El Castillo de Hellín se encuentra localizado enmascarado entre las viviendas de la parte alta de esta localidad homónima de la provincia de Albacete (Castilla-La Mancha).
Ejemplo
de baluarte estratégico asociado a las fortalezas que jalonaban el
paso del sureste peninsular, en lo que sería el camino real de
Madrid a Cartagena, caso de Jumilla, Cieza, Tobarra o Sierra, el
castillo de Hellín fue el origen del nuevo asentamiento de la ciudad
tras el progresivo abandono del Tolmo de Minateda a partir del siglo
IX de nuestra era.
Ese
papel de control de las rutas naturales entre Levante, Murcia y la
Meseta le confiere una fisonomía típica de castillo-fortaleza
en lo alto del cerro donde se levantaría más adelante el Santuario
del Rosario (cuya reconstrucción tuvo lugar en el siglo XVIII) y
donde surgió el primitivo núcleo de la actual ciudad.
El
cronista oficial de Hellín, Antonio Moreno García, estima que sus
orígenes «podrían situarse en el primer cuarto del siglo IX, entre
los años 820 y 830, y nace con el doble carácter de castillo y
fortaleza, pues aparte de la función bélica de defensa también
controlaba las propiedades agropecuarias y el aprovechamiento del
agua. La construcción musulmana no se levanta en este caso sobre
antiguos restos de edificaciones romanas, como ocurre en el torre de
Isso, o visigodas».
Cabe
apuntar, no obstante, que el historiador y arqueólogo José Luis
Simón, autor de la última obra de referencia publicada sobre el
tema, Castillos y torres de Albacete, sitúa el inicio de su
construcción más tarde, «en algún momento del siglo XI, con la
inestabilidad de la fitna bereber».
La
fortificación aprovecha la orografía escarpada del cerro donde se
asienta y refuerza sus muralla con diversas torres de planta
rectangular, además de la central del homenaje. José
Simón García también refiere que en el edificio se aprecian «tres
fábricas que emplean la técnica del tapial y son de hormigón,
mampostería encofrada y de tierra calicostrada, no posee fábricas
góticas como sucede en otros conocidos castillos de la provincia,
como Chinchilla de Montearagón o Almansa».
El
de Hellín es uno de los últimos reductos conquistados por las
tropas de Fernando III y el emir acepta ser un
protectorado de los reinos de Castilla en 1243 y dos años después
el castillo fue cedido por el monarca a su esposa, Juana de Ponthieu.
Tras
incorporarse al Señorío de Don Manuel a finales del XIII, fue
testigo de la invasión aragonesa de Murcia, una breve ocupación de
Juan Ide Navarra y su posterior adhesión al Marquesado de Villena. A
diferencia de otras remodelaciones en fortalezas de sus dominios, el
primer marqués, Juan Pacheco, no reconstruyó la de Hellín,
que se mantuvo como base para las tropas. Concluida la Guerra del
Marquesado, finalmente Hellín y su fortaleza se incorpora
definitivamente a la Corona de Castilla y el progresivo abandono y
deterioro de la misma se produce a partir del siglo XVI (los Reyes
Católicos exigieron a las villas la entrega de sus fortalezas y
muchas fueron derribadas para evitar nuevas sublevaciones).
Respecto
a hechos de armas vinculados al castillo como baluarte defensivo,
Antonio Moreno puntualiza que no se produjo ninguno, «ya que las
acciones bélicas más importantes registradas en el término
durante el siglo XV tuvieron lugar a pleno campo abierto, caso de Los
Calderones (1448) y Valhermoso (1457) o el célebre episodio de La
Matanza (nombre de una finca entre Hellín y Elche de la
Sierra)».
Los
restos de la antigua fortaleza de Hellín se encuentran prácticamente
absorbidos derivados de la propia expansión del núcleo urbano hacia
el cerro del Castillo e incluso el Santuario del Rosario ocupa uno de
los extremos del recinto defensivo y relativamente cerca de donde se
alzaba la torre del homenaje y de alguno de los varios grandes
aljibes existentes.
Pese
al estado de ruina todavía podemos contemplar varios elementos de
interés, como restos de paños de murallas y tapial o la base de
algunas torres laterales de tipo cuadrangular, como la situada junto
al atrio del Santuario anteriormente citado o la situada en la calle
de la Pena y en la cuesta de Torres. En este sentido, en la toponimia
de las calles aún se conservan denominaciones que aluden a su
estrecha vinculación con la fortaleza, como sería el caso de
la calle El Foso.
Fuentes: Wikipedia
Turismo Castilla-La Mancha
castillosricsol.org
miancema (Fotos)
Galería:
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