El Castillo de Escalona está localizado en la población del mismo nombre de la provincia de Toledo (Castilla-La Mancha).
Se alza sobre un cerro a los pies del río
Alberche (afluente del Tajo) que le sirve de protección natural y
desde donde domina el terreno circundante. Es uno de los mejores y de
mayor valor histórico de los conservados en la provincia de Toledo y
su localidad es una villa de origen romano emplazada en una situación
estratégica que debió ser fortificada en época muy antigua para
controlar el paso del Alberche.
Escalona
es una villa de origen romano emplazada en una situación estratégica
que debió ser fortificada en época muy antigua para controlar el
paso del Alberche. Fue reconquistada a los árabes en el año 1130, y
es desde entonces cuando se empieza a tener noticias claras de su
historia, pues de su etapa musulmana apenas nos han llegado datos.
Las
torres albarranas fueron construidas por Don Juan Manuel. En al año
1424, Don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, habilitó el
edificio para usarlo como residencia particular. Posteriormente, pasó
a manos de Don Juan Pacheco, caballero de la orden de Santiago, que
lo mantuvo hasta siglo XVII.
La
posición elevada del castillo y su cercanía al río le dotan de una
protección natural. Se alza a 30 metros sobre el río Alberche por
el sur, y está cercado al este por un arroyo que le sirve de foso
natural. Los otros dos costados tienen fuertes defensas que completan
su inexpugnabilidad.
La
parte más antigua es de canto rodado unido con fuerte argamasa, de
10 metros de altura, formando el muro principal al oeste y norte, sin
saledizos ni troneras. Sus defensas están reforzadas por ocho torres
albarranas macizas, elemento defensivo árabe, unidas a la
construcción por medio de arcos, de modo que si se destruyen no
afectan a la muralla ni al resto del conjunto. Su estructura es
férrea y compacta, formada por una mezcla entre ladrillo y enormes
piedras, lo que dificultaba el acceso al castillo.
Posee
un camino de ronda protegido por un contramuro almenado de
mampostería, y un foso con escarpa y contraescarpa revestidas de
sillares. Sólo tiene una puerta, que hacia la villa, con nuevas
defensas y entre ellas dos corachas y un puente levadizo del que
todavía quedan algunos restos.
El
edificio está dividido en dos cuerpos que ocupan aproximadamente la
misma extensión. El primero de ellos se encuentra a la izquierda de
la entrada y constituye la plaza de armas. Mide 110 metros en su eje
mayor por 50 metros el menor, por lo que durante años ha sido usado
como campo de fútbol local. Posee 3 aljibes. Existe un segundo muro,
hecho en de mampostería, adherido al exterior más antiguo, que
alcanza 3 metros el espesor total y sobre el que discurre el adarve.
El
segundo cuerpo se encuentra al sur del anterior y lo ocupa el palacio
señorial construido por Don Álvaro de Luna. Está protegido por una
barrera almenada que lo aÍsla del patio de armas, y tras la cual,
cerrada con una puerta abierta en un torreón con aspilleras, hay un
camino de ronda y delante otro foso, cruzado por un puente levadizo.
La
robusta torre del homenaje del palacio es la estructura que más
destaca de todo el conjunto. Su planta es cuadrada, tiene 22 metros
de altura, y está cerrada por un rastrillo y buharda. Estaba formada
por diversos pisos y un sistema de accesos muy complicado que hacían
muy difícil la entrada al recinto. En sus muros apenas aparecen
vanos y está rematada por almenas defensivas.
Pasado
el artístico arco de acceso al palacio, que protegido por un matacán
y que forma un arco carpanel con detalles góticos y un escudo de los
Luna, se accede al gran patio interior. Éste tuvo veinte columnas
con capiteles artísticos, que fueron expoliadas durante el pasado
siglo. Algunos de los capiteles fueron colocaron en el Ayuntamiento
de la villa. Numerosas estancias, ya arruinadas, hermoseaban este
palacio, que llegó completo al siglo XIX incluso con el archivo
familiar, pero cuya techumbre y artesonados fueros arrancados por los
soldados franceses para reforzar el puente sobre el Alberche. Entre
sus distintos ambientes destaca el salón principal, con un pequeño
aposento que pudiera ser la capilla, ornamentado con yeserías de
curiosa iconografía y bóveda de crucería ojival.
Una
de las novedades del edificio es la utilización de diferentes
sistemas constructivos. El material por excelencia es la piedra
elaborada en sillarejo, pero además se utiliza el tapial y tableros,
que formaran un hueco que se rellena de piedra y ladrillo a modo de
bandas. Por lo tanto, en la edificación, se alterna la piedra con el
ladrillo.
Fuente: Castillos del Olvido
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