El Castillo de Turégano se encuentra situado en la localidad del mismo nombre en la provincia de Segovia (Castilla-León).
El
primitivo Castrum celtibérico fue aprovechado por los estrategas
romanos para completar el sistema de fortificaciones. De él sólo quedan las torres en parte
desmochadas, construidas posiblemente hacia finales del siglo X y de
clara tradición árabe.
De
planta cuadrada, fueron ejecutadas de fábrica de gruesos de cal y
canto, aparecieron traspasadas en su parte inferior por un estrecho
pasadizo conocido como “el paso de ronda” y unidas entre sí por
tramos realizados en tapial.
Según
tradición de los cronicones, la Villa de Turégano fue repoblada por
Fernán González y más concretamente por su hijo Gonzalo Fernández.
De acuerdo con esta tradición el repoblador hizo erigir el castillo
en el interior de los muros del Castro primitivo, denominando a la
Villa “Turrem Vegam” ( Vega de las Torres ).
El
recinto de planta cuadrangular flanqueado por torreones circulares en
los ángulos y rematados por hornacinas con la imagen de San Miguel.
Como característica en común a lienzos y almenas, se encuentran
saeteras del tipo cruz y orbe y palo y orbe. En todo sistema de
protección encontramos también, matacanes, buhoneras, acodos,
recovecos, balcones amatacanados y estrechas escaleras.
El
edificio central se encuentra constituido por la Torre del Homenaje,
cuyo interior se distribuye en estancias, estrechas escaleras, que
comunican las distintas salas y una escalera helicoidal que conduce a
la base de la torre, donde puede contemplarse el bellísimo paisaje y
se palpa el carácter defensivo del castillo. Declarado monumento
nacional en 1931, su emplazamiento recuerda la función defensiva por
el que fue erigido.
En
su construcción se han de distinguir distintos conjuntos que lo
compone: El Castrum y las torres, la primitiva iglesia de San Miguel,
y el traslado de la espadaña a su lugar actual. Muchos autores
defendieron la teoría de haberse construido a la par que al
castillo, hoy se puede afirmar que la iglesia de San Miguel, de
estilo románico, fue ejecutada a finales del siglo XII y a
principios del siglo XIII.
En
el ala oeste encontramos tres torreones construidos con similares
características, sillares de piedra rosa, rematados entre sus
lienzos por parapetos, matacanes y gárgolas de una pieza. La entrada
de la iglesia, marcada encima por el escudo episcopal, está
defendida por dos torres especiales, polígonas en el primer cuerpo y
circulares y circulares en el segundo, corre por ellas una línea de
matacanes debajo de un arco abierto que hace las veces de galería,
donde puede observarse un arco de crucería.
En
ella destacan dos fases constructivas, la primera comprendería las
naves laterales y la torre elevada, actualmente embutida dentro del
torreón central. De la segunda fase destaca la nave central
construida por buena sillería y cubierta con bóveda de cañón
apuntada. Las obras que dan lugar al recinto amurallado se encuentran
en el siglo XV, siendo emprendidas por Arias Dávila en 1471,
continuadas por Arias del Villar y concluidas por Diego Rivera
siguiendo el plan por el, trazado por el Prelado Arias Dávila.La
última fase de la construcción es la colocación, en 1703, de la
espadaña, de estilo barroco y rematada con frontón curvo.
El
rey Felipe II, en 1586 mandó confinar en la cárcel del Castillo de
Turégano a Antonio Pérez, primer Ministro y Privado del Rey,
acusado por traficar con información reservada y por su implicación
en la muerte de Escobedo, secretario del hermano del Rey. En un
primer momento le fue permitida la convivencia de su mujer e hijos,
un administrador, un paje, guardas y alguaciles, formando, a los
pocos días de su llegada, una pequeña corte en su confinamiento.
Tras
un intento de fuga, es trasladado al calabozo de la ábside lateral
de la iglesia del Castillo, donde los presos eran bajados con cadenas
desde el interior de la fortaleza, al no existir otro lugar de
acceso, manteniéndoles totalmente aislados en una pequeña cámara
sin luz. Mientras, su familia era trasladada a Madrid, pasando a ser
encarcelada. Actualmente se puede contemplar el calabozo, entrando
por una puerta hecha posteriormente al lado del altar de la iglesia y
la ranura por donde tiraban la comida y la bebida a los presos.
En
el año 1461 es nombrado Obispo de Segovia D. Juan Arias Dávila,
señor por antonomasia de Turégano. Celebró en la Villa los Sínodos
Episcopales de 1473 y 1483, este último en la desaparecida Iglesia
de Santa María del Burgo. Participó activamente en los asuntos
políticos de su época, partidario en primer momento de Enrique IV,
adepto del Príncipe Alfonso después, y al morir éste, es castigado
por el Rey que le sugiere que abandone Segovia, instalándose en su
Señorío de Turegano, donde siguió siendo fiel a la causa de Dª
Isabel. Fernando el Católico estuvo hospedado en su Castillo durante
tres ocasiones y por distintos motivos. La reconciliación pública
de la Princesa Isabel con su hermano Enrique IV, la organización de
la marcha militar en socorro del Marques de Santillana y con motivo
de la muerte del Rey Enrique IV, para partir desde Turegano a la
Coronación de su esposa como Reina de Castilla en Segovia.
En
1425 Turegano se convirtió en sede de la Cancillería y Audiencia
del Reino por orden de Juan II, durante la celebración de las Cortes
en Palencia. Poco después, en 1428, tuvo lugar en Turegano la
reconciliación del Condestable de Castilla, D. Álvaro de Luna, con
el rey Juan II: "…El Rey de Castilla era venido a Turegano y
estaba donde la Reina y todos los Grandes de La Corte…., el
condestable iba a entrar en la Corte con su gente y antes que llegase
como una legua a Turegano, salían ya muchas gentes a recibirle… En
Turegano se encontraban aquel día tres Cortes: La de los Reyes de
Castilla, la de los Reyes de Navarra y la de D. Álvaro, que a juzgar
por su esplendor, fue equivalente a lo de los Monarcas de la época.". El 3 de mayo de 1440, en la Iglesia de San Miguel, celebra Sínodo
Fray Lope Barrientos, tal vez el más importante Prelado segoviano,
pues llegó a gobernar Castilla al morir el Rey Juan II.
Desde
el año 1123 en que, a petición del primer Obispo de la Iglesia
restaurada de Segovia, el francés D. Pedro de Agen, la Villa fue
donada por la Reina Dª Urraca y su hijo el Rey Alfonso VII a los
prelados segovianos, Turegano comenzó a ser protagonista de la
historia segoviana y de Castilla. Las Comunidades de Villa y Tierra
que constituyeron la llamada Extremadura Castellana de Segovia,
fueron, además de la propia Segovia, las de Sepúlveda, Cuéllar,
Ayllón, Fuentedueña, Pedraza, Coca y Maderuelo, complementándose
con las tierras del Obispo, como enclave de singular importancia: El
Señorío Episcopal, cuya sede principal y Cámara de los Prelados
era la Villa de Turégano.
Fuente: Castillos del Olvido
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