El Castillo de Trevejo se encuentra localizado en la pedanía del mismo nombre del término municipal de la población Villamiel en la provincia de Cáceres (Extremadura).
La
fortaleza original fue erigida de forma más primitiva en el siglo
XII por los musulmanes, para más tarde, en el siglo XV, ser
configurada como castillo. Fernando II arrebató el control de la
zona a los musulmanes en 1166 y más tarde la fortaleza fue
conquistada por Alfonso VII de León. El monarca cedió el control
del castillo de Trevejo a la Orden del Temple y en 1184, tras
intensas luchas de poder, pasa a manos de la Orden de San Juan de
Jerusalén por orden de Fernando II de León.
Los
turbulentos avatares de la historia hicieron que el castillo pasase
por distintas manos, incluidas las de las órdenes de Santiago y de
Alcántara, para finalmente pasar a formar parte del patrimonio de la
familia Zúñiga. Más adelante, el edificio tuvo una enorme
importancia en los enfrentamientos con Portugal y Francia, siendo
precisamente en el siglo XVIII durante la invasión francesa cuando
el castillo fue destruido por su valor estratégico.
En
cuanto a su estructura, el castillo se compone de dos recintos. El
interior cuenta con un patio de armas de pequeño tamaño que
comunicaba con la torre del homenaje a través de un puente levadizo.
El recinto exterior se encuentra mucho peor conservado, y era la zona
que albergaba las caballerizas y las dependencias de trabajadores y
habitantes del castillo.
La peor calidad de los materiales
constructivos es uno de los motivos de la desaparición de la muralla
exterior, que estaba construida en piedra seca. En el área de la
barbacana sólo se localizan las dependencias del cuerpo de guardia
donde se hallaba la boca del aljibe que abastecía de agua al
edificio.
La Torre deHomenaje, de planta pentagonal, ha perdido dos de sus muros
y los tres restantes se encuentran en un estado de conservación muy
comprometido. La torre contaba con dos cuerpos y una terraza coronada
por almenas. Al interior observamos una distribución a cuatro
cámaras. Se conservan varias dependencias, entre ellas una curiosa
letrina y las chimeneas. En esta zona también nos encontramos con un
socavón que nos permite ver la estructura de una planta subterránea
y las dependencias situadas en ésta. Sin embargo, su gran
profundidad y ausencia de acceso no permiten visitar el subsuelo, y
suponen un enorme peligro para el visitante.Curiosamente de este
subsuelo partía un largo pasadizo conocido como “Lapa de la
Sierpe”.
Su
estado de conservación es preocupante, con un acceso poco seguro y
unos carteles de información muy deteriorados. Hay peligro de caída
de sillares y ciertas partes de la estructura perimetral son
susceptibles de desplome. El acceso a la torre del homenaje es
totalmente imposible para muchas personas, ya que un tablón de obra
apoyado en la paredes la única manera de pasar al interior. Dentro
de la torre los muros se encuentran precariamente apuntalados con
vigas de madera, y encontramos un gran socavón, del que hemos
hablado anteriormente, con varios metros de caída, lo que hace que
la visita sea muy peligrosa.
Fuentes: Arte en ruinas
Inés Martín
Galería:
Fotos de Inés Martín:
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