jueves, 2 de abril de 2020

Castillo de Villalba de los Alcores (Valladolid)


El Castillo de Villalba de los Alcores se encuentra situado en la localidad del mismo nombre en la provincia de Valladolid (Castilla-León). 

Algunos autores incluyen esta fortaleza dentro del grupo de las surgidas del proceso de fortificación originado por las disputas fronterizas entre los reinos de León y Castilla en el siglo XII, e integrado dentro de un triángulo defensivo en el que también se encontraban los bastiones de Montealegre y el ya desaparecido de Valdenebro de los Valles. Todos los castillos que componen esta línea defensiva, se encuentran situados entre sí a excasa distancia, a fin de poderse comunicar visualmente y, en su caso, auxiliarse entre sí con la máxima agilidad. 

No existe unanimidad a la hora de determinar el origen y autoría del castillo, existiendo hasta la fecha diversas teorías que sitúan su fundación en una franja temporal que va desde mediados del siglo XII a mediados del siglo XV. Una de estas teorías, mantenida desde mediados del siglo XIX, fecha la génesis de este castillo en el siglo XII y atribuye su autoría a Larden de San Juan. Entre sus defensores, destacan autores como Ventura García Escobar, Norberto Santarén Gómez, Juan Ortega Rubio, Federico Carlos Sainz de Robles y Lucio Zúmel Menocal. Frente a esta corriente se alega que, como respaldo de su teoría, ninguno de ellos ha documentado convenientemente sus afirmaciones, siendo esta ausencia suplida por una interpretación del lenguaje de las piedras en su vertiente artística, es decir, se han basado en las características arquitectónicas y ornamentales de ambas obras. 

Una segunda línea interpretativa señala a la familia Meneses como su promotor en el siglo XIII. Autores como Javier Bernard Remón, Fernando Cobos Guerra y José Javier de Castro Fernández justifican su teoría, entre otras razones, por la presencia del escudo de esta noble familia castellana en las claves de las bóvedas del edificio. Por último, otros autores como Edward Cooper, señalan que es probable que, hasta mediados del siglo XV, Villalba fuera simplemente otro pueblo más, de las llanuras del triángulo de territorio entre Valladolid, Palencia y Medina de Rioseco. Sus edificios importantes serían las dos iglesias y una casona de piedra situada al extremo occidental de la población. Esta última, a pesar de su robustez, no parece haber sido realmente fortificada, hasta que fue transformada en el siglo XV, desapareciendo detrás de paramentos de sillería torreados que duplicaron prácticamente el espesor de las paredes, de forma que la silueta del antiguo edificio terminó por convirtiéndose en la de un castillo. 

Al margen de las anteriores discrepancias sobre sus posibles constructores, lo que resulta evidente es que Villalba ha contado y aún disfruta de una de las obras más singulares de la arquitectura hispánica. La primera referencia conocida data del 10 de junio de 1140, fecha en la que la Infanta-Reina castellano-leonesa Sancha Raimúndez, fallecida en 1159, hermana, nombrada también Reina, del Rey Alfonso VII de León, (1105 – 1157), entregó Villalba a la Orden de San Juan de Jerusalén. Después de la primera cruzada, regresaron a España los caballeros hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén, la cual se fundó en el año 1020, y aquellos la recibieron con el título de encomienda, realizando fuertes obras en la villa a fin de ponerla a cubierto de sus enemigos, debiéndose seguramente a ellos el castillo, las murallas y los torreones. Los detractores del origen templario del Castillo de Villalba, alegan que éstos, sin embargo, devolvieron los bienes donados un año después de haberlos recibido. 

A finales del siglo XII los reinos de León y Castilla se encontraban en lucha por el control de la Tierra de Campos, siendo entonces frecuente la táctica de entregar a las órdenes militares los dominios territoriales en litigio. En el caso de Villalba, sin embargo, el Papa Celestino III impidió en 1193 que la Orden de San Juan de Jerusalén se inmiscuyera en estas contiendas territoriales. Al año siguiente se paraliza, de momento, la contienda con la firma del Tratado de Tordehumos, situación que es aprovechada por Alfonso VIII de Castilla para donar Villalba al noble linaje castellano de los Meneses. Será Alfonso Téllez de Meneses, hijo de Tello Pérez de Meneses, el que, según unos autores, construya o el que, según otros, reforme la fortaleza, incorporándole su escudo en las claves de las bóvedas. 

Tello Pérez de Meneses recibió del monarca la villa como pago por su participación en la conquista de Cuenca, fundando en ella el monasterio cisterciense de Matallana. Existe otra referencia posterior, situada durante el efímero reinado de Enrique I, en el que se sucedieron diversas algaradas de éste monarca contra la infanta Berenguela y sus partidarios, entre los que se encontraba Alfonso Téllez de Meneses, señor de Villalba. Así en 1217 esta villa es cercada y penetrada sin apenas resistencia por el rey, dada la ausencia de su señor. Cuando este último vino, se animaron sus servidores, y después de una lucha por las calles del pueblo, la victoria se inclinó del lado local, teniendo el rey que retirarse a Palencia. 

A mediados del siglo XIV, durante las luchas entre Pedro I de Castilla y el infante don Enrique, Villalba fue tomada por las tropas del rey al preferir los Meneses refugiarse Montealegre. En 1365, tras la muerte del último de los Meneses, los bienes de esta familia son donados por el rey Enrique II a su hermano Sancho. Su hija Leonor casó con el infante Fernando, que en 1409 permutó Villalba y otras propiedades por Castrojeriz a la familia Acuña que, a su vez, en 1456 se la venden a los Vivero. Villalba volvió a ser noticia como consecuencia de los conflictos de poder en el reinado de Enrique IV de Castilla, al ser tomada violentamente en 1469 por el conde de Benavente, Rodrigo Alonso de Pimentel. Poco después, este noble encargó al cantero Juan de Lierganes la reconstrucción del castillo y muralla. 

En la guerra contra Portugal, tras la batalla de Baltanás en 1475 Alfonso V de Portugal se hizo con las fortalezas de Villalba, Portillo y Mayorga como pago del rescate del conde de Benavente. Acabada la guerra, Rodrigo Alonso de Pimentel recobró sus propiedades. Inés de Guzmán pleiteará para recuperar su villa de Villalba, pleito que continuó y ganó su heredera, María de Tovar, junto a su marido el condestable de Castilla, Íñigo de Velasco, en 1500 ante el Consejo Real. Los condes de Osorno tuvieron el señorío de la villa hasta últimos del siglo XVI. 

En tiempo de Felipe V, el conde de Castilnovo instruyó el oportuno expediente sobre el señorío y jurisdicción que tenía de Villalba. El rey Carlos III, por Real Cédula expedida en 27 de junio de 1773, confirmó la posesión del conde. Quiso éste a su vez extender más aún sus derechos, a lo cual se opuso el pueblo, terminándose el pleito por ejecutoria de 18 de agosto de 1778. Habiendo sido abolidos los señoríos y derechos jurisdiccionales por las leyes de 1811 y 1837, en este año acudió el conde de Castilnovo a los tribunales de justicia, reclamando el derecho a percibir 60 fanegas de trigo y 60 de cebada que entre todos los vecinos le habían estado pagando anualmente en concepto de foro. 

La Audiencia de Valladolid, el 20 de noviembre de 1851, falló en contra del duque, esgrimiendo que no eran suficientes los títulos presentados. Con posterioridad el de Castilnovo presentaría nueva demanda el 14 de junio de 1857, esta vez frente al ayuntamiento Villalba, volviendo de nuevo a ver rechazadas sus pretensiones. El castillo permanecerá en poder de los condes de Castilnovo hasta su venta en 1860 a Cipriano de Rivas, secretario del Rey, por 120.000 reales de vellón. En 1931 se declara al castillo monumento histórico artístico, hecho que sin embargo no ha servido para salvarlo de su situación de ruina progresiva. 

Fuentes: Castillo del Olvido
                edujoser

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