Las Murallas de Trujillo se encuentran situadas en el casco antiguo de la ciudad del mismo nombre en la provincia de Cáceres (Extremadura).
Su
origen musulmán parece incontestable, sin embargo, de este período
no se conservan más que el trazado original, quizás con ciertas
reformas, y parte de su basamento. La historiografía local ubica
temporalmente su realización en el siglo XI, hecho que puede venir
avalado por las descripciones recogidas en las fuentes árabes y por
la disposición típica de medina, estructura urbana habitualmente
fortificada.
Con
bastante seguridad, podemos afirmar que en Trujillo existió un
recinto fortificado más antiguo, cuya traza se asentaría próximo a
la alcazaba. A ella responderían los muros situados al Este (con dos
torres semicirculares macizas, muy reformadas) y al Sur de aquella:
en la torre de planta trapezoidal que en la actualidad avanza como
balcón sobre la Plaza Mayor.
Si
los primeros paños de la muralla podemos situarlos cronológicamente
entre los fines del califato de Córdoba e inicios de los Reinos de
Taifa, época marcada por la inestabilidad ante la ausencia de un
poder suficientemente fuerte como para aglutinar todo el territorio
andalusí bajo un mismo mando, el resto de sus lienzos pueden ser
datados entre fines del periodo Taifa e inicios del dominio
almorávide, es decir, en torno a la segunda mitad del siglo XI.
La
muralla está jalonada por 22 torres, la mayoría cuadradas y
aisladas o forman parte de otros edificios medievales, dispuestas a
lo largo de todo el perímetro. Su altura es superior a la de los
lienzos de los que parten, las plantas más frecuentes son la
cuadrada y la rectangular, a ellas habría que añadir las dos
semicirculares, ya mencionadas.
De
entre estas torres podemos destacar la albarrana que se une al muro
mediante una coracha alargada en el sector oeste. Los paños de la
zona norte sorprenden por la ausencia de torres; en este espacio
apreciamos la existencia de un edificio adosado, convertido en
convento franciscano en el siglo XV, que por su solidez pudiera
reforzar la denominada Puerta de Coria.
La
muralla conservada actualmente –en una gran parte de su trazado- es
legado no islámico, sino herencia cristiana de los siglos XII-XV. Su
estructura arquitectónica y sistema constructivo nos confirman
diferencias obvias con las realizaciones musulmanas de la Alcazaba y
del Albacar.
El
material constructivo sigue siendo el mismo, el granito, no obstante
su tratamiento difiere del de fases anteriores. La fábrica es de
mampostería, aunque en zonas bajas de los paramentos y en las
esquinas de las torres se emplean sillares, la piedra es unida con
abundante cal y arena gruesa tanto en las caras externas como en su
interior. En ocasiones se observa la presencia del ladrillo y pizarra
como niveladores de las sucesivas hiladas pétreas. Muros y torres se
coronan con un remate cuadrado piramidalmente.
Si
en la muralla reconocemos la huella de las obras realizadas tras la
definitiva conquista castellana (año 1232), serán las puertas de
ingreso al recinto las que marquen claramente la periodización del
mismo. De este modo, todas ellas, al menos todas las conservadas,
responden a unas tipologías propias de las tres últimas centurias
del Medievo. Actualmente son apreciables cuatro de las siete que
poseía el recinto; posiblemente no todas serian medievales y, quizás
habría que añadir alguna poterna hoy desaparecida tras las
modificaciones sustanciales a que el conjunto murario ha sido
sometido (derribo de algunos lienzos, variadas estructuras adosadas a
los mismos, etc.).
Fuente: Castillos del Olvido
Galería:
No hay comentarios:
Publicar un comentario