El Castillo de Haro se encuentra a las afueras del municipio de Villaescusa de Haro en la provincia de Cuenca (Castilla-La Mancha). Está situado en la cima de un cerro que domina la vega del río Záncara, a mitad de camino entre los de Belmonte y Garcimuñoz.
La
historia conocida de este castillo, muy bien documentada por su
actual propietario, se remonta a finales del siglo XII. En el año
1177 el rey Alfonso VIII recupera las plazas de Cuenca y Huete, y en
el 1184 la de Alarcón, tras nueve meses de sangriento asedio. La
dureza del enfrentamiento se justifica por la importancia estratégica
de la zona, un enclave situado entre los reinos de Toledo y Murcia,
zona de seguridad fronteriza de los reinos de Aragón y Castilla, y
cruce de los ejes de comunicación de la costa del Levante al Valle
del Guadalquivir, y de las mesetas del Guadiana a la del Tajo.
Para
consolidar su control sobre la zona, Alfonso VIII la repuebla con
cristianos traídos de Extremadura, concede señoríos a los
capitanes que más destacarían en la campaña y, para asegurar
neutralidad frente a ambos reinos, concede importantes derechos en la
zona a la Orden de Santiago que, con centro en la vecina Uclés,
instalan en Alarcón un hospital para redención de cautivos. De
entonces datan la reconstrucción de los grandes castillos de
Alarcón, Belmonte y Garcimuñoz, y el más pequeño castillo de
Haro. En el de Alarcón estableció su corte y desde aquí preparó
en el año 1211 la histórica batalla de Las Navas de Tolosa, que fue
decisiva para la expulsión de los almohades y el definitivo control
de Castilla por las tropas cristianas.
El
castillo de Haro fue construido por Don Diego López de Haro, Alférez
Mayor de Castilla y Señor de Vizcaya. Los derechos de Haro quedan
formalizados mediante el Forum Fari o Fuero de Haro,
actualmente conservado en la Biblioteca de El Escorial, datado a
principios del siglo XIII. El Fuero de Haro fue otorgado a la
población y su castillo por Dicacus Lupus, término
latino por Diego López, y está glosado en sus márgenes con
abundantes comentarios en latín y en lengua romance del siglo XVIII,
lo que prueba su utilización incluso en fechas en que el castillo
tenía ya siglos en desuso.
Don
Diego López de Haro murió en 1214, poco después de Las Navas de
Tolosa, batalla en la que seguramente participó, así como en la
toma de otros castillos como los de Alcalá, Garaden, Surcacia y
Xorquera, en expediciones realizadas por Alfonso VIII con unos pocos
caballeros y peones de Transierra. A su muerte, el
Castillo pasa a manos de la Orden de Santiago quien lo reconstruyó
en el siglo XV, dándole la forma que vemos hoy día.
Construcción
militar renacentista, su alzado rotundo y sus torres circulares nos
permiten disfrutar de la singularidad de esta fortaleza del siglo XV,
que conserva su disposición original. De planta cuadrada, y con
cubos circulares en cada esquina. A su alrededor se aprecian restos
de un muro.
Fuente: Castillos del Olvido
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