El Castillo de Lojuela está situado en la alquería del mismo nombre perteneciente a la población de Murchas, en la provincia de Granada (Andalucía).
La
población lindaba con los términos de Dúrcal, Cónchar, Restábal
y Melegís. Murchas era la alquería más cercana, a menos de 100
metros, por lo que no es de extrañar que Lojuela fuera engullida por
el término de Murchas. El topónimo de Lojuela, Aleuxa o Leuxa,
provine del árabe, y puede significar laja o piedra plana que se
usaba para cubrir los terrados de launa اللوشة
(al-Lawsa).
Esta alquería estaba constituida por 22 viviendas, distribuidas en
dos barrios, el de Arayael y Alcudia.
Sus
habitantes se dedicaban fundamentalmente a la agricultura. Destacaban
las plantaciones de olivos, viñas, cultivos de secano, y árboles
frutales. Entre las edificaciones más importantes de la alquería de
Lojuela se encontraba un horno para cocer pan, la mezquita, un
macaber (cementerio musulmán), y el castillo. Esta alquería quedó
despoblada en el último tercio del siglo XVI, tras la segunda
sublevación de los moriscos.
El
castillo se encuentra a 600 metros de altitud. Corona un pequeño
cerro, que desciende casi verticalmente por uno de sus lados, sobre
la margen izquierda del río Dúrcal. Se piensa que el castillo fue
construido en la época emiral, siglo XI. En su entorno hay un
yacimiento prehistórico, donde se pueden encontrar abundantes restos
cerámicos de época ibérica y romana, que se han utilizado incluso
en la construcción del tapial del castillo. Es de planta poligonal,
está formado por dos estructuras bien diferenciadas: una Torre y
parte de una muralla.
La torre fortificada está asentada en el extremo noreste de la fortaleza y es la parte más elevada del conjunto. Es de planta rectangular y sus dimensiones son de 9,85 m. por 8,85 m. La parte baja de la torre, hasta los 4 metros de altura, está realizada en mampostería. Sobre ella se levantan muros de tapial de color ocre-rojizo, pobres en cal. Estos muros contienen en su interior abundantes fragmentos de cerámica romana. El exterior de la torre conserva parte del enlucido, aunque se aprecian las huellas propias del encofrado. Las esquinas de los muros están reforzadas por sillarejos.
Aunque
la extrema cercanía al río, donde coger agua, hacía que no fuera
necesario que el castillo de Lojuela tuviera aljibe, lo cierto es,
que no se sabe con exactitud si hubo o no algún tipo de aljibe.
Algunos historiadores plantean que pudo haber uno bajo la torre.
La torre, que servía para alojar a la guarnición, está integrada dentro de un recinto amurallado. El flanco oeste del castillo carece de muro perimetral, al aprovechar al máximo lo abrupto del terreno, haciendo la propia roca de defensa natural. Existen pequeños muretes, de los que se observan restos entre las peñas.
Al sureste del conjunto defensivo, todavía queda en pie un gran lienzo de muralla de más de 40 metros, y su altura sobrepasa en algunos puntos los 6 metros. Esta muralla es escalonada con el fin de adaptarse a la fuerte pendiente del terreno y está construida con tapial muy pobre en cal. Al igual que el torreón, la muralla perimetral está construida sobre obra de mampostería como base.
Los mampuestos del muro están nivelados con grandes ripios, que en algunos casos aparentan auténticas verdugadas, sirviendo, tanto de asiento y nivelación del encofrado del tapial, como para impedir la absorción de humedad por capilaridad. El paramento exterior conserva un buen estado de conservación su enfoscado, mientras que el interior se conserva muy degradado, habiendo perdido todo el enlucido. En el interior del recinto se pueden apreciar restos murarios que configuran las habitaciones de posibles viviendas.
Fuentes: Wikipedia
castillos.net
Galería:
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