miércoles, 18 de marzo de 2020

Castillo de San Felices de los Gallegos (Salamanca)


El Castillo de San Felices de los Gallegos se encuentra situado en el municipio del mismo nombre, fronterizo con Portugal, en la provincia de Salamanca (Castilla-León). 

La villa de San Felices de los Gallegos posee antecedentes romanos. El castillo fue edificado a finales del siglo XIII por don Dionís el edificador rey de Portugal y esposo de Santa Isabel, que se había apoderado de la villa en el año 1296. En el año 1476 los Reyes Católicos se lo concedieron a Garcí Álvarez de Toledo, primer duque de Alba, quien colocó el escudo real en las dos torres albarranas pentagonales del recinto amurallado del castillo en señal de lealtad, y levantó la actual torre del homenaje. En el siglo XVII se construyó alrededor del castillo una barrera abaluartada, para defenderse durante la guerra contra Portugal. 

El castillo era de plaza única, cerrado con murallas de sólida construcción y torres cuadradas. El trazado de la plaza de armas es irregular, casi elíptico, adaptado a las necesidades del terreno. La primitiva torre del homenaje fue derruida y sobre ella se edificó la actual. En torno al conjunto había un foso que servía de primera defensa. 

Las murallas, de sillarejo bastante regular en su aparejo, tenían nueve varas de altura por la parte exterior y cuatro varas en la interior, y dos varas y media de grosor. Antiguamente estaban coronadas por almenas, pero con el uso de nuevas armas, se hicieron desaparecer. Tenía torres cuadradas de escaso saliente, muy espaciadas, sin adarve saliente o amatacanado. Había dos escaleras interiores para subir a los muros. La puerta de salida era llamada del Moro. 

La Torre del Homenaje actual fue construida a mediados del siglo XIV, al convertirse el castillo en residencia palaciega. Esta nueva torre del homenaje es grande y segura, un poco desplazada del recinto primitivo, de sólida sillería bien labrada, y gruesos muros de tres varas y un pie. La elevación de sus muros sobre el nivel de la plaza es de veintinueve varas y por la parte posterior de treinta y seis. Está cubierta por una bóveda apuntada, de dos varas y media de grueso en la clave. La plataforma superior está circundada por un parapeto de tres varas de alto con sendas escalinatas para facilitar el fuego de la mosquetería, sirviendo en lo moderno para el emplazamiento de varios cañones. 

El interior de la torre del homenaje estaba dividido en tres pisos o suelos con fuerte envigado. El piso inferior estaba sobre la bóveda de buena sillería poco más elevado que el nivel de la plaza. Bajo esta bóveda estaba el compartimento que servía como almacén de pólvora, y debajo de este almacén se repartió el cóncavo de la torre en dos separaciones, una para un calabozo subterráneo y otra que para cisterna o aljibe, donde se almacenaban las aguas de la plaza y murallas, que se vertían a través de canalones de piedra empotrados para tal fin. 

Como signos palaciegos del edificio pueden mencionarse varias ventanas, algunas partidas en ajimez, con asientos o estrados laterales en el interior. El adarve, de escaso saliente, descansa sobre arquitos y mensulones de matacán, no calado, sino de adorno. Las torrecillas o caracoles adosados al adarve, también de adorno, están colocadas en los frentes, no en los ángulos. Posee también gárgolas sencillas sin mascarones, merlones extensos en lo alto y escasas almenas. 

La torre y los edificios que la rodean podían quedar aislados del resto de la muralla alzando de los puentes levadizos colocados en las rampas que cortaban el paso de las mismas murallas. Tras la puerta de la torre había una cavidad a cada lado, para poder tapiarla en caso de necesidad. Había también salidas subterráneas ocultas. Los cuarteles adosados al interior de las murallas podían alojar hasta mil hombres y alguna caballería. El castillo contaba también con dos hornos. Hasta nuestros días han llegado dos grandes cañones que estaban emplazados, uno en lo alto de la torre y otro en la muralla. 

Como características fundamentales de la edificación pueden señalarse la portada y las bóvedas que apuntan en ojiva, los arcos o intradoses de las ventanas no son ojivales, perteneciente todo ello al llamado foco extremeño o de Cáceres. Sin duda, esta fortaleza-palacio la levantó doña Beatriz, cuando vivió en San Felices desde 1374. El recinto, abaluartado o bastionado, es de transición sobre el de las murallas (no abundan casos semejantes). 

Tenía tres fuertes baluartes o torres, dos de ellas con arco renaciente de paso inferior y el otro, macizo, adosados a los muros antiguos, acortando la mucha distancia que tenían los antiguos entrepaños o cortinas entre las torres cuadradas primitivas. Estos baluartes nuevos son pentagonales, dispuestos en punta y más salientes, acomodados a una mejor defensa. Los dos baluartes con arco llevan en sus frentes respectivos, sendos escudos y ambos a dos están orlados de un marco lleno de flechas recogidas en cerrados manojos. No llevan granada lo que significa que son anteriores a la toma de la ciudad. 

La villa y el castillo de San Felices de los Gallegos han sido declarados Conjunto Histórico Artístico. La torre estaba bien conservada por fuera, pero en ruinas por dentro. Recientemente fue restaurado todo el conjunto, aunque resulta desagradable a la vista el color blancuzco del granito utilizado. 

Es castillo es de propiedad particular y las murallas municipal. En la torre se ha instalado un aula didáctica. 

Fuentes: Wikipedia
               castillos.net

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