domingo, 8 de diciembre de 2019

Castillo de Hellín (Albacete)




El Castillo de Hellín se encuentra localizado enmascarado entre las viviendas de la parte alta de esta localidad homónima de la provincia de Albacete (Castilla-La Mancha). 

Ejemplo de baluarte estratégico asociado a las fortalezas que jalonaban el paso del sureste peninsular, en lo que sería el camino real de Madrid a Cartagena, caso de Jumilla, Cieza, Tobarra o Sierra, el castillo de Hellín fue el origen del nuevo asentamiento de la ciudad tras el progresivo abandono del Tolmo de Minateda a partir del siglo IX de nuestra era. 

Ese papel de control de las rutas naturales entre Levante, Murcia y la Meseta le confiere  una fisonomía típica de castillo-fortaleza en lo alto del cerro donde se levantaría más adelante el Santuario del Rosario (cuya reconstrucción tuvo lugar en el siglo XVIII) y donde surgió el primitivo núcleo de la actual ciudad. 

El cronista oficial de Hellín, Antonio Moreno García, estima que sus orígenes «podrían situarse en el primer cuarto del siglo IX, entre los años 820 y 830, y nace con el doble carácter de castillo y fortaleza, pues aparte de la función bélica de defensa también controlaba las propiedades agropecuarias y el aprovechamiento del agua. La construcción musulmana no se levanta en este caso sobre antiguos restos de edificaciones romanas, como ocurre en el torre de Isso, o visigodas». 

Cabe apuntar, no obstante, que el historiador y arqueólogo José Luis Simón, autor de la última obra de referencia publicada sobre el tema, Castillos y torres de Albacete, sitúa el inicio de su construcción más tarde, «en algún momento del siglo XI, con la inestabilidad de la fitna bereber». 

La fortificación aprovecha la orografía escarpada del cerro donde se asienta y refuerza sus muralla con diversas torres de planta rectangular, además de la central del homenaje. José Simón García también refiere que en el edificio se aprecian «tres fábricas que emplean la técnica del tapial y son de hormigón, mampostería encofrada y de tierra calicostrada, no posee fábricas góticas como sucede en otros conocidos castillos de la provincia, como Chinchilla de Montearagón o Almansa». 

El de Hellín es uno de los últimos reductos conquistados por las tropas de  Fernando III  y el emir acepta ser un protectorado de los reinos de Castilla en 1243 y dos años después el castillo fue cedido por el monarca a su esposa, Juana de Ponthieu. 

Tras incorporarse al Señorío de Don Manuel a finales del XIII, fue testigo de la invasión aragonesa de Murcia, una breve ocupación de Juan Ide Navarra y su posterior adhesión al Marquesado de Villena. A diferencia de otras remodelaciones en fortalezas de sus dominios, el primer marqués, Juan Pacheco, no reconstruyó  la de Hellín, que se mantuvo como base para las tropas. Concluida la Guerra del Marquesado, finalmente Hellín y su fortaleza se incorpora definitivamente a la Corona de Castilla y el progresivo abandono y deterioro de la misma se produce a partir del siglo XVI (los Reyes Católicos exigieron a las villas la entrega de sus fortalezas y muchas fueron derribadas para evitar nuevas sublevaciones). 

Respecto a hechos de armas vinculados al castillo como baluarte defensivo, Antonio Moreno puntualiza que no se produjo ninguno, «ya que las acciones bélicas más importantes registradas  en el término durante el siglo XV tuvieron lugar a pleno campo abierto, caso de Los Calderones (1448) y Valhermoso (1457) o el célebre episodio de La Matanza (nombre de una finca entre Hellín y Elche de la Sierra)». 

Los restos de la antigua fortaleza de Hellín se encuentran prácticamente absorbidos derivados de la propia expansión del núcleo urbano hacia el cerro del Castillo e incluso el Santuario del Rosario ocupa uno de los extremos del recinto defensivo y relativamente cerca de donde se alzaba la torre del homenaje y de alguno de los varios grandes aljibes existentes. 

Pese al estado de ruina todavía podemos contemplar varios elementos de interés, como restos de paños de murallas y tapial o la base de algunas torres laterales de tipo cuadrangular, como la situada junto al atrio del Santuario anteriormente citado o la situada en la calle de la Pena y en la cuesta de Torres. En este sentido, en la toponimia de las calles aún se conservan denominaciones que aluden a su estrecha vinculación con la fortaleza, como sería el caso de  la calle El Foso. 

Fuentes: Wikipedia
               Turismo Castilla-La Mancha
               castillosricsol.org
               miancema (Fotos)

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