Las Murallas de León se encuentran situadas en el casco antiguo de la capital provincial de León (Castilla-León).
Las
murallas de León corresponden a la cerca romana construida entre los
siglos I a.C. y IV d. C., con añadidos posteriores de los siglos XII
al XV.
La
primera fortificación de León se remonta al siglo I a.C., en época
augusta, cuando León no era más que un campamento militar romano.
Consistía en una doble empalizada de madera de 5 metros de altura y
3 metros de espesor, rellena con la tierra extraída del foso
exterior excavado a un metro de la empalizada.
En
los siguientes 200 años, hasta el siglo I, durante la dinastía
Julio-Claudia se construyó una nueva muralla unos 20 metros por
delante de la original. Esta nueva estructura era también de madera,
de unos 6 metros de altura y 4 de grosor, y estaba revestida por
ambos lados por una pendiente de tepes, bloques de tierra arcillosa
colocados regularmente y con varias almenas de defensa. Dos zanjas
hacían las veces de foso.
En
los siglos I y II la pared exterior de la muralla se reemplazó por
un muro de piedra colocada en opus caementicium (fragmentos de piedra
unidos con mortero de cal, equivalente al hormigón actual) y en opus
vitattum (hiladas de piedras de unos 30 centímetros). La muralla
tenía una altura de unos 6,5 metros y un grosor de 2. En ella se
abrieron cuatro accesos dobles (hoy están desaparecidos) y se
eliminaron los fosos.
Hacia
finales del siglo III o comienzos del IV se alzó una nueva muralla,
la que puede verse actualmente en la ciudad, esta vez de piedra, y el
interior se rellenó con opus caementicium. Tiene una altura de 10
metros y un grosor de 5, y está jalonada por torres o cubos
semicirculares.
A
finales del siglo XIV el rey Alfonso VI ordenó construir la muralla
medieval que se extiende hacia el sur, caracterizada por dobles muros
de canto rodado y almenas rematadas con saeteras muy típicas de la
época medieval.
A
lo largo de la Edad Media y Moderna se realizaron diversas
reparaciones de diferente alcance por todo el trazado. El abandono
sufrido en época moderna dejó a la ciudad desprotegida a comienzos
del siglo XIX. Las últimas obras importantes de refortificación
corresponden a la primera guerra carlista, concretamente al periodo
entre 1836 y 1840.
La
muralla romana rodeaba el recinto del campamento militar, era de
forma rectangular y contaba con una puerta en cada uno de sus
laterales. Aunque en la actualidad la muralla no está completa, los
pequeños tramos que se conservan dan una imagen del contorno
cuadrangular del casco viejo de la ciudad.
De
la muralla de piedra más antigua de la ciudad, levantada a finales
del siglo I d.C., puede verse hoy día un pequeño tramo junto a la
escalera que comunica la avenida de Ramón y Cajal con la plaza de
San Isidoro.
La
única puerta original que sobrevive hoy en día se encuentra en el
lado norte del recinto. Es la llamada Porta Decumana en época romana
y rebautizada como Puerta del Castillo desde la Edad Media por la
fortificación situada en uno de sus laterales. La estructura actual
corresponde a una reconstrucción de mediados del siglo XVIII que
sustituyó a la puerta anterior.
En
esta zona, en la calle Carreras, se puede apreciar un largo tramo de
la fortificación romana cuyas torres fueron demolidas a fines del
siglo XIX. Afortunadamente, en la también cercana avenida de los
Cubos, es posible contemplar aún íntegras las torres romanas del
sector oriental de la muralla, aunque experimentaron una
sobreelevación durante el siglo XIV.
Más
adelante la fortificación desaparece bajo la cabecera de la catedral
gótica para surgir poco después con los basamentos de la puerta
oriental del recinto, la llamada Puerta del Obispo.
La
muralla continúa por la calle Serradores hasta la llamada Torre de
los Ponce, en referencia a su familia propietaria en el siglo XII. En
este punto el lienzo romano gira hacia el oeste, entre las casas de
la Plaza Mayor y del Barrio Húmedo, siendo sólo visibles algunos
retazos entre los tejados. En esta zona se situaría la Porta
Praetoria del campamento, denominada Arco de Rege durante el período
medieval.
Al
alcanzar la Rúa de San Francisco la muralla tomaba dirección norte
hasta llegar a la altura del actual Palacio de los Guzmanes, cuya
construcción significó el desmantelamiento de un buen tramo del
lienzo defensivo. Aquí se ubicó la Puerta Cauriense. Sobrepasado
este edificio el muro se prolongaba por la calle Ruiz de Salazar
hasta alcanzar de nuevo la avenida de Ramón y Cajal junto a la
colegiata de San Isidoro.
Se
encuentra en estado de ruina consolidada, parcialmente restaurada.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
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