El Castillo de la Mola se encuentra cerca de la población de Novelda, en la comarca del Vinalopó Mitjà, perteneciente a la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana).
Se
sitúa sobre una pequeña meseta bordeada en su vertiente norte por
el cauce del río Vinalopó, a 3 kilómetros en dirección noroeste
de la ciudad de Novelda, a una altura de 360 metros, donde
actualmente se localiza el Santuario de Santa María Magdalena, lo
que permite dominar un amplio territorio, así como el histórico
corredor de comunicación entre el litoral y el interior de la
meseta.
El
castillo está formado por dos espacios fortificados: el principal y
más elevado, ocupa el área meridional del cerro y está formado por
la alcazaba y el albacar. Este recinto está construido con una
muralla de unos 2 metros de grosor, con fábrica de tapial que está
asentada sobre un basamento de mampostería, con 8 cubos macizos en
saliente de planta cuadrada distribuidos irregularmente (Concepción
Navarro Poveda, 2001). Este recinto está considerado por los
especialistas como uno de los ejemplos de arquitectura militar
islámica de época almohade mejor conservado del Valle del Vinalopó
y que fue declarado Monumento Histórico-Artístico de Interés
Nacional en el año 1.931.
A
la izquierda del acceso principal, situado en el frente este,
encontramos la llamada Torre Desmochada, potente construcción con 11
metros de altura conservados, realizada con la técnica del tapial,
con una anchura que va desde los 2,20 metros de los lienzos hasta los
impresionantes 3,40 metros de la primera planta. La torre muestra un
acceso en altura, que nos lleva a una con cubierta abovedada,
iluminada por una aspillera. En el centro, un orificio en el suelo de
la sala que ha permitido documentar un antiguo aljibe, reutilizado en
época medieval como recinto carcelario (Navarro Poveda, 2001). Una
escalera con bóveda escalonada nos conduce al primer piso de la
torre, conservándose a la altura del pavimento tres cañoneras.
En
el paramento exterior, destaquemos la presencia de los restos de un
falso despiece de sillería, una técnica que pretende esconder los
mechinales del encofrado con fajas verticales y horizontales de yeso,
arcilla y cal, formando sobre el tapial un falso aparejo isódomo
dando la sensación óptica de grandes sillares. En el caso de La
Mola, aparecen incluso dos fajas de enlucido que se cruzaban en aspa
y, si nos fijamos mucho en ellas, se puede apreciar un graffiti
inciso en grafia árabe realizados probablemente por el constructor
(Azuar Ruiz, 1996). Mismo tratamiento decorativo se descubrió en la
excavación de los cubos de la puerta original almohade del
castillo,ubicada a levante, lo que viene a constatar que, con toda
probabilidad, el amurallamiento estaría totalmente decorado con este
falso despiece (Azuar Ruiz, 1985). Los datos arqueológicos han
demostrado que la adscripción de esta técnica tan particular
corresponde al último tercio del siglo XII, concretamente entre
1.184 y 1.199, durante el gobierno del tercer califa Abu Ya´qub
Yusuf al-Mansur, quien tras el triunfo de la batalla de Alarcos
(1.195), con el inmenso botín obtenido, genera una eclosión
expansiva feudal, reforzando las vías de comunicación.
En
cuanto al recinto exterior del castillo, cuenta con una superficie de
2.000 metros cuadrados, y ha sido en parte excavado dejando al
descubierto un conjunto de habitaciones como son la cocina, horno,
molino, y demás dependencias domésticas, donde se desarrollaba la
vida diaria de la población allí asentada durante la Edad Media,
documentado a través de sus ataifores, cuencos, escudillas, jaras,
tinajas y objetos de uso personal en hueso, vidrio o bronce. También
han aparecido múltiples útiles de hierro, utilizados para la
defensa del recinto, como restos de armaduras de placas, puntas de
flecha, viratones, lanzas o nueces de ballestas, que nos hablan de
una población dedicada a las tareas agropecuarias y a defender el
territorio en los momentos de peligro (Navarro Poveda, 2001).
Sin
embargo, gracias a la continua investigación arqueológica que se
lleva a cabo en el castillo, hoy sabemos que se trata de un recinto
fortificado construido para albergar de forma esporádica a la
población campesina durante el final de la época califal – mitad
del siglo X y primera mitad del siglo XI – (Navarro Poveda,
Doménech Belda, 1998), y que, según los datos arqueológicos, dejo
de utilizarse a lo largo de esta centuria hasta finales del siglo
XII, cuando se levantaron las torres y lienzos del castillo que hoy
conocemos en época almohade (Azuar Ruiz, 2004).
Tras
la conquista cristana, parece que el castillo se queda deshabitado
durante un tiempo siendo donado al Obispo de Cuenca, Gonzalo Ibáñez
Palomaque, y vendido por éste a su hermano García Ibáñez, alcalde
mayor de Toledo, siendo recuperado por Alfonso X de Castilla (Navarro
Poveda, 2001). Posteriormente, la fortaleza aparece integrada en el
protectorado de don Manuel hasta el año 1.284. Con la firma de la
Sentencia de Torrellas-Elche en 1.305, el rey Jaime II entrega el
castillo a Pedro de Montagut, bajo el dominio de Blanca de Anjou,
esposa de Jaime II, quien da órdenes en 1.308 para que el Baile de
Elda libere 2.000 sueldos valencianos para la reparación del
castillo de La Mola y del castillo de Elda (Azuar Ruiz, 1985; Navarro
Poveda, 2001).
Es
el momento en que se amplía el recinto de la fortaleza, adaptando la
antigua fortaleza almohade a las necesidades de la nueva sociedad
feudal, construyéndose una nueva puerta de acceso, en sillería y
levantando la extraordinaria Torre Triangular, un ejemplo singular de
arquitectura gótica militar, que reproduce un prisma cabalístico de
base equilátera de perfectos 15 metros de lado y con una altura
máxima de 17 metros, toda ella realizada en sillería encadenada en
las esquinas y relleno de mampostería en “opus vitatum”. Se
accede a la torre por una puerta en altura de sillería en arco de
medio punto y en su interior se distribuyen dos salas abovedadas
superpuestas y, en conjunto, sólo dispone de estrechas aspilleras
con derrame interior para su iluminación y ninguna estructura o
elemento defensivo, lo que le confiere a la torre esa imagen cerrada
y compacta (Azuar Ruiz, 2004). Además, las excavaciones llevadas a
cabo en el interior del castillo han permitido documentar todas las
dependencias e instalaciones del mismo en el siglo XV (Navarro
Poveda, 1994), como un gran hogar, - dotado de horno, molino de pan,
etc. -, que se encuentra en los sótanos del salón noble que se
adosaba a la muralla de levante y, junto a estas dependencias, se han
descubierto desde la antigua cárcel hasta las caballerizas y la
herrería.
Con
estas reformas, La Mola se convierte en una de las fortalezas claves
del territorio. Durante la Guerra de los Dos Pedros, el castillo fue
atacado varias veces, resistiendo fuertes asedios con el lanzamiento
de bolaños de piedra, flechas y viratones que han aparecido en las
excavacione que se han realizado en el interior de la fortaleza entre
los años 80 y 90 del siglo XX. Finalizada la contienda, Pedro IV
entrega el castillo a Bertrand de Duglesclin en el año 1.366, siendo
propietario junto a los caballeros Mateo de Gouneay y Hugo de
Calviley. En 1.378, el castillo retorna a la corona, siendo Sibila de
Fortiá, esposa de Pedro IV, quien retiene su propiedad hasta que
Juan I se lo entrega a su esposa Doña Violante en el año 1.387.
Posteriormente, en 1.392, el castillo es comprado por Pedro Maza de
Lizana, señor de Elche, por 12.000 florines.
Bajo
su dominio, el castillo y la villa de Novelda se convierten en
Baronía en al año 1.449, siendo sus estancias modificadas para
convertirse en la residencia temporal de los Maza de Lizana para la
caza de venados, ciervos y liebres. Con la llegada del mundo
renacentista, el traslado de las clases más altas a las ciudades y
el cambio de estrategias en la frontera costera, el castillo se
acabaría abandonando, trasladándose el núcleo poblacional de
Novelda, fundado en la últimas décadas del siglo XVI y principios
del siglo XVII (Navarro Poveda, 2001). A inicios de los años 80 del
siglo XX, el castillo inicia un ambicioso proyecto de recuperación
que comenzó con una actuación arqueológica donde se obtuvo buena
parte de la información que hoy conocemos de la fortaleza y que ha
sido muy bien utilizada en la segunda fase de las intervenciones,
orientadas a la recuperación de los lienzos de tapial de la muralla,
así como la rehabilitación de las dos torres principales , quedando
para el futuro la consolidación y puesta en valor de las estancias
domésticas y las dependencias del albacar de la fortaleza.
Fuentes: Wikipedia
Castillos de Alicante
Guardianes de piedra
Ximo G. Rico (Fotos)
Galería:
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