncipe Don Juan o el rey
Felipe II.
Almazán intervino en la guerra de Sucesión,
siendo saqueada por Felipe V en 1707. También participó en la
guerra contra los franceses, siendo saqueada por éstos en el año
1810, y parte sus murallas destruidas en 1813 por el general Durán
para que no sirviera a los franceses, aunque las puertas fueron
respetadas. Otro importante hecho que reseñar en Almazán es la
fundación de la Orden de Calatrava en el año 1158.
Las
murallas de Almazán tiene una altura de unos diez metros, porque el
fuerte declive del terreno redobla su fortaleza. El adarve está
protegido por un muro con almenas y merlones, donde se abren
saeteras.
Su construcción sigue grandes paños poligonales
con quiebros y variaciones de orientación. No tiene torres, salvo
las que franquean las puertas y el rollo de las monjas, que más que
una torre es un contrafuerte redondo que protege un ángulo de 90
grados en el muro, coronado por un festón de matacanes volados,
unidos por arquillos, sin duda añadidos en el siglo XIV.
De
las siete puertas que tenía el recinto originalmente se conservan
tres y dos postigos. La Puerta del Mercado situada al sur, la Puerta
de los Herreros orientada al sureste y la Puerta de la Villa situada
cerca de la plaza. Las tres son de la misma etapa constructiva y
presentan la misma configuración: dos fuertes torres o cubos entre
los que abren arcos ojivales con matacán oculto, y un arco con apoyo
para un rastrillo levadizo. Los cubos de la puerta del Mercado son
rectangulares, mientras que los de las otras dos son redondos. Las
tres son de toscos y recios sillares. En el siglo XX fue demolida la Puerta de Berlanga, de parecidas características a las existentes. A
la Puerta de la Villa se le añadió la torre del reloj en 1886.
Se
conservan algunos lienzos de la muralla árabe en el tramo que va
desde el rollo de las Monjas hasta la Puerta del Mercado y algunos
tramos de la muralla románica construida por los cristianos en los
siglos XII y XIII. Queda una torre restaurada con cuidados matacanes
a la que llaman el
rollo de las monjas,
el lienzo del lado del río en el qué se embuten la iglesia de San
Miguel y el palacio de Altamira, unos lienzos desde la Puerta de la
Villa hasta la iglesia de Santa María, donde se aprecia el adarve en
los tramos que no tienen construcciones adosadas.
Quedan
también dos postigos: el Postigo de San Miguel y el Postigo de Santa
María, junto a las iglesias de sus mismos nombres. Se tratan de
simples aperturas en el muro conformadas interior y exteriormente por
arcos de medio punto, y bóvedas de cañón en el interior. Cerca de
la iglesia de San Vicente había otro postigo que fue demolido en
1889. En las partes más vulnerables también había un foso del que
no queda nada más que el nombre de una calle (de la Cava).
La
técnica constructiva es simple, con grandes bloques pétreos apenas
trabajados y colocados en hileras horizontales se construye un
encofrado relleno de guijarros envueltos en abundante mortero de cal.
El grosos predominante es de 2,5 metros. Se encuentra en estado de
ruina, parcialmente restauradas y consolidadas.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
Ayto. de Almazán
Galería:
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