viernes, 20 de diciembre de 2019

Castillo de Lopera (Jaén)


El Castillo de Lopera se ubica en el centro de la población homónima de la provincia de Jaén (Andalucía), sobre un antiguo recinto amurallado islámico, y dispuesto para el control del valle del Guadalquivir y de la rica zona agrícola de la campila baja. 

El castillo es de construcción cristiana de la segunda mitad del siglo XIII, aunque se practicaron importantes reformas a lo largo del siglo XV. En Lopera hubo asentamientos romanos y visigodos, hasta que fue conquistada por los árabes a principios del siglo VIII, aunque se mantuvieron los asentamientos de población anteriores. 

En época del Emirato de Córdoba, se creó una fortificación sobre el antiguo oppidum del cerro de San Cristóbal, para refugio de los campesinos en caso de peligro, sin embargo durante los siglos IX y X, la población se trasladó al actual solar municipal, próximo al río Salado, donde se formó una pequeña alquería árabe que, en los siglos XI y XII, se fortificó para defenderse de los ataques castellanos. 

Una vez conquistada por los cristianos, en 1242 fue cedida por el rey Fernando III a la jurisdicción de la Orden de Calatrava, la cual construyó el castillo que ha llegado hasta nosotros. La Orden constituyó la Encomienda de Lopera, que aseguraba a la marca calatrava de Martos una salida hacia el Guadalquivir. 

En el siglo XV, el castillo se vio involucrado en las luchas civiles entre el rey Enrique IV y la nobleza. El 14 de octubre de 1466, las tropas del concejo de Andújar, mandadas por el alcaide don Pedro de Escavias y partidarias del rey Enrique IV y de sus representantes en Jaén, el condestable don Miguel Lucas de Iranzo y don Beltrán de la Cueva, atacaron y saquearon Lopera, según detalla la Crónica del Condestable, como represalia por su fidelidad al bando rebelde que capitaneaban, don Pedro Pacheco, marqués de Villena y don Pedro Girón, marqués de Calatrava. 

En 1856, el castillo fue adquirido por Alonso Valenzuela, alcalde de Lopera y diputado a Cortes. Desde principios del siglo XXI, su propiedad es pública, si bien anteriormente fue bodega y fábrica de vino. 

El castillo, de grandes proporciones y fabricado con mampostería en hiladas y el mortero de cal, tiene una base pentagonal irregular, defendida por cinco torres en sus esquinas, cilíndricas unas, prismáticas otras, y singulares balcones amatacanados para garantizar la mejor protección de las puertas y de alguno de los torreones. 

El espacio interior se organiza en torno a un patio de armas que incluye la peculiaridad de contar con dos magníficas torres de Homenaje, unidas entre sí por dos lienzos de muralla. Son de planta rectangular, esquinas achaflanadas y matacanes de ladrillo. La torre de Santa María tiene su entrada por arco apuntado, al nivel del patio de armas y un remate en el parapeto almenado. Está estructurada en dos cuerpos y contiene una preciosa capilla cubierta con bóveda esquifada. En la parte central de cada uno de los lados destaca un balcón amatacanado, mientras que en merlones alternos hay saeteras que llegan hasta el parapeto. La torre de San Miguel dispone de su entrada en el primer piso, y aunque parece contemporánea de su compañera no se aprecia el remate almenado porque está desmochada. Se utilizaba para controlar el acceso al alcázar. 

En la subida a las torres destaca el modelo de escalera de caracol, de piedra, un elemento funcional que permite aprovechar al máximo el espacio, sin concesiones al ornato, en consonancia con la austeridad y funcionalidad de los muros. En el lado menor del pentágono murado se encuentra la puerta principal, protegida por dos torreones cilíndricos. 

La puerta la forma un arco de medio punto con dovelas, pilastras y fustes reutilizados de viejas columnas romanas y está ligeramente elevada sobre el entorno con una ligera cuesta empedrada que añade cierta monumentalidad a esta fachada del castillo, por lo demás sencilla y bien proporcionada. En la parte opuesta, había otra puerta que conducía a un pasadizo con bóveda de medio cañón y arco trilobulado gótico. 

De la muralla que señalaba el perímetro del conjunto apenas se conserva un torreón muy restaurado. En sus muros se encuentran estilizados vanos con grandes sillares irregularmente dispuestos a soga y tizón y cubiertos con arcos de medio punto compuestos también de grandes sillares, a veces, remendados con ladrillo. 

En el interior de la torre de Santa María, en 1535, se construyó una capilla-oratorio en estilo gótico. Un friso en yesería nos recuerda la fecha y el nombre del comendador que la patrocinó, don Pedro Pacheco. Destacan en ella los haces de columnillas rematados por capitel gótico, el arco apuntado y la bóveda esquifada. 

Fuente: Wikipedia

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