El Castillo de los Vélez es una fortaleza que se encuentra situada al lado de la población de Mazarrón, al sur de la Región de Murcia.
La fortaleza se encuentra situada en pleno casco urbano de la oblación, sobre un pequeño cerro que se eleva unos 30 metros de altura sobre el terreno circundante. Por su enclave, domina perfectamente el casco antiguo de la actual villa. La función residencial que también tuvo el castillo condicionó la elección del lugar donde se construyó, precisamente controlando a la población y las explotaciones mineras circundantes.
El contorno de
sus imponentes ruinas, recientemente rehabilitadas, es fácilmente
accesible desde algunas de las calles que rodean a la fortaleza.
Tradicionalmente se ha llegado hasta sus mismos pies desde el extremo
meridional de la plaza del Ayuntamiento, lugar en el que está
ubicada la iglesia de San Antonio, donde se toma dirección noroeste
por las calles Ana Moreno y Santa Rita, lo que nos situará frente a
su fachada septentrional. Allí se pueden contemplar los muros de una
interesante fortificación en la que se entremezclan defensa y
apariencia.
Construida a
finales del siglo XV, el edificio está ligado a la familia que
patrimonializó el Adelantamiento Mayor del Reino de Murcia -los
Fajardo-, que posteriormente fueron nombrados marqueses de Los Vélez.
Este linaje y el de los Pacheco fueron, por concesión regia y desde
1463, propietarios de las minas de alumbre existentes en el lugar, un
mordiente textil muy apreciado en la época. Por desgracia, la
fortificación fue en buena parte destruida entre los años finales
del siglo XIX y los comienzos del XX, cuando se abrió la boca de una
mina en el mismo interior.
Los orígenes
del castillo de Los Vélez de Mazarrón hay que situarlos en la
década de 1490. Apenas treinta años antes, el marqués de Villena,
Pedro Pacheco, había recibido la concesión de las minas de alumbre
descubiertas en el lugar (por entonces en el término concejil de
Lorca), que inmediatamente compartió a medias con el todopoderoso
Pedro Fajardo, adelantado mayor del reino de Murcia. La factoría,
gestionada por arrendadores genoveses, se convirtió muy pronto en un
pujante núcleo urbano que contrastaba con los grandes espacios
despoblados que se extendían tras el litoral murciano.
La peligrosidad
del lugar, amenazado constantemente por corsarios procedentes por lo
general del norte de África, llevó a la necesidad de construir
elementos defensivos y de control del territorio. Tanto el marqués
de Villena (futuros duques de Escalona) como el adelantado de Murcia
(por entonces señor de Cartagena y posteriormente marqueses de Los
Vélez), construyeron sendos edificios fortificados en el lugar hacia
los últimos años del siglo XV. Sin embargo, en ello no hay que
olvidar el sentido político que estas obras tuvieron, pues señalaban
perfectamente quiénes eran los que de facto controlaban la población
y las explotaciones mineras, por encima del poder local que podía
suponer el concejo de Lorca. Se trata de lo que se ha dado en llamar
arquitectura de las apariencias. Y aún son visibles los blasones en
los muros, no sólo del castillo, sino también en los de las
cercanas parroquias de San Andrés y San Antonio.
La industria del
alumbre iría decayendo progresivamente hacia finales del siglo XVI.
Pero los designios de la fortaleza estuvieron ligados, para bien y
para mal, a la minería. Tanto, que si la obra se construyó gracias
a ésta, una mina acabaría con el castillo-palacio, pues dentro de
lo que fue el área residencial del edificio se abriría una a
finales del siglo XIX, que destruyó y enterró la fortaleza. La
limpieza de la escombrera y la consolidación de los muros en la
reciente restauración, permite que hoy se puedan contemplar los
restos de esta interesante construcción, a caballo entre lo militar,
lo político y lo simbólico. Peor suerte sin embargo, corrió la
casa fuerte que el marqués de Villena tuvo en la villa (independente
de Lorca desde el último tercio del siglo XVI), situada a unos 350
m. hacia el sureste de la de Los Vélez, pues fue destruida
totalmente para la construcción privada a finales del siglo XX.
La fortaleza presenta, claramente, varias fases constructivas que desdibujan y confunden la estructura original, especialmente en su interior. No obstante, en la actualidad se aprecia que, construida adaptándose al terreno, su planta es irregular, alargada, con una longitud máxima de 42,50 metros en sentido este-oeste, y una anchura de 15 metros en dirección norte-sur.
La construcción
se encuentra delimitada por gruesos muros, de un metro de longitud
aproximadamente, construidos en un sistema mixto donde predomina la
obra de mampostería mediana, bien aparejada y trabada con mortero,
que se apoya directamente sobre la roca madre. En la fachada
septentrional, los paños de argamasa aparecen verticalmente
separados a alturas irregulares por estrechas verdugadas compuestas
por una doble fila de ladrillo colocadas en la horizontal.
Es en este lugar donde se conservan tres aspilleras abuzonadas, mientras que en el resto de los muros se abren grandes vanos que denotan su carácter residencial, alternando en algunos casos con huecos preparados para ballestería o arcabucería. En el conjunto se aprecia que estuvo ya adaptada al uso de la artillería, pues así de disponen algunos de sus vanos, que recuerdan, en ocasiones, a algunas de las estructuras que aparecen, salvando las lógicas diferencias de conjunto, en otras fortificaciones pertenecientes a los Fajardo construidas a finales del siglo XV y comienzos del XVI, como en el Castillo de Mula o en el impresionante castillo de Vélez Blanco, en Almería.
El acceso pudo
haberse situado en la fachada meridional, por una puerta elevada que,
aunque muy destruida, aún se conserva. Aquí el muro está
flanqueado por una torre semicircular, construida con mampostería
trabada con argamasa, cuyo diámetro mide aproximadamente unos 6
metros. Precisamente este elemento ya denota una fase constructiva
previa, quizá más enfocada a un carácter más puramente militar,
que más tarde dio paso a una reforma del edificio con la intención
de acrecentar el sentido residencial.
En la ladera
meridional del cerro se extiende un amplio espacio murado en su lado
de poniente que ha venido siendo identificado con parte de la
fortificación o con un gran patio de armas. No obstante, también
podría corresponder, al menos en parte, con un aterrazamiento ya de
época moderna.
Fuentes: Wikipedia
regmurcia.com
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