Las Murallas de Segovia se encuentra confundidas entre otras edificaciones más modernas en el casco antiguo de la ciudad de Segovia, capital provincial de la Comunidad de Castilla-León.
Segovia
está situada en el interfluvio de los ríos Clamores y Eresma, sobre
una meseta que se presenta por sí misma como un enclave fácilmente
defendible, factor que fue aprovechado por sus primeros pobladores en
épocas neolíticas. Posteriormente, el castro donde actualmente se
asienta el Alcázar fue ocupado por diferentes pueblos prerromanos,
principalmente celtíberos.
Tras
la crisis del Imperio Romano del siglo II, tuvo lugar un proceso de
amurallamiento que recorrió las posesiones imperiales por lo que muy
probablemente sea éste el origen del primer trazado de la muralla.
La reconquista cristiana de Segovia fue llevaba a cabo por Alfonso VI
en 1088. Esta misión conllevaba el refuerzo de las defensas de la
ciudad, para lo que levantó una cerca que en forma y trazado se
asemeja mucho a lo que ha llegado a nuestros días.
La
pérdida del valor defensivo de la muralla durante el siglo XVI
influyó en el urbanismo de la ciudad, pues se construyeron viviendas
adosadas a la misma e incluso sobre ella. A partir del siglo XVII,
las puertas y sus labores de portazgo se abandonaron. La muralla
perdió entonces su valor defensivo, simbólico y territorial.
Durante el siglo XIX la muralla es considerada ya como un estorbo
urbanístico y su demolición sirvió en algunos casos como pretexto
para disminuir el paro obrero. En el siglo XX trae un cambio de
mentalidad y con él, la necesidad de conservar y valorar la muralla
se hace patente. Comienza entonces una continua labor de restauración
y conservación que llega a nuestros días.
El
perímetro amurallado se adapta a la roca sobre la que se eleva la
ciudad. El lado oriental se abre a la llanura del Valle del Clamores
y en el occidental, mirando hacia el Valle del Eresma, se sitúa el
vértice afilado del Alcázar. Tiene una longitud de 3 km 406 m. El
espesor de los lienzos alcanza los 2,5 m. La altura media de la
muralla desde el pie de roca sobre el que cimenta hasta los merlones
de coronación se estima en 9,47 m. El número de cubos y torres
estimado es de 86, de los cuales 80 están en pie actualmente. Ayudan
a la estabilidad y defensa de la muralla, reforzando las zonas más
débiles constructivamente, que son siempre los cambios de dirección.
Llamamos cubos a aquellos de planta circular y torres a las de planta
cuadrada o rectangular. Predominan en número las torres sobre los
cubos. Del que se conservan algunos visitables (en San Cebrián, San
Andrés, ronda de don Juan II, Obispado, Zuloaga, Postigo del
Consuelo o jardín de los Poetas).
La
muralla está ejecutada mediante técnicas tradicionales: mampostería
ordinaria, en otros, con tapial de piedra con encofrados de madera y
en otras zonas en el encofrado formado directamente por una fila de
mampostería correctamente trabada. La argamasa es cal y arena, arena
de baja calidad con un alto contenido de magras y limos, motivo por
el cual, observamos que predomina el color rojizo. En general, los
lienzos y torres y los cubos de la muralla están realizados con
mampuestos de roca caliza.
La muralla actúa como límite y a la vez
conexión entre los espacios que define intramuros y extramuros. La
ciudad amurallada estaba habilitada por la nobleza y el clero,
mientras que el pueblo llano se asentaba en los arrabales, fuera de
la muralla. La ciudad se organizaba en parroquias y los arrabales
toman también nombres de parroquias como San Marcos, San Millán,
San Lorenzo y San Justo. La ciudad vieja y sus arrabales mantenían
un contacto permanente mediante el comercio y venta de productos
artesanales en los mercados de la Plaza Mayor y el Azoguejo. Sus
mejores exponentes son:
El
Postigo del Sol,
conocido en el siglo XV como Puerta de la Judería o del Corpus
Christi, el Postigo del Sol, al final de la Calle del Sol, es una de
las salidas extramuros de la Judería. Su nombre proviene de la
desaparecida ermita que se encontraba a escasos metros de éste. Era
un hueco abierto en la muralla para el paso de personas. Fue
derribado en el siglo XIX y reconstruido en el siglo XX reutilizando
la portada de una edificación desmontada de la Calle Real. Su nombre
proviene de la desaparecida ermita que se encontraba a escasos metros
de éste. Era un hueco abierto en la muralla para el paso de
personas. Fue derribado en el siglo XIX y reconstruido en el siglo XX
reutilizando la portada de una edificación desmontada de la Calle
Real. Su fachada extramuros está coronada por el escudo de la
ciudad, que preside la entrada al recinto amurallado.
El
Postigo de la Luna,
del que Miguel Ángel Chaves Martín afirma en su tesis
doctoral “Transformación
urbana en Segovia (1800-1950)”que
fue “[…]
demolido en 1885 a petición de un vecino […]”.
Conocido también con los nombres de Postigo
de San Martín,
por la cercana Iglesia de San Martín, y del
Rastro,
por ser el actual Paseo del Salón de Isabel II donde antiguamente se
llevaba a cabo el comercio de despojos de los corderos sacrificados
en la Judería, se recuperó en 1995.
El Postigo de San Juan de los Caballeros. Su origen hay quien lo data en el siglo XIII. Ubicado junto a la Iglesia de San Juan de los Caballeros, actual Museo de Zuloaga, fue reconstruido junto a los del Sol y de la Luna a mediados de los años 90 del siglo XX, y se trata de una sencilla entrada de piedra con arco de ladrillo que da paso a un parque en las inmediaciones del templo, ideal para ver unas estupendas vistas de Segovia. En su cara interna veremos el postigo que está enmarcado en un arco de medio punto de mayores dimensiones.
La Puerta de San Andrés, también conocida como Arco del Socorro, la más monumental de las tres que se han conservado y en la cual se ha instalado el Centro de Interpretación de la Muralla, donde los visitantes conocerán de primara mano su historia. Además, aquí podremos acceder al adarve, desde donde se contemplan unas maravillosas vistas de este lado de la ciudad. En él, se han colocado una serie de paneles explicativos en los que se nos habla acerca de lo que podemos ver desde aquí.
Abierta
en el lado Sur de la muralla, la primera vez que la Puerta de San
Andrés aparece documentada es en el año 1120, si bien la que vemos
actualmente se debe a las obras llevadas a cabo a finales del siglo
XV, o comienzos del XVI, y prácticamente hasta la actualidad. Por
ella se entraba a la aljama de Segovia desde las tenerías y huertos
del Valle del Clamores, y desde los arrabales. El arco cuenta con una
torre a cada lado, las cuales están a su vez unidas a la muralla,
siendo una de ellas poligonal y la otra cuadrada; ambas han
conservado las almenas y los merlones de estilo mudéjar. Asimismo,
en ella estaba el antiguo cuerpo de guardia, lugar en el que se ha
instalado el Centro de Interpretación antes mencionado. Cabe
destacar su cara interior, donde hay instalado un camarín en el que
se venera a la Virgen del Socorro.
La
Puerta de San Cebrián, que corresponde al sector de muralla
más antigua de Segovia, que abre al valle del Eresma. La
construcción responde a una línea más bien austera, sencilla en la
composición: se trata de un alto paredón que se abre mediante un
arco de medio punto que, según la costumbre, sustituía a una puerta
anterior. El aspecto que luce actualmente se debe a las reformas
llevadas a cabo en los siglos XVII y XVIII y a obras de
reconstrucción recientes. Defendida solamente por una torre
prismática, estaba abierta en el sector de la muralla que da a la
parte más despoblada del recinto histórico y ponía en comunicación
a la ciudad con el Convento de Dominicos y con el barrio de San
Lorenzo. Debe su nombre a la ya desaparecida ermita de San Cebrián.
Parece que en origen fue una puerta mudéjar la cual se apoyaba sobre
el espigón y se reforzaba con sillares. Desgraciadamente la puerta
fue revocada y sobre la fabrica anterior se situó en 1580 una cruz
de piedra.
La Puerta de Santiago, que se corresponde a una de las puertasde la muralla que servían de acceso a la ciudad, datada en el siglo XII y con una evolucuón histórica totalmente vinculada a la de la capital segoviana. Mantiene una imagen imponente que nos retrotrae a tiempos belicosos, manteniendo buena parte de su estética medieval y en torno a ella se conserva un tramo significativo de los lienzos de muralla que existen actualmente. Una vez recuperada, mantiene su aspecto de baluarte pero pierde su función militar y se convierte en un espacio expositivo que, en un futuro, albergará la excepcional colección de Títeres de Francisco Peralta en un monumental contenedor de cinco siglos de antigüedad.
Si
se accede desde el oeste, por la vega del río Eresma, se aprecia un
alzado de la misma bien diferente al de otros flancos. Se distribuye
en torno a arcos de ladrillo, el de herradura exterior y los
interiores, correspondientes al rastrillo. La restauración ha
mantenido la línea de merlones y almenas de la primera torre
medieval, para que quede constancia del recredimiento de la misma
efectuando en el siglo XVI. Para acceder a la torre, se utiliza una
escalera exterior. Se trata de una fábrica actual pero, bajo ella,
se han mantenido dos escaleras previas superpuestas.
En el primer
piso, el espacio diáfano aparece parcialmente ocupado por una
maqueta en la que se han representado las diferentes fases
constructivas de la edificación, completando esta propuesta una
serie de recreaciones en 3D de estas mismas etapas. Unos paneles
interpretativos acerca de la historia del monumento y de su
restauración completan la información que se proporciona al
visitante. Desde esta planta, una escalera interior conduce hasta el
denominado Bodegón, estancia que correspondía al cuerpo de guardia.
En la segunda planta se puede observar el sólido maderamen de la
cubierta, un artesonado culminado por un pendolón central.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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