El Castillo de Alconétar, también llamado Castillo de Rochafrida o Torre de Floripes, se encuentra en las cercanías de esta población de la provincia de Cáceres (Extremadura).
Tras la construcción del Embalse de Alcántara en los años 30 del siglo XX, quedó anegado por el agua del embalse por no haberse trasladado a una nueva ubicación.
Los
orígenes de este castillo, cabe buscarlos en la época romana,
cuando se quiso proteger y fortificar el estratégico paso del río
Tajo, por este lugar, sobre la vía de la Plata. Es evidente el alto
valor militar del enclave, ya que se trata del único paso disponible
en varios kilómetros tanto aguas arriba, como aguas abajo.
Quizás
sufriera una importante reforma en época musulmana, que la
refortificaron y, probablemente, ampliaron. Tras la invasión
cristiana definitiva, en 1166, de manos de Fernando II, esta torre
pasa a manos de la Orden del Temple y posteriormente a la de
Alcántara. A pesar de que en su retirada, los musulmanes, arruinan
dos o tres ojos del puente, dejándolo arruinado e inservible, esta
torre será reforzada y ampliada, dado que se establece en este
lugar, un paso de barcas, que permanecerá activo, hasta bien entrado
el siglo XX.
Aunque
la torre continuó formando parte de las posesiones de la Orden,
hasta bien entrado el Siglo XIV. El paso de barcas, era controlado por
los Alba y Aliste, que se encargaban de la administración y del
cobro del portazgo. A pesar de los infructuosos intentos de
reparaciones del puente, en la propia Edad Media, el siglo XVI y el
XVIII, el castillo no perdió nunca su función de control del paso
en ningún momento. Fue reformado, hasta alcanzar su fisonomía
actual, en los siglos XIV-XV.
Actualmente,
se encuentra en estado de ruina progresiva, ya que está casi siempre
inundado por las aguas del pantano. Su acceso no es posible, si no se
va en barca, que permite su acceso en épocas de sequía al interior.
Se
trata de un recinto irregular, adaptado a la formación rocosa sobre
la que se asienta, compuesto por una torre y cerca. Al estar inundado
casi siempre, sólo se puede conjeturar sobre su estructura, de forma
difusa, gracias a los escasos documentos gráficos que existen del
lugar original, antes de la inundación. El elemento que más
destaca, es una soberbia y potente torre del homenaje, de planta
poligonal, ya que uno de sus frentes, es un espolón que le hace
adoptar la forma de un pentágono irregular. El interior de la torre,
está formado por una amplia sala abovedada en la parte superior, a
la que se accede por una escalera interior, practicada dentro de uno
de los gruesos muros y que da acceso a la parte superior.
Posiblemente exista una sala de menores proporciones, también con
bóveda de piedra en el piso inferior, pero si las aguas del pantano
no lo permiten, no es posible acceder a ella. La parte superior de la
torre, está coronada por una fila de mensulas labradas, que
sujetaban una merlatura ya desaparecida.
Ha
sido el escenario de algún pasaje del Quijote, que ubica en este
lugar la leyenda del caballero Floripes, origen de otro de los
nombres por los que es conocida en la actualidad.
Su
imagen actual, es el fruto evidente de la desidia y el nulo interés
que se tiene por el patrimonio español y por el militar en
particular. A pesar de que el recinto externo, está prácticamente
desaparecido, la torre aún se conserva en un estado bastante íntegro
y no merece estar inundada y condenada a languidecer y deteriorarse
poco a poco, hasta desaparecer. Si bien su solidez, no lo anuncian en
un futuro inmediato, es la suerte que le deparará en años futuros,
si no se saca de ahí y se consolida. Está incluido en la Lista Roja del Patrimonio español.
Texto: Tomás V. Alonso
Fotos: Extremadura Medieval y Turismo Extremadura
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