El Castillo de Alcalá de Ebro es una antigua fortaleza situada en la localidad homónima de la provincia de Zaragoza (Aragón).
Era
un castillo de origen musulmán construido en el siglo IX, del que
apenas quedan vestigios, y su utilidad era controlar el paso por la
población y el cruce del río Ebro. Está considerado como un Bien
de Interés Cultural por el gobierno aragonés.
El castillo fue reconquistado en el año 1090 por Sancho Ramírez, pasando a formar parte de la "Terra regis". Posteriormente fue cedido en tenencia a distintos nobles, entre los que podemos citar a los Salces o a los Luna, volviendo a la Corona con el rey Fernando I de Aragón.
En el siglo XVII era propiedad del ducado de Villahermosa, y en el año 1707 fue demolido por orden del rey Felipe V con motivo de haber apoyado Aragón a su causa contra el archiduque Carlos de Austria en la Guerra de Sucesión española.
El
castillo formaría parte desde sus orígenes del sistema defensivo de
la ciudad de Zaragoza, pasando tras la conquista de la ciudad a
formar parte de las posesiones del monarca, quien luego cedería a
distintos señores los lugares en los que se formarían los señoríos
de la Ribera Alta.
Desde
el castillo se controlaría el tráfico de sal y cereales que a
través del Ebro se transportaba en barca desde Remolinos hasta la
ciudad de Zaragoza.
La
propiedad sobre Alcalá correspondió a la casa de los Luna en el
siglo XIV, que más tarde se vincularía por matrimonio con la casa
de los de los Gurrea-Aragón, duques de Villahermosa desde el XV,
instalada en Pedrola.
El
castillo fue derribado por orden de Felipe V, durante la guerra de
Sucesión, por lo que hoy tan sólo quedan dos de sus paños en
esquina, realizados en piedra caliza irregular y mampostería, y que
quedan adosados al antiguo palacio que los duques tenían en Alcalá.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
sipca.com
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