El Castillo de San Esteban de Gormaz se encuentra situado en un cerro desde el que se domina toda la población del mismo nombre en la provincia de Soria (Castilla-León).
El
castillo es uno de los míticos castillos de la alta Edad Media que
defendían el paso del río Duero, unas veces para los musulmanes y
otras para los cristianos. Este castillo no fue tan importante ni
reconocido como el de Gormaz (a 30 kilómetros de San Esteban), pero
sí lo fueron sus gentes que defendían el puente que cruza el río
Duero, una poderosa frontera natural entre tierras musulmanas y
cristianas.
Debido
a la escasez de pasos de este tipo sobre el Duero, a la villa se la
llegó a conocer como la «Puerta de Castilla». El castillo está
situado en lo alto de un cerro, a 920 metros de altitud, a cuyos pies
se extiende la villa. Desde arriba se domina un extenso paisaje; el
agua está cerca, hay tierras, pastos abundantes y facilidad de
comunicaciones.
La
construcción del castillo es típicamente musulmana, de base
alargada y estrecha, aunque posteriormente fue reformado por los
cristianos. En la actualidad sólo queda un paredón de su recinto
habiendo perdido completamente el opuesto, levantado a plomo sobre un
acantilado vertical rocoso e imposible de trepar.
En
su interior aún se pueden observar restos de estancias, aljibes y
silos. En el lado más oriental del castillo, encontramos el
misterioso pozo Lairón. El pozo Lairón, un pozo excavado en la
roca, actualmente cubierto de zarzas y matorrales que se supone que
se utilizaba para acceder al río en caso de asedio. Cuentan los
ancianos que una vez se arrojó un gallo y posteriormente se vio
aparecer en las Tenerías (situadas junto al Duero).
Todo
esto son dichos y leyendas que, como sabemos hoy, bien pudieran ser
ciertas ya que la mayoría de castillos en la Edad Media tenían una
gruta secreta que les conducía al río, por donde podían coger agua
sin necesidad de salir de la fortaleza. Probablemente el pozo Lairón
no fuera más que un aljibe para recoger agua de lluvia.
Lamentablemente,
sobretodo con la invasión francesa de 1808, el castillo sufrió
grandes desperfectos. En 1914 el gobierno subvencionó la demolición
de parte del castillo que amenazaba con caer y provocar un desastre
en las bodegas y viviendas que se encontraban bajo él. Aún así,
las detonaciones no se realizaron como estaba previsto y la
demolición se descontroló. Hundió los tejados de diversas casas
destrozándolas e incluso llegó a causar daños al propio
ayuntamiento.
Fuente: Castillos del Olvido
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