Las Murallas de Dueñas se encuentran localizadas en el casco urbano de la población homónima de la provincia de Palencia (Castilla-León).
Se
trata de una torre fuerte de sillarejo con doble arco apuntado, que
sobresale unos metros de la muralla. Para su defensa contaba con una
doble puerta, rastrillo y dos pequeñas troneras redondas,
actualmente cegadas, junto con un portillo lateral que da acceso al
único tramo de muralla que perdura. En el interior se conservan, a
media altura, los mechinales donde se apoyaría un forjado de madera
hoy desaparecido. Se accede a esta puerta a través de un puente que
salva el arroyo Valdesanjuán, que discurre paralelo a la muralla y
actúa como foso natural.
Más
adelante, junto al puente que da acceso a la calle Antonio Monedero,
se encontraba la Puerta de la Villa o de Valladolid, por ser la
utilizada para desplazarse a esta localidad. La de San Martín,
situada al Norte junto al desaparecido puente que permitía cruzar el
Pisuerga para dirigirse a Palencia y Burgos. Por último, al final de
la calle de San Juan se situaban las puertas del mismo nombre que
daban salida al monte.
El
trazado de la muralla, partiendo de esta última puerta, bajaba hasta
el arroyo de Valdesanjuán, para continuar por su margen izquierda
(calle Barbacana) y subir por la carretera vieja hasta la de San
Martín. Probablemente se cerraba la cerca a través de la calle
Corredera, aunque según algunos autores continuaba desde ambas
puertas hasta el cerro del castillo.
Existía
también un pequeño recinto cercano a la desembocadura del arroyo,
donde se situaban el granero y los molinos del conde. Debido a la
importancia que tenía la muralla, en 1568 se prohibía en las
ordenanzas municipales «sacar piedra ni tomar ni lleuar alrededor
de los muros de esta villa de lo que se cay de las çercas, ni de las
baruacanas ni de la ribera del rio…».
En
el siglo XVII Rodrigo Méndez Silva la describe con fuertes muros y
tres puertas. A partir del 1786, en que se falla a su favor en el
pleito presentado por los vecinos cuestionando la existencia del
señorío y se reconoce su condición de realengo, la población se
apropia de piedras de la cerca para su uso particular. En 1829 se
autoriza la utilización de las piedras de la muralla y del castillo
para la construcción del Canal de Castilla. Tres años más tarde
también se permite su uso por parte de los vecinos.
Fuente: Castillos del Olvido
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