El Castillo de Hita se alza sobre el cerro del mismo nombre que domina el entorno de la localidad homónima en la provincia de Guadalajara (Castilla-La Mancha).
Fue construido en el siglo XV (año 1430) sobre obra anterior cristiana que reaprovechaba una antigua construcción musulmana.
Las
características físicas de los materiales de la zona, sumado a la
acción erosiva continua, ha generado un bastión natural que permite
tener un dominio cuasi absoluto de un amplio territorio. Es
precisamente esta característica la que ha motivado la ocupación de
su superficie a lo largo de la historia, desde tiempos remotos de la
prehistoria y especialmente en momentos de conflictos bélico.
La
proximidad de la vía romana que comunicaba las ciudades de Emérita Augusta y Cesar Augusta, convertiría el cerro de Hita en una posición
de gran valor estratégico para el control de dicha vía
pudiendo hablar de un primer asentamiento de tipo militar en la
cumbre del cerro con el hallazgo de terra sigilata en sus laderas.
La
localización de abundantes restos de cerámica musulmana de los
siglos X y XI y de alguna moneda islámica, permiten aventurar una
repoblación árabe del cerro. El asentamiento islámico estaría
determinado por un hins o fortaleza y albacar o recinto amurallado de
la población que se asentaba en la falda derecha, donde localizan
repisas y plataformas ligeramente inclinadas con restos de muros y
piedra.
En
1085 el Rey castellano Alfonso VI reconquista la taifa toledana
pasando Hita a manos del Reino de Castilla. Pocos años antes
Alvar Fáñez de Minaya lugarteniente de Cid, llevo a cabo una
incursión en todo el Valle del Henares. Tras la Reconquista se
constituyo el primer núcleo urbano cristiano dentro de los límites
físicos de la cerca urbana musulmana. En 1256 el Rey Alfonso X
otorga la carta fuero a la población iniciando un periodo de
esplendor que se confirmara con la llegada de la familia Mendoza.
La
villa de hita será un lugar de convivencia de cristianos, judíos y
musulmanes. En 1386 el Rey Enrique IV entrego a Don Iñigo López de
Orozco las villas de Buitrago de Lozoya y de Hita a su muerte paso a
manos de Pedro González de Mendoza, fundando mayorazgo, a favor de
su hijo Iñigo López de Mendoza. En el siglo XV Iñigo López de
Mendoza, Marqués de Santillana de acuerdo con el Concejo de la
Villa, reconstruyo el castillo y fortifico la población. Renovó la
primitiva cerca urbana y ordeno la construcción, sobre el trazado de
la antigua, de una nueva muralla de cal y canto con verdugadas de
ladrillo, con sus almenas también realizadas en cal y canto. En
cuanto a la estructura defensiva, diez torres y tres puertas se
debían situar a lo largo del recinto.
Todo
el recinto amurallado está construido a base de mampostería con
verdugada doble de ladrillos, sistema que también se empleo en los
lienzos del castillo. Toda la población se encuentra dentro del
recinto amurallado destacando una importante comunidad judía con
gran poder económico basado en la producción vinícola. Quizá por
este hecho Pedro I creó un centro de recaudación de impuestos en el
castillo de hita a cargo de Samuel Leví, judío y tesorero del Rey
junto al castillo de Trujillo (Cáceres) lo que demuestra la
importancia económica de la fortaleza como arca de caudales. En la
población llegaron a existir dos sinagogas.
A
finales del siglo XV, coincidiendo con la expulsión de los judíos
se inicia la decadencia de la villa, con la perdida de vecinos
y el abandono y ruina del castillo. En el siglo XVIII la fortaleza es
ya una completa ruina. Hoy podemos contemplar en lo alto del
cerro, algunos lienzos de las murallas, así como la puerta de Santa
María o del Mercado, puerta noble de entrada a la Villa.
Así
mismo, las características que fueron útiles en la Edad Media
fueron tenidas en cuenta siglos más tarde durante la contienda de la
Guerra Civil situándose en la ruinas de lo que un día fue un
castillo, un centro de observación y oteo próximo a la línea
del frente y al lugar donde se celebro la Batalla de Guadalajara. En
el cerro de la Hita se instalaron dos observatorios, uno de los
cuales servía para control de fuego de una batería de obuses de
11,43 mm.
En la cara sur del cerro también se situó la estación
principal de heliógrafos y aparatos de luces de la red óptica
de comunicaciones de la 35ª Brigada Mixta de la 12ª División
Republicana. Realizando en el cerro la construcción del observatorio
H-35 y profundas trincheras, todavía visibles y aprovechando como
abrigos los bodegos, la población sufrió duros bombardeos por parte
de los bandos contendientes quedando desbastado su conjunto
histórico.
Fuente: Castillos del Olvido
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