sábado, 21 de marzo de 2020

Palacio Fortificado de Paradinas (Segovia)


El Palacio Fortificado de Paradinas se encuentra en la antigua plaza principal de la población de este nombre, una pedanía del municipio de Santa María la Real de Nieva en la provincia de Segovia (Castilla-León). 

El origen de Paradinas son las ruinas de una villa romana de la que tomó su nombre. En el siglo XVI vivió momentos de importancia y se edificó la magnífica iglesia parroquial bajo las directrices de Rodrigo Gil de Hontañón. Sin embargo, la peste de 1599 sumió a Paradinas en un proceso de despoblación del que no se recuperaría hasta bien entrado el siglo XIX. 

La construcción del palacio data de mediados del siglo XV. Es una casa solariega con un estilo y una forma ligeramente militar más efectiva que real, a la que posteriores reformas dota de huellas renacentistas, visibles en su patio columnado. Su primer dueño debió de ser Don Juan Sánchez de Suazo, Oidor de la Real Audiencia, siendo rey Juan II; según Colmenares, fue constructor del Puente llamado Zuazo de la Isla de León, en San Fernando, Cádiz; sus descendientes emparentaron con los Jiménez, los Arias Dávila y Virués, más una larga lista de caballeros y nobles segovianos. Algunos de ellos ocuparon cargos de importancia en la administración del Nuevo Mundo. A lo largo de los siglos XVI y XVII esta casona se convirtió para sus huéspedes en lugar de esparcimiento y recreo que era atendido por el mayordomo, criadas y hasta capellán propio. 

Se trata de una casona a la que se quiso dar un estilo y forma militares. La entrada se realiza por un arco rebajado, tras cuyo zaguán se abre un patio columnado de estilo renacentista del que sólo nos ha llegado uno de los lados, cuya parte inferior está formada por columnas de piedra, mientras que el piso superior alberga una galería de madera hoy parcialmente cegada. En la esquina de este patio, hoy abierto, y justo encima de la medianera de tapial, se apoya una garita de ladrillo. Este edificio posee a su alrededor un terreno de huertos cercados por un muro de mampostería, que pudo ser usado como jardín en los siglos XVI y XVII al convertirse en lugar de descanso. 

En el exterior del edificio lo más notable son las cinco garitas de ladrillo que dan personalidad a la fachada. Ésta queda reforzada con sillares de granito en las esquinas de la primera planta, y un zócalo de sillarejo hoy tapado con cemento. El resto del edificio es de tapial reforzado con verdugadas de ladrillo, si bien hay restos de esgrafiado de círculos concéntricos, casi tangentes, rematado con escorias como adorno, lo que daba al edificio un aspecto muy distinto al actual. 

Sobre la puerta había un escudo hoy arrancado o tapado, y sobre la entrada un can de granito que soporta un arquillo con abertura entre éste y la pared, que podría servir para arrojar líquidos en caso de defensa y es casi el único elemento del edificio que recuerda a la utilidad de los matacanes. Sobre este elemento se soporta una garita. En esta misma fachada, las tres garitas restantes solo disponen de troneras en forma de cerradura, si bien al otro extremo del palacio, en la otra fachada que hace esquina, la siguiente garita incorpora además troneras de buzón y remate de almenas, y está abierta en su parte superior a diferencia de las otras cinco, que están cubiertas (una en el patio y cuatro en la fachada principal). 

Esta última garita se apoya en ménsulas, mientras que las otras se apoyan en pequeñas escaragüaitas. Todas las garitas llevan bocel de adorno en su parte inferior que sigue la línea de la cornisa de la fachada principal y lo remata en su parte superior con otro bocel de ladrillo. La cubierta del edificio es el de la típica teja segoviana, y los huecos de la fachada principal se abren con tres grandes balcones que se sitúan en la antigua plaza principal del pueblo. 

Recientemente se ha renovado la cubierta. Las garitas fueron demolidas en los años 50 del pasado siglo XX, pero han sido reconstruidas a partir de viejas fotografías. 

Fuente: Castillos del Olvido

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