El Palacio Fortificado de Paradinas se encuentra en la antigua plaza principal de la población de este nombre, una pedanía del municipio de Santa María la Real de Nieva en la provincia de Segovia (Castilla-León).
El
origen de Paradinas son las ruinas de una villa romana de la que tomó
su nombre. En el siglo XVI vivió momentos de importancia y se
edificó la magnífica iglesia parroquial bajo las directrices de
Rodrigo Gil de Hontañón. Sin embargo, la peste de 1599 sumió a
Paradinas en un proceso de despoblación del que no se recuperaría
hasta bien entrado el siglo XIX.
La
construcción del palacio data de mediados del siglo XV. Es una casa
solariega con un estilo y una forma ligeramente militar más efectiva
que real, a la que posteriores reformas dota de huellas
renacentistas, visibles en su patio columnado. Su primer dueño debió
de ser Don Juan Sánchez de Suazo, Oidor de la Real Audiencia, siendo
rey Juan II; según Colmenares, fue constructor del Puente llamado
Zuazo de la Isla de León, en San Fernando, Cádiz; sus descendientes
emparentaron con los Jiménez, los Arias Dávila y Virués, más una
larga lista de caballeros y nobles segovianos. Algunos de ellos
ocuparon cargos de importancia en la administración del Nuevo Mundo.
A lo largo de los siglos XVI y XVII esta casona se convirtió para
sus huéspedes en lugar de esparcimiento y recreo que era atendido
por el mayordomo, criadas y hasta capellán propio.
Se
trata de una casona a la que se quiso dar un estilo y forma
militares. La entrada se realiza por un arco rebajado, tras cuyo
zaguán se abre un patio columnado de estilo renacentista del que
sólo nos ha llegado uno de los lados, cuya parte inferior está
formada por columnas de piedra, mientras que el piso superior alberga
una galería de madera hoy parcialmente cegada. En la esquina de este
patio, hoy abierto, y justo encima de la medianera de tapial, se
apoya una garita de ladrillo. Este edificio posee a su alrededor un
terreno de huertos cercados por un muro de mampostería, que pudo ser
usado como jardín en los siglos XVI y XVII al convertirse en lugar
de descanso.
En
el exterior del edificio lo más notable son las cinco garitas de
ladrillo que dan personalidad a la fachada. Ésta queda reforzada con
sillares de granito en las esquinas de la primera planta, y un zócalo
de sillarejo hoy tapado con cemento. El resto del edificio es de
tapial reforzado con verdugadas de ladrillo, si bien hay restos de
esgrafiado de círculos concéntricos, casi tangentes, rematado con
escorias como adorno, lo que daba al edificio un aspecto muy distinto
al actual.
Sobre
la puerta había un escudo hoy arrancado o tapado, y sobre la entrada
un can de granito que soporta un arquillo con abertura entre éste y
la pared, que podría servir para arrojar líquidos en caso de
defensa y es casi el único elemento del edificio que recuerda a la
utilidad de los matacanes. Sobre este elemento se soporta una garita.
En esta misma fachada, las tres garitas restantes solo disponen de
troneras en forma de cerradura, si bien al otro extremo del palacio,
en la otra fachada que hace esquina, la siguiente garita incorpora
además troneras de buzón y remate de almenas, y está abierta en su
parte superior a diferencia de las otras cinco, que están cubiertas
(una en el patio y cuatro en la fachada principal).
Esta
última garita se apoya en ménsulas, mientras que las otras se
apoyan en pequeñas escaragüaitas. Todas las garitas llevan bocel de
adorno en su parte inferior que sigue la línea de la cornisa de la
fachada principal y lo remata en su parte superior con otro bocel de
ladrillo. La cubierta del edificio es el de la típica teja
segoviana, y los huecos de la fachada principal se abren con tres
grandes balcones que se sitúan en la antigua plaza principal del
pueblo.
Recientemente
se ha renovado la cubierta. Las garitas fueron demolidas en los años
50 del pasado siglo XX, pero han sido reconstruidas a partir de
viejas fotografías.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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