El Castillo de Oreja se encuentra situado en el despoblado de este nombre, perteneciente al término municipal de la localidad de Ontígola en la provincia de Toledo (Castilla-La Mancha).
Situado
a nueve kilómetros de Aranjuez, en lo alto de un promontorio donde
termina la Mesa de Ocaña, se alzan los restos de una fortaleza
musulmana del siglo IX que protegía un paso natural del Río Tajo
conocido como la Barca de Oreja. El sitio, era ya lugar de tránsito
en época romana y se supone incluso el trazado de una vía de que
provenía de las tierras bajas de Colmenar de Oreja, cruzando el río
por el lugar anteriormente citado en dirección al hoy despoblado de
Oreja. Es
allí, en las cercanías del castillo donde se han encontrado los
vestigios más importantes de la ocupación romana en la zona a lo
largo de la historia, demostrando que el lugar debió de tener cierta
importancia.
En
el año 2007 se prospectaron en la zona unos 6000 metros de zanja,
con una anchura de 4 metros, encontrándose vestigios romanos a lo
largo de toda su longitud, constatándose asentamientos de la época.
Se documentaron varias viviendas, algunas de ellas con pavimentos
lujosos, que parece ser estaban relacionadas con la elaboración de
vino, por las piletas y conducciones que allí se encontraron. En
cuanto al nombre de Oreja, muchos opinan que es la derivación
romance de su nombre latino “Aurelia”.
Los
musulmanes ya tenían aquí un castillo en tiempo de Alfonso VI,
quien lo adquirió como parte de la dote de su esposa Zaida. Perdido
tras la derrota de Uclés, en el año 1108, fue una amenaza constante
para el reino de Toledo al controlar el vado y permitir su paso a
expediciones que avanzaban por la orilla derecha hacia la ciudad,
anulando la cabeza de puente de San Servando. En 1113 Mazdalí tomó
el castillo y lo convirtió en un punto de ataque contra las tropas
castellanas, que recibieron una gran derrota en sus proximidades en
el año 1132.
Asediado
durante seis meses por Alfonso VII, con tropas toledanas, extremeñas,
gallegas y leonesas, se rindió por hambre y sed en 1139 y se repobló
la villa con cristianos, a quienes se otorgó un fuero de gran
interés histórico. Se restauró entonces el viejo castillo,
acometiendo grandes reformas y fue cedido por Alfonso VIII a la Orden
de Santiago, que lo utilizaron frente a los almohades. En el siglo XV
pasó a manos de Gutierre de Cárdenas y posteriormente a los Condes
de Colmenar y a los Duques de Frías.
El
castillo de Oreja está formado por una fuerte y alta torre
rectangular cercada por una muralla que sigue la línea irregular del
risco donde se asienta. Dicho risco se encuentra aislado en parte del
borde de la meseta que limita el Tajo por el norte, cuyo vado natural
que aquí existía era vigilado por el castillo.
Tiene
algunas saeteras circulares, indicios de matacanes de madera y
grandes y toscos merlones que rematan las torres. Las esquinas son de
sillería y están redondeadas a media altura. Sólo posee una
puerta. En el interior pueden apreciarse los restos de la iglesia,
dos bóvedas y un aljibe.
Ya
en la Edad moderna, a causa del dificultoso acceso a la zona, la
falta de luz, de servicios médicos y de agua corriente provocó que
los últimos habitantes de esta milenaria ciudad la abandonaran el 14
de agosto de 1959; sus restos aún se mantienen en pie a pesar del
paso del tiempo.
Fuente: Castillos del Olvido
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