El Castillo de Lezana de Mena se halla situado en la población del mismo nombre en la provincia de Burgos (Castilla-León).
Esta
imponente construcción, cuyo origen se remonta al siglo XIV,
constituye un documento material de excepcional importancia para la
comprensión del proceso de feudalismo o señorialización que
experimentan las aldeas del Valle de Mena en el transcurso de los
siglos XIII (en su segunda mitad) al XV.
Hasta
ese momento, los habitantes de los lugares y villas de behetría
menesas estaban sometidos únicamente al fuero o jurisdicción regia
y la mayoría disponía de plena propiedad sobre sus predios o
solares. En el seno de estos lugares de behetría, convivían,
fundamentalmente, labradores y caballeros, y ambos ostentaban la
condición de hidalgos, status jurídico que los exoneraba de ciertas
cargas tributarias y les otorgaba prebendas o privilegios en
determinadas cuestiones de carácter económico, militar, penal, etc.
La
diferencia entre unos y otros residía en el poder económico
materializado en el patrimonio territorial de cada uno de estos
grupos de propietarios plenos poseía. Esta diferenciación
económica, comienza a manifestarse ya en los siglos altomedievales
(VIII – X), cuando estos caballeros –mayores, seniores,
infanzones o máximos- a decir de la documentación de la época –
comienzan a acumular tierras por encima de sus necesidades de
subsistencia y crean su pequeños dominios.
En
la Plena Edad Media, siglos XI – XIII, los descendientes de estos
verán acrecentar sus posesiones a si como su preeminencia social
debido a su colaboración con el poder real en las conquistas de los
territorios que se van arrebatando al Islam, y a una política de
matrimonios y alianzas vasalláticas dentro de su propio seno.
De
esta forma, en los siglos centrales de la Edad Media, asistimos a la
consolidación de esta pequeña nobleza local a la que pertenecen
linajes meneses como los Ortiz, Vivanco, Vallejo, Gil y Angulo.
Precisamente a estos últimos se vincula la construcción de esta
torre en el siglo XIV, según se desprende de un documento fechado en
1397.
La
presencia de esta fortaleza ubicado dentro del caserío, manifiesta
la integración de estas aldeas en un nuevo marco socioeconómico y
jurídico, el señorío, fruto de la privatización del poder
político. En este sentido, la torre encarna el poder del señor en
el seno de la aldea; es un símbolo de ostentación y el centro
económico, político y físico del señorío.
Su
perfil defensivo responde a una tradición constructiva que se
remonta a los siglos altomedievales, época de verdadero peligro
debido a las constantes luchas entre los poderes cristianos y
musulmanes, al tiempo que evidencian una cierta preocupación por
parte del señor ante posibles revueltas o ataques provenientes de
otras de otros nobles. El siglo XIV es un siglo especialmente
convulso a causa de los enfrentamientos banderizos motivados por el
dominio territorial y al ascenso de una nueva nobleza, que surgida
tras la guerra civil trastamarista, ambiciona y acapara el patrimonio
de otros linajes.
Dentro
de esta nobleza nueva, destaca la familia de los Velascos que, desde
1369, gracias a las mercedes que obtiene de Enrique II, se hace con
el dominio territorial y jurisdiccional de todas las tierras situadas
al norte del Duero. La rama menesa de este linaje, se hace con la
propiedad de la torre de la torre en el siglo XV, vinculándola a
través de la institución de mayorazgo, a una serie de bienes que
formaban parte del patrimonio de esta familia. Así mismo los nuevos
titulares introducirán algunos cambios en la construcción como la
realización de garitones que rematan los ángulos superiores del
edificio.
De
esta forma, y obviando los añadidos de época actual, la fábrica de
este edificio corresponde a los siglos XIV – XV. Con una altura
cercana a los 20m y unos muros de gran espesor en los que apenas se
abren vanos, la torre, levantada con sillarejo regular, aparece
enclavado en el centro de un recinto cerrado por una cerca construida
en mampostería y jalonada en sus flancos y en el centro de sus
lienzos por cubos y torres que la protegen y aíslan del exterior.
En
origen, está cerca estuvo rematada con merlones para dificultar aún
más el acceso al recinto defensivo y garantizar la defensa de los
protectores de los mismos. El acceso al patio de la torre se realiza
a través de un vano de entrada apuntado, localizado en la torre sur
de la muralla.
El
ingreso a la planta baja de la torre se realiza a través de una
entrada apuntalada abierta en la fachada Este del edificio. Este piso
albergaba las caballerizas y por razones de seguridad no estaba
comunicado con los superiores.
El
acceso a estos se efectúa a través de una escalera que en su primer
tramo permite acceder al adarve de la muralla, mientras que el
segundo tramo desemboca en una plataforma que, a modo de puente o
pasarela, conecta el torreón con la torre Este de la cerca. En
origen, esta torre de la muralla era más elevada y estaba rematada
por una ventana apuntalada ajimezada que en su parte interior
presentaba dos poyos o asientos.
Frente
a la pasarela, aparece un vano apuntado que da paso al primer piso de
la torre, integrado por diferentes estancias que en otro tiempo
sirvieron como salón, cocinas y alcobas. Sobre esta planta, se
levantan otros dos pisos más que posiblemente también albergaban
alcobas, y, finalmente, coronando la construcción, se encuentra la
terraza almenada desde la que el señor podía dominar visualmente
todas las aldeas sometidas a su jurisdicción.
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario