miércoles, 25 de diciembre de 2019

Castillo de Malamoneda (Hontanar, Toledo)


El Castillo de Malamoneda está situado en la población de Hontanar, en la provincia de Toledo (Castilla-La Mancha). 

El castillo fue construido en el siglo XIII, sirviendo junto a la torre de Malamoneda de fortaleza y refugio de los pobladores de Malamoneda, cuyas casas aún subsisten pero están deshabitadas. Este paraje fue reconquistado en el siglo XII, aunque ya debió estar poblado siglos antes, ya que se encontraron en la zona restos de construcciones romanas y existen pruebas de restos de la Edad del Bronce. 

El territorio en el que se encuentra el castillo de Malamoneda fue repoblado por el caballero Alfonso Téllez, quien en 1210 recibía de Alfonso VIII este lugar. En 1226 lo vendió al arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, junto con el castillo de Dos Hermanas y otras aldeas de los Montes, pobladas por el mismo luchador. El castillo pasa a ser propiedad de la corona bajo el reinado de Fernando III el Santo. En 1246 compró todos los Montes que llevaban su nombre por 45.000 maravedís de oro, siendo ya de la ciudad hasta la desamortización civil del siglo XIX. También se sabe que estuvo en manos de la Orden del Temple. 

Es un edificio rectangular, sin torres, ventanas ni saledizo alguno, con muros de 1,50 metros de espesor. Su única puerta es pequeña y de medio punto. El interior está vacío y no se conserva ningún resto de construcción alguna, observándose mechinales en la muralla para algún forjado de vigas. En el exterior había un contramuro de hormigón más antiguo que el castillo, resto probablemente de obra romana y que fue demolido adrede hace pocos años. 

El nombre de Malamoneda se justifica por la leyenda de un templario traidor, que permitió el acceso de los musulmanes a la fortaleza a cambio de una recompensa en oro. Todos sus ocupantes fueron muertos, incluido el traidor. Al llegar los refuerzos cristianos, observaron que los cuerpos, arrojados desde el castillo, se habían hundido en las rocas, sepultándose de forma natural. Todos salvo uno, que sujetaba en las manos una moneda de oro.

Fuente: Castillos del Olvido

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