viernes, 13 de diciembre de 2019

Castillo de la Mola (Novelda, Alicante)


El Castillo de la Mola se encuentra cerca de la población de Novelda, en la comarca del Vinalopó Mitjà, perteneciente a la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana). 

Se sitúa sobre una pequeña meseta bordeada en su vertiente norte por el cauce del río Vinalopó, a 3 kilómetros en dirección noroeste de la ciudad de Novelda, a una altura de 360 metros, donde actualmente se localiza el Santuario de Santa María Magdalena, lo que permite dominar un amplio territorio, así como el histórico corredor de comunicación entre el litoral y el interior de la meseta. 

El castillo está formado por dos espacios fortificados: el principal y más elevado, ocupa el área meridional del cerro y está formado por la alcazaba y el albacar. Este recinto está construido con una muralla de unos 2 metros de grosor, con fábrica de tapial que está asentada sobre un basamento de mampostería, con 8 cubos macizos en saliente de planta cuadrada distribuidos irregularmente (Concepción Navarro Poveda, 2001). Este recinto está considerado por los especialistas como uno de los ejemplos de arquitectura militar islámica de época almohade mejor conservado del Valle del Vinalopó y que fue declarado Monumento Histórico-Artístico de Interés Nacional en el año 1.931. 

A la izquierda del acceso principal, situado en el frente este, encontramos la llamada Torre Desmochada, potente construcción con 11 metros de altura conservados, realizada con la técnica del tapial, con una anchura que va desde los 2,20 metros de los lienzos hasta los impresionantes 3,40 metros de la primera planta. La torre muestra un acceso en altura, que nos lleva a una con cubierta abovedada, iluminada por una aspillera. En el centro, un orificio en el suelo de la sala que ha permitido documentar un antiguo aljibe, reutilizado en época medieval como recinto carcelario (Navarro Poveda, 2001). Una escalera con bóveda escalonada nos conduce al primer piso de la torre, conservándose a la altura del pavimento tres cañoneras. 

En el paramento exterior, destaquemos la presencia de los restos de un falso despiece de sillería, una técnica que pretende esconder los mechinales del encofrado con fajas verticales y horizontales de yeso, arcilla y cal, formando sobre el tapial un falso aparejo isódomo dando la sensación óptica de grandes sillares. En el caso de La Mola, aparecen incluso dos fajas de enlucido que se cruzaban en aspa y, si nos fijamos mucho en ellas, se puede apreciar un graffiti inciso en grafia árabe realizados probablemente por el constructor (Azuar Ruiz, 1996). Mismo tratamiento decorativo se descubrió en la excavación de los cubos de la puerta original almohade del castillo,ubicada a levante, lo que viene a constatar que, con toda probabilidad, el amurallamiento estaría totalmente decorado con este falso despiece (Azuar Ruiz, 1985). Los datos arqueológicos han demostrado que la adscripción de esta técnica tan particular corresponde al último tercio del siglo XII, concretamente entre 1.184 y 1.199, durante el gobierno del tercer califa Abu Ya´qub Yusuf al-Mansur, quien tras el triunfo de la batalla de Alarcos (1.195), con el inmenso botín obtenido, genera una eclosión expansiva feudal, reforzando las vías de comunicación. 

En cuanto al recinto exterior del castillo, cuenta con una superficie de 2.000 metros cuadrados, y ha sido en parte excavado dejando al descubierto un conjunto de habitaciones como son la cocina, horno, molino, y demás dependencias domésticas, donde se desarrollaba la vida diaria de la población allí asentada durante la Edad Media, documentado a través de sus ataifores, cuencos, escudillas, jaras, tinajas y objetos de uso personal en hueso, vidrio o bronce. También han aparecido múltiples útiles de hierro, utilizados para la defensa del recinto, como restos de armaduras de placas, puntas de flecha, viratones, lanzas o nueces de ballestas, que nos hablan de una población dedicada a las tareas agropecuarias y a defender el territorio en los momentos de peligro (Navarro Poveda, 2001). 

Sin embargo, gracias a la continua investigación arqueológica que se lleva a cabo en el castillo, hoy sabemos que se trata de un recinto fortificado construido para albergar de forma esporádica a la población campesina durante el final de la época califal – mitad del siglo X y primera mitad del siglo XI – (Navarro Poveda, Doménech Belda, 1998), y que, según los datos arqueológicos, dejo de utilizarse a lo largo de esta centuria hasta finales del siglo XII, cuando se levantaron las torres y lienzos del castillo que hoy conocemos en época almohade (Azuar Ruiz, 2004). 

Tras la conquista cristana, parece que el castillo se queda deshabitado durante un tiempo siendo donado al Obispo de Cuenca, Gonzalo Ibáñez Palomaque, y vendido por éste a su hermano García Ibáñez, alcalde mayor de Toledo, siendo recuperado por Alfonso X de Castilla (Navarro Poveda, 2001). Posteriormente, la fortaleza aparece integrada en el protectorado de don Manuel hasta el año 1.284. Con la firma de la Sentencia de Torrellas-Elche en 1.305, el rey Jaime II entrega el castillo a Pedro de Montagut, bajo el dominio de Blanca de Anjou, esposa de Jaime II, quien da órdenes en 1.308 para que el Baile de Elda libere 2.000 sueldos valencianos para la reparación del castillo de La Mola y del castillo de Elda (Azuar Ruiz, 1985; Navarro Poveda, 2001). 

Es el momento en que se amplía el recinto de la fortaleza, adaptando la antigua fortaleza almohade a las necesidades de la nueva sociedad feudal, construyéndose una nueva puerta de acceso, en sillería y levantando la extraordinaria Torre Triangular, un ejemplo singular de arquitectura gótica militar, que reproduce un prisma cabalístico de base equilátera de perfectos 15 metros de lado y con una altura máxima de 17 metros, toda ella realizada en sillería encadenada en las esquinas y relleno de mampostería en “opus vitatum”. Se accede a la torre por una puerta en altura de sillería en arco de medio punto y en su interior se distribuyen dos salas abovedadas superpuestas y, en conjunto, sólo dispone de estrechas aspilleras con derrame interior para su iluminación y ninguna estructura o elemento defensivo, lo que le confiere a la torre esa imagen cerrada y compacta (Azuar Ruiz, 2004). Además, las excavaciones llevadas a cabo en el interior del castillo han permitido documentar todas las dependencias e instalaciones del mismo en el siglo XV (Navarro Poveda, 1994), como un gran hogar, - dotado de horno, molino de pan, etc. -, que se encuentra en los sótanos del salón noble que se adosaba a la muralla de levante y, junto a estas dependencias, se han descubierto desde la antigua cárcel hasta las caballerizas y la herrería. 

Con estas reformas, La Mola se convierte en una de las fortalezas claves del territorio. Durante la Guerra de los Dos Pedros, el castillo fue atacado varias veces, resistiendo fuertes asedios con el lanzamiento de bolaños de piedra, flechas y viratones que han aparecido en las excavacione que se han realizado en el interior de la fortaleza entre los años 80 y 90 del siglo XX. Finalizada la contienda, Pedro IV entrega el castillo a Bertrand de Duglesclin en el año 1.366, siendo propietario junto a los caballeros Mateo de Gouneay y Hugo de Calviley. En 1.378, el castillo retorna a la corona, siendo Sibila de Fortiá, esposa de Pedro IV, quien retiene su propiedad hasta que Juan I se lo entrega a su esposa Doña Violante en el año 1.387. Posteriormente, en 1.392, el castillo es comprado por Pedro Maza de Lizana, señor de Elche, por 12.000 florines. 

Bajo su dominio, el castillo y la villa de Novelda se convierten en Baronía en al año 1.449, siendo sus estancias modificadas para convertirse en la residencia temporal de los Maza de Lizana para la caza de venados, ciervos y liebres. Con la llegada del mundo renacentista, el traslado de las clases más altas a las ciudades y el cambio de estrategias en la frontera costera, el castillo se acabaría abandonando, trasladándose el núcleo poblacional de Novelda, fundado en la últimas décadas del siglo XVI y principios del siglo XVII (Navarro Poveda, 2001). A inicios de los años 80 del siglo XX, el castillo inicia un ambicioso proyecto de recuperación que comenzó con una actuación arqueológica donde se obtuvo buena parte de la información que hoy conocemos de la fortaleza y que ha sido muy bien utilizada en la segunda fase de las intervenciones, orientadas a la recuperación de los lienzos de tapial de la muralla, así como la rehabilitación de las dos torres principales , quedando para el futuro la consolidación y puesta en valor de las estancias domésticas y las dependencias del albacar de la fortaleza. 

Fuentes: Wikipedia
               Castillos de Alicante
               Guardianes de piedra
               Ximo G. Rico (Fotos)

Galería:











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